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"Se está haciendo un periodismo que quiere parecerse a Twitter": periodista Juan Cruz

El periodista Juan Cruz Ruiz, miembro de El País de España desde su fundación en 1976, conversará en el Hay Festival de Cartagena, entre otras cosas, de periodismo y los retos de los medios en tiempos de crisis. Antes de su viaje a Colombia, charló con GACETA. “Los periódicos han de hacerse para durar; si son buenos, duran, no los tiras. Si son prescindibles los tiras”.

24 de enero de 2016 Por: Por Santiago Cruz Hoyos | Periodista de GACETA

El periodista Juan Cruz Ruiz, miembro de El País de España desde su fundación en 1976, conversará en el Hay Festival de Cartagena, entre otras cosas, de periodismo y los retos de los medios en tiempos de crisis. Antes de su viaje a Colombia, charló con GACETA. “Los periódicos han de hacerse para durar; si son buenos, duran, no los tiras. Si son prescindibles los tiras”.

Juan Cruz Ruiz es periodista desde que tenía 13 años, así que del oficio, y de sus amenazas, sí que conoce. Aunque, para ser más precisos, Juan Cruz es escritor. No comparte la distinción entre una labor u otra. Un periodista es, al fin y al cabo, alguien que escribe, solo que su objetivo es contarle a la gente lo que sucede, mientras que la literatura es la explicación de la vida, “la explicación de lo inexplicable”. 

De manera que  además de reportero,   miembro del periódico El País de España desde su fundación en 1976, adjunto a la dirección del diario, Juan ha publicado novelas y libros autobiográficos  como ‘Crónica de la nada hecha pedazos’, ‘Ojalá Octubre’, ‘Retrato de un hombre desnudo’, ‘El Niño descalzo’, entre muchos otros. 

También ha sido editor  (entre 1992 y 1998 dirigió a Alfaguara) y  fue maestro de escuela, una labor que claro, tiene mucho que ver con las letras. En Tenerife, España, donde nació en 1948, un  colegio público lleva su nombre.

Al Hay Festival de Cartagena fue invitado, sin embargo,  a conversar de literatura por supuesto, pero sobre todo  de periodismo, en especial de  los retos de los medios en estos tiempos de crisis económica, la posible desaparición de los periódicos. ¿Tendremos salvación, Juan? 

Para empezar contemos una historia: ¿cómo te hiciste periodista?

Uf, desde niño quise ser un periodista. Resumo. La culpa la tuvo la radio, que llegó a mi casa cuando yo tenía ocho años; al tiempo a mi madre le trajeron una hoja de periódico, tamaño sábana, en la que se contaba un suceso. Ella me leía cada día un trozo de esa crónica, porque ella leía muy despacio, como los niños leyendo. 

Ahí aprendí a leer, en una hoja de periódico. Y la radio, que escuchaba obsesivamente, me dio la sintaxis. A partir de lo que escuchaba en la radio escribía crónicas de partidos de fútbol que ocurrían fuera de mi tierra, la isla de Tenerife. 

Un día fui a un partido de juveniles; lo vi en directo y sobre ese partido escribí una crónica. La envié a un periódico deportivo, Aire Libre, cuyo director la publicó de inmediato, con una entradilla en la que él destacaba la sintaxis de aquel muchacho de trece años. Ya desde entonces nunca paré. 

¿Y cómo es que se es parte de los fundadores de uno de los periódicos más leídos en el mundo, El País de España? 

Un amigo, Ramón Chao, periodista gallego en Francia, me aconsejó que pidiera trabajo en ese periódico que comenzaba. No había sitio pero Juan Luis Cebrián, el primer director, terminó ofreciéndome un puesto de ‘stringer’ (free lance) en Londres, donde yo había vivido. Ese fue el principio. Me apuntaba a un proyecto incierto que se convirtió en el más importante periódico de habla española.  

¿Cómo era hacer periodismo en tiempos de la dictadura de Francisco Franco, por cierto? ¿Cómo se vivía?

A nosotros nos pasaba como a aquel personaje de Molière que no sabía que escribía en prosa. 

Como bien sabes, uno se acostumbra a todo, a las dictaduras también. Hubo mucho subterfugio para escribir bajo Franco; la censura era dura, como todos los torpes cuando tienen poder, pero hubo modos de burlarla, gracias a la creencia de que tachando eran tan torpes que conseguían que la gente supiera que debajo de lo que se escribía había cosas que ellos no podían tachar ni controlar. 

¿Era muy distinto el periodismo de entonces al de hoy? Lo pregunto por el peligro que corren los reporteros, las violencias que deben sortear.

Por desgracia esa es una lacra que siempre existirá. El periodismo entraña riesgos en un mundo en el que no queda más remedio que hacerse eco de la violencia. En cuanto al periodismo de paz, yo creo que está en peligro porque ha alquilado la calidad a la rapidez, y no ha sabido distanciarse de la tentación de creer que todo se puede decir aunque no lo conozca. Al periodismo le falta, como se diría en la Iglesia, humildad y paciencia, sintaxis y comprobación. Se está haciendo en el mundo un periodismo que quiere parecerse a Twitter, sin saber que Twitter es un arma que quiere desarmar al periodismo. En Twitter, o lo que significa este método de indagar sobre la realidad, no importa ni las fuentes ni el rigor. 

¿Cambió la forma de hacer el oficio cuando regresó la libertad? ¿O de alguna manera siguió la censura?

Fue cambiando mientras llegaba la libertad; algunos provinciales, como diario de Mallorca, o catalanes, como teleXpres, o nacionales como Informaciones, además de revistas como Triunfo, Cambio o Cuadernos para el Diálogo, iniciaron tímidas escaramuzas, que fueron subiendo de tono. Algunos de los periodistas que vivieron ese movimiento al cambio fueron luego fundadores o periodistas de El País o de Diario 16 y El Periódico de Catalunya, que fueron los primeros periódicos nacidos ya en la democracia. Pero no fue un cambio repentino: se fue haciendo. 

Cambiando de tema, a principios de  la década del 70 publicas tu primera novela, ‘Crónica de la nada hecha pedazos’. ¿Qué te hizo dar el salto del periodismo a la literatura? ¿O no fue necesariamente un salto?

Es que no fue un salto; siempre escribí de dos maneras: muy periodístico en el periodismo, muy literario en la literatura. No hubo vasos comunicantes, sino distintos estados de ánimo. 

El melancólico que hay en mí escribe literatura. El periodista que soy escribe periodismo: cambio de actitud cuando hago periodismo. El que verdaderamente soy, el más íntimo, escribe literatura. De ese estado de mi ánimo nació ‘Crónica de la nada hecha pedazos’, y prácticamente todo lo demás.

¿Es la literatura una manera de explorarse a sí mismo, conocerse, descubrir cosas nuevas? ¿Qué lugar ocupan literatura y periodismo en la vida de Juan Cruz? La literatura es la explicación de la vida, la explicación de lo inexplicable. El periodismo es contarle a la gente lo que sucede, no lo que te sucede a ti. Soy un rabioso defensor del periodismo como explicación objetiva y comprobada, al máximo, de lo que ves. Creo que al periodismo lo asesina la falta de comprobación, no la crisis marcada por la agresividad de los medios actuales que también llamamos redes sociales. La literatura vive conmigo, hacia adentro; el periodismo es lo que hay por fuera y yo estoy mirando. En  estos tiempos de crisis económica de los medios impresos, ¿tienen salvación los periódicos?  Claro que sí; el periodismo no faltará nunca, y será mejor en cuanto superemos los actuales sarampiones, muchos de los cuales provienen de la estupidez con que los periodistas nos dejamos coger la delantera. Y cuando los periódicos sean mejores la gente volverá a ellos, pagando ejemplares en la calle o pagando por acceder a los periódicos digitales.  Lo que sucede ahora, que la gente no paga por leerlos, es un disparo en el pie del que advirtió Jesús Polanco cuando El País se abrió al público. Y estamos pagando (todos, desde el New York Times a Le Monde, por ejemplo) ese apresuramiento que puso en manos de las grandes compañías norteamericanas las noticias de manera gratuita y  el esfuerzo considerable de los periodistas en manos de quienes no hacían nada para obtener noticias, reportajes, entrevistas o crónicas. Lo único que hacían y que hacen es reproducirlas gratuitamente.  Se dice que  Internet fue la condena de los impresos; otros lo ven como una oportunidad para el oficio. ¿Qué piensa sobre ese debate? Creo que en todo lo que te dije antes está mi juicio. Pero somos nosotros los que nos debemos salvar; nadie vendrá a nuestro rescate, ni siquiera los lectores, a los que de veras les da igual esa crisis. No es de ellos: es nuestra.  Hay un asunto que viene pasando: el periódico que recogemos en la mañana ya está viejo. Muchas de sus noticias ya las hemos leído durante el día  en nuestra tablet. ¿Qué hacer ante ello? ¿Cómo lograr que los periódicos vuelvan a ser imprescindibles para la gente? Justamente escribí este tuit: "El periódico es lo más barato de todo lo que es imprescindible". Los periódicos han de hacerse para durar; si son buenos, duran, no los tiras. Si son prescindibles los tiras. Hay que trabajar para que no sean prescindibles.  Para finalizar: ¿qué piensa sobre lo que dijo Vargas Llosa recientemente? “El periodismo se ha convertido en un instrumento de diversión, dejó de tener la influencia que tenía”. Es cierto. El periodismo tiene que influir, marcar tendencias, ser perentorio, adecuado a los tiempos y abierto a todo lo que es interesante. Un periódico ha de ser interesante. Y si no es mejor no imprimirlo. No puede ser banal. Tienen que ser fundamental. ¿Qué le diría a alguien, un familiar digamos, que quiera estudiar periodismo? ¿Sigue siendo el oficio más bello del mundo?  Sí, sí lo es. Pero hay otros igualmente hermosos. Médico, por ejemplo. Ingeniero. Agricultor. Abuelo. Madre. Esa frase de García Márquez es muy bella, pero la dijo porque él era periodista, un gran periodista, por cierto.  Lo bueno del periodismo es que no se acaba de estudiar nunca. Escribo ahora un libro que se titula ‘El oficio invencible’, y va de eso, de cómo  el periodismo dura desde que mi madre me leía aquella crónica de un suceso hasta este momento en que leo, por ejemplo, a Alberto Salcedo Ramos y siento envidia de su escritura. El prólogo (donde aparece Alberto, por supuesto) se titula ‘Envidia de escritura’, y así en realidad se iba a titular el libro.

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