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Robo de faroles en el oeste de Cali, de delito menor a problema mayor

Los habitantes de la calle desmantelaron 70 faroles ornamentales de las riberas del Río Cali. Ciudadanos piden más vigilancia y solidaridad.

14 de julio de 2012 Por: Alda Mera, reportera de El País.

Los habitantes de la calle desmantelaron 70 faroles ornamentales de las riberas del Río Cali. Ciudadanos piden más vigilancia y solidaridad.

Un costal. O un lazo. Esas son las ‘herramientas de trabajo’, o mejor, las armas delictivas de los indigentes para hurtar los faroles ornamentales que iluminan –o iluminaban– las márgenes del río Cali sobre la Avenida Colombia.El indigente de turno se sube a los árboles cercanos al farol, lanza el costal como si estuviera cazando mariposas, y cuando lo atrapa, hala con fuerza hasta lograr doblar, y luego quebrar el brazo que sostiene la luminaria sobre el poste. Enseguida, se pierde en la oscuridad de la noche.Ese es el ‘modus operandi’ de los habitantes de la calle que han robado al menos 70 faroles Cartagena –así se llaman en ornamentación urbanística– entre los barrios Santa Teresita, Santa Rosa, Normandía y El Peñón.Este año se han capturado cinco personas por este delito y se han recuperado igual número de luminarias y faroles, informa el mayor Carlos Andrés Correa, comandante de la Estación La Flora, encargada del Plan de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes en la comuna 2, que cubre los barrios mencionados.El País recorrió la margen del río Cali en sentido oeste-centro y encontró solo los postes metálicos de al menos 70 faroles Cartagena, 22 de ellos de doble luminaria.Una de las capturas fue el 27 de febrero pasado hacia las 9:30 o 10:00 de la noche. “El individuo fue dejado a disposición de la Fiscalía por hurto”, dice el agente que tuvo que forcejear con el indigente que cada que lo van a capturar opone resistencia a la autoridad como una fiera y no le importa lanzarse por donde sea para huir.Además, para someterlo se requiere tener buen estómago porque su mal olor parece su otro mecanismo de defensa. “Cuando lo llevamos a la Fiscalía nos dijeron que por qué no lo habíamos bañado, pero aquí no hay un centro de atención de indigentes como sí existe en Medellín”, dice uno de los patrulleros. Así se les escapó otro ladrón de faroles hace unos meses cuando iba a ser aprehendido robándose otra luminaria cerca al Gato del Río. Como en otras ocasiones, el individuo portaba sólo un costal y no vestía más que una pantaloneta y una túnica tipo salida de baño con la que se cubre la cabeza cada que siente la acción de la Policía. Luego se lanza aguas arriba y se les escabulle como pez de las manos.Y si los capturan, son como NN vivos, casi imposibles de judicializar porque no portan cédula, pese a las denuncias instauradas por Megaproyectos, entidad encargada de la iluminación del proyecto de embellecimiento urbano Cali, un Jardín, de la pasada administración.“Es un desgaste para la Policía cada proceso de captura de un habitante de la calle porque hay que empezar por pedir el cotejo de las huellas dactilares para confirmar su identidad. Hemos tenido casos de personas que nunca sacaron la cédula, entonces nos toca hacer el trámite y mientras la Registraduría lo diligencia, debemos costear la alimentación del detenido. Mejor dicho, nos toca hasta bautizarlos”, resume el mayor Correa. Una habitante del sector que trota por las mañanas en ese sendero ecológico, dice haber visto otro ‘modus operandi’ de este delito. El ladrón amarra un lazo a la parte más alta del poste metálico y, cual deportista extremo, escala los tres metros hasta alcanzar la farola y corta el brazo de la misma con segueta y la coge. Como cogiendo mangos.Ella, como otros residentes del sector, atribuyen el delito a la falta de vigilancia, tanto de la comunidad como de la autoridad. “Faltan más rondas de la Policía, porque hasta los faroles de detrás del CAI se los robaron”, denuncia.En cambio, los patrulleros del cuadrante replican que falta más colaboración de la ciudadanía. “El Centro de Convenciones Alférez Real los habitantes de la calle lo habían tomado por hotel, pero cuando íbamos a retirarlos, no faltaban los que decían ‘dejénlos ahí, pobrecitos, ellos no tienen dónde vivir’”.Por ello se limitan a explicarle a la ciudadanía del sector que este hecho se les puede convertir en una problemática mayor. “No podemos hacer más porque comienzan a grabarnos videos y a decir después que estamos maltratando a los habitantes de la calle”, dice un patrullero.Rodrigo Díaz, vecino de Normandía, coincide en que nadie cuida lo que es de todos y para beneficio común. “Hay gente que ve que se los están robando y no dice nada, eso es lo que nos falta, cuidar más lo que es nuestro”. Uno de los jóvenes de un grupo de deportistas que madruga a trotar, opina igual: “Estamos seguros de que desde las ventanas de esos edificios se ve cuando se los están robando, pero no hacen nada para impedirlo”.Elizabeth Bastidas, esposa de Díaz, insiste en que por la noche es muy poca la vigilancia de la Policía. El mayor Correa acepta que el hurto de faroles ocurre a esas horas, pese a la estrategia de patrullaje para atender todos los barrios de la Comuna 2 y las 2.500 solicitudes de identificación y toma de antecedentes a ciudadanos en el sector afectado. En reunión con el ingeniero Luis Adrián Patiño, de Megaproyectos; el teniente John Fredy Alfonso, comandante de la Estación de Policía Fray Damián, y el mayor Correa, se acordó realizar operativos en las chatarrerías del centro de Cali, para tratar de detectar los posibles reducidores de hierro, cobre y aluminio, este último, material base de los faroles.Un farol le cuesta a Megaproyectos $450.000 incluyendo la instalación, pero quien lo roba lo vende por $10.000 o $20.000. El ingeniero Carlos Correa, de Megaproyectos, afirma que estos accesorios no los roban para venderlos como tal, sino que los parten para extraer por ahí el cableado de cobre, lo más costoso. Y cuando no logran sacar los cables por el farol, revientan a golpes las tapas de cemento de las cajas subterráneas que lleva la conexión eléctrica a la luminaria. Así extraen el hierro de las tapas y halan el cableado. El negocio es redondo.“Los he visto hasta de día con los cables en la mano porque ni siquiera los esconden en una chuspa”, dice la mujer que trota. Los faroles se los llevan a las 8:00 de la noche, cuando todavía hay gente en la calle”, dice ella mientras algunos indigentes van saliendo de debajo de los puentes a tomar su baño en el río.Ciudadanía y Policía insisten que el proveedor debe elaborar los faroles en un metal más resistente, al menos el del brazo que los soporta, porque el aluminio es muy endeble y facilita el hurto. También solicitan a Emsirva la poda de los árboles. Mientras tanto, los indigentes seguirán robando faroles tan fácil, como cazando mariposas o bajando mangos.Faroles robados22 faroles Cartagena, de dos luminarias cada una, entre el puente de la Portada al Mar hasta el puente frente al Centro de Convenciones Alférez Real.17 faroles Cartagena, de una sola luminaria, entre El Peñón y el Hotel Dann.5 faroles Cartagena de un solo bombillo, desde el puente del Hotel Dann hasta el puente frente al Hotel Intercontinental.5 faroles Cartagena de una sola luminaria en el Paseo Bolívar.En la Manzana T eran 20 faroles de seis brazos, pero se las robaron todas.

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