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¿Sabe usted si su hijo es el 'niño rey' en la casa?, habla sicólogo experto

El niño de hoy en día, por estar frente a la pantalla de un computador, ha dejado de mirar a los ojos, de hablar y de vivir la realidad. Sus padres le obedecen.

29 de abril de 2015 Por: Isabel Peláez | El País

El niño de hoy en día, por estar frente a la pantalla de un computador, ha dejado de mirar a los ojos, de hablar y de vivir la realidad. Sus padres le obedecen.

El sicólogo argentino Esteban Levin habla del ‘Niño Rey’. “El niño hoy en día tiene un lugar central en la familia, que en otras épocas no tenía. Son los padres quienes le obedecen y es él quien decide qué se compra en casa”. 

Según Levin, quienes  trabajan en el marketing saben que difícilmente los padres le dirán no a sus hijos y crean productos que les llaman la atención a  quienes tienen el poder en casa: alimentos, vestimenta, recreación e incluso,  han estudiado cuáles son las imágenes que más le atraen.

Es así como el niño se ha equiparado con el adulto. “Parece que hay que hacer todo lo que él quiere. Pero un  niño no puede responder como un adulto, ni tiene las condiciones necesarias para hacerlo.

Y como no puede resolver problemas,  hace lo que desea, no quiere comer, entonces los padres dicen: ‘Si no querés comer, no comas’, y le dan hamburguesa, no prueban verduras o frutas, no controlan esfínteres y  los padres se justifican diciendo: ‘Es que ellos no quieren y si  no quieren, yo los dejo’. Hay niños que dicen, ‘mamá  no quiero ir al jardín’, y  sus mamás ‘ah, bueno, si no quieres no te llevo’, porque el niño decide”.

Pero aclara  Levin que “un niño no tiene capacidad de decidir su destino, necesita de un otro, no puede elegir absolutamente todo”. Está tan invertida la situación en la actualidad que “hay muchas  expectativas alrededor del niño que se genera una carga emocional y afectiva, que el niño no la puede asumir”.

Paradójicamente, aunque el niño ocupa un lugar central, la mayoría de las veces está solo.

Dice el autor del libro   ‘Pinochos: ¿Marionetas o niños de verdad?’ que “la tecnología ha hecho que el niño esté más capturado por la imagen que por la mirada del otro, que por encontrarse  con ese amor materno o con esas ganas de la madre de jugar con él.

Ella, ocupada en su trabajo, y el padre  con  los problemas económicos, familiares y  del país, no llegan  a conectarse con sus hijos   como sí llega la imagen. ¿Y sabes cuál es el problema? Que la imagen no llora, no siente,  no piensa. El niño se encuentra con una imagen que habla pero no le habla a él;  juega, pero juega automáticamente, no  con él”.

Uno de los efectos más dramáticos con los que se ha encontrado este especialista en problemas de niñez y  juventud, es  que “los niños  empiezan a hablar como las imágenes,  en tercera persona,  hablan como los dibujitos o en un idioma castellano que no es el del país, por ejemplo, centroamericano, o con un tono, una prosodia ajenos, como si no hablaran ellos”. 

Lo cotidiano del niño actual es la imagen, esa imagen lo aísla, no le permite construir una experiencia infantil mediada por el otro, sostenida por ese afecto amoroso de ser hijo. “Como si la imagen fueran padres, como si la imagen ocupara el lugar que en otro momento ocupaba el abuelo, la herencia que recibía del otro, ese deseo de transmitirle su historia”, dice Levin.

Él pinta este panorama desolador:  Cada vez se habla menos de lo cotidiano en las casas,  se come mirando la comida y  no al otro. “La escena es siniestra,  todos alrededor de la mesa y nadie habla, se escucha el murmullo de una imagen de la pantalla. Terminan de comer y en lo único que parece interesado el niño es en ir de  nuevo a la   pantalla.  Y si le dices ‘Vamos a jugar’, un poco  desinteresado, porque tenés que volver a trabajar, no van a jugar y vuelven a la imagen, que se transforma en el único objeto de deseo”.

El niño ya no pregunta, es como si la imagen le   pudiera dar respuesta a cosas que no la tendrán, porque falta la  relación con el otro, con el lazo social. Dice Levin que “la relación con otro implica un intercambio, modifico  mi experiencia en relación con la  del  otro.

No hay experiencia de vida en una imagen,  el niño se conecta con esta, pero no asocia ni piensa. Cuando uno se relaciona con el otro y le transmite su amor de madre, amigo o docente, se le transmite el entusiasmo. Uno de los efectos  dramáticos de la pantalla es que  el niño pierde sensibilidad frente al otro. En la imagen ve tanta muerte, rupturas y choques,   que cuando le dices: ‘Murió el abuelito’,  es  como si no le afectara”.

Algunos consejos

Se debe 

Limitar  el tiempo que un niño está frente al computador (menos de 4 horas). Los menores    en Latinoamérica suelen estar frente a la pantalla  hasta  6 horas diarias.Si un niño va a la escuela  y además transcurre  4 o  5 horas frente a la pantallla, cuando se encuentra con sus padres, establece una relación diferente a la que que debería ser. Ya no le pregunta sobre su trabajo, no hablan de lo cotidiano.   Hay que interesarse  por lo que los niños o jóvenes hacen en el computador y buscar juntos en Internet cosas de la vida real. Si hay niños  donde el único interés se basa en la imagen,  tal vez necesiten ayuda terapéutica En un futuro será el adolescente que se encierra, arma su tribu urbana  y  no habla de sus cosas. Recuerde  que el niño debe vivir su infancia. No lo equipare a un adulto.
Con enfermedades de adultosPor primera vez se encuentran niños con síntomas que eran de adultos : Insomnio, abulia (falta de voluntad, iniciativa y energía), obesidad (uno de los principales síntomas en EEUU y Latinoamérica) y estrés. Esto nos habla de este lugar que ocupa el pequeño como un adulto  y que no puede resolverlo y es el cuerpo el que empieza hablar y habla como si fuera el de un adulto también  y esto generó que algunas enfermedades del campo adulto ahora las padecen los niños, por ejemplo hay niños  bipolares, depresivos o excitados.  Se ha cuadriplicado la medicación para niños. Es común ver niños que están medicados, para aquietarlos porque están muy inquietos,   para excitarlos porque son muy pasivos, o para  relajarlos, para que puedan dormir. Un niño sentado tantas horas frente a la pantalla pierde sensibilidad frente al otro, porque carece de contacto con la naturaleza, con su historia de vida contada por sus padres y está más preocupado  por continuar viendo una imagen.
Esteban Levin, Licenciado en psicología.   [[nid:416844;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2015/04/ep00954399.jpg;left;{}]]Este argentino, educador físico y psicomotriz, generó toda una ola de cambio en el modelo educativo de Argentina. Autor  de diferentes libros que hablan acerca de los niños y la manera adecuada de educarlos. Entre sus trabajos  más destacados se encuentran: ‘Pinochos: ¿Marionetas o niños de verdad? Las desventuras del deseo’. y ‘La experiencia de ser niño. Plasticidad Simbólica’.  www.lainfancia.net

 

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