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¿Qué pasa por la cabeza de los caleños?, alerta por intentos de suicidio

En los últimos diez años 3.303 personas atentaron contra sus vidas en Cali. En el 2016, van 19 suicidios. Esto es lo que dicen los especialistas al respecto.

27 de marzo de 2016 Por: Redacción de El País

En los últimos diez años 3.303 personas atentaron contra sus vidas en Cali. En el 2016, van 19 suicidios. Esto es lo que dicen los especialistas al respecto.

El caso más reciente ocurrió en la madrugada del miércoles al norte de la ciudad: a los 30 años, un hombre subió al puente peatonal de la Carrera Primera con Calle 71, con la intención de quitarse la vida. Pero los policías que patrullaban la zona evitaron que se ahorcara. Fue a las cuatro de la mañana, dijo el subintendente Hanner Rodríguez, quien contó que el autor del suicidio frustrado es  un esposo con problemas sentimentales que días antes se había separado de su mujer: “Eso lo tenía mal, agobiado, por eso quería suicidarse”.

Antes de ese hombre, otras 95 personas atentaron contra sus vidas en Cali; ese registro corresponde tan solo a los primeros 54 días del año. En el 2015, de acuerdo con los conteos que lleva la Secretaría de Salud, lo hicieron 241 personas y en el 2014 lo intentaron otras 248. En el 2011, fueron 504 personas las que trataron de matarse. En los últimos diez años las estadísticas hablan de tantos intentos de suicidio, que para tratar simultáneamente los nervios de los afectados habría que multiplicar por seis las camas del Hospital Universitario del Valle: en ese tiempo, 3.303 personas atentaron contra sí mismas en las calles de la ciudad. ¿Qué es lo que cruza nuestras cabezas?

La primera vez que Juancho* fue al siquiatra tenía 28 años. Ahora tiene 35 y se sigue viendo como estudiante universitario: la despreocupación en sus ojos, el pelo y los tenis sucios, un morral en su espalda y casi nada en los bolsillos. En esa ocasión, el motivo de consulta era la idea fija que tenía de matarse; graduado de administrador de empresas, para ese momento llevaba varios años trabajando en un banco donde aseguran que tenía mucha proyección. Hasta que una discusión con uno de sus jefes convirtió el empleo de sus sueños en una pesadilla de jornada continua y horario extendido. Cuando sucedió lo que sucedió, Juancho recién había asumido la deuda de una casa nueva pensando en el ascenso y el mejor salario que  veía a la vuelta de la esquina. Pero cuando todo dio un giro  que lo dejó en la calle y sin trabajo, fue como si se derrumbara el castillo de naipes con él adentro.

Durante los meses siguientes, entonces, Juancho empezó a considerar todas las opciones que había visto en televisión hasta que determinó tragarse un tarro de tranquilizantes. Estaba en esas cuando una amiga lo encontró y se lo llevó a la clínica. Un amiga, cuya identidad tampoco quiere que sea mencionada en la prensa, argumentando que aquella escena y aquel drama no tienen nombre. Fue a partir de entonces que Juancho empezó tratamiento siquiátrico. Dos años después las depresiones dejaron de jalarle los pies y hoy toma clases de inglés en Canadá. Su amiga lo muestra en una foto y sí, parece un estudiante liviano y sin problemas. Luego ella muestra una frase sin sonrisa: “No se qué habría pasado si no llego a tiempo...”

Analizando los casos de esta época, el secretario de Salud municipal, Alexánder Durán, cree el síndrome de la inmediatez en que están sumidas todas las dinámicas del mundo es uno de los factores que más pesan en la enmarañada ecuación que compone la salud mental de los caleños. Así que por consiguiente tiene relación directa con los suicidios. 

En la actualidad, precisa el Secretario, las dos primeras afecciones mentales entre la población diagnosticada siguen siendo las mismas de siempre, la esquizofrenia y el trastorno afectivo bipolar, “y en ese sentido el comportamiento en la ciudad ha sido más o menos similar a años anteriores; pero los cuadros depresivos y de ansiedad están cambiando, cada vez más frecuentes y relacionados con el tipo de sociedad en la que estamos, donde todo es para ya, todo se debe solucionar ya, y cuando no, fallamos”.

Durante el 2015, 2.423 personas acudieron al sistema de salud municipal con episodios depresivos leves. Si la depresión pudiera promediarse, eso quiere decir que cada día del año pasado seis personas estuvieron tan mal como para haber tenido que ir a dar a la clínica para que les ayudaran a resolver la revoltura de sus cabezas. Otras 230 personas llegaron con trastornos depresivos recurrentes y 157 más, con episodios depresivos graves que a la hora de ser registrados estuvieron envueltos en síntomas psicóticos: delirios, alucinaciones, la lengua que se traba, ideas inconexas que de un momento a otro saltan en conversaciones que pierden el sentido. 

“La forma cómo se manejan las relaciones interpersonales está influenciando mucho: esta es una sociedad que presiona más, un muchacho de 21 años debe ser un profesional, cumplir con los paradigmas que se establecen y eso hace que la gente se forme ansiosa, somos una sociedad de sicosis colectivas. Además a la sociedad joven, la falta de de contacto físico y relaciones reales profundas les da tal sensación de soledad, que sienten que no tienen un soporte cercano y eso hace que al caer en cuadros depresivos opten por el suicidio”. En lo que va del año, 19 personas se quitaron la vida  en Cali.

A través de la psicogeneaología, en una casa del barrio Napoles la psicoterapeuta Yadira García se especializa en la decodificación biológica de las enfermedades. La psicogenealogía, que estudia los vínculos inconscientes que una generación hereda de la otra, ubica a Cali en un campo de información rodeado de muerte y violencia proveniente de distintos flancos y épocas: las migraciones y las invasiones, el narcotráfico, el microtráfico y la ciudad que siempre ha estado cortada en dos.  “El suicidio es el conflicto de no poder transformar el entorno y al no poder canalizar hacia fuera la agresividad que eso me produce, la dirijo hacia adentro: no todos los suicidas son esquizofrénicos, muy a menudo son depresiones sicóticas o crónicas las que los llevaron hasta ahí. Entre los casos que atiendo en clínica, muchos tienen que ver con pérdida de los referentes y lo que provoca la inmediatez. En una cultura de lo inmediato tendemos a decisiones radicales”.

El psiquiatra con máster en psicoanálisis, Lucio David González, tiene una visión similar.  Lo que sucede, asegura, es que, como  consecuencia de nuestra hiperconectividad cotidiana, los problemas mentales que más afectan a la ciudad son casi los mismos que afectan al resto del mundo. Todo tiene que ver con el estrés, que también se globaliza, dice el psiquiatra, agregando que ya deben quedar pocas familias donde no haya alguien tomando antidepresivos o ansiolíticos. “El problema también es que la psiquiatría actual no tiene el tiempo de escuchar a las personas,  con consultas de veinte minutos… Muchas veces las depresiones han empezado con angustias que pudieron tratarse a tiempo, cuando todavía eran problemas familiares o una pelea de novios”.

Por eso el Secretario de Salud de Cali anunció la construcción de diez Centros de Escucha, habilitados para ofrecer  acompañamiento las 24 horas a cualquier persona que necesite ayuda psicológica, que esté deprimida o que tenga algún tipo de trastorno mental. El plan incluye un centro de escucha digital para que la gente pueda consultar especialistas en línea. “Hoy la falencia en el sistema de salud es que no tenemos lugares dónde atajar estos trastornos mentales antes de que lleguen a ese punto”. En el presupuesto de la Alcaldía, este año quedaron aforados mil quinientos millones de  pesos para la prevención de enfermedades mentales.

En el caso de los diagnósticos históricamente recurrentes (la esquizofrenia y el trastorno afectivo bipolar), la coordinadora de hospitalización-día en el Psiquiátrico del Valle, Angélica Soto, dice que allí la media se cumple. Al Hospital,  que trata las crisis agudas, llegan sobre todo pacientes ya diagnosticados. Pero entre los tres primeros motivos de consulta también están los trastornos ocasionados por lesiones como accidentes, por ejemplo. “Para llegar a desencadenar una enfermedad mental, causas hay varias: de orden genético y biológico; pero hay factores de riesgo que pueden terminar precipitando una crisis y algunos de ellos están asociados con la violencia. Esos son factores que en conjunto con otro tipo de causas, pueden ser detonante de una enfermedad”. 

En Cali, donde los atracos dejan en promedio 800 lesionados al año, nadie sabe qué secuelas ha provocado y está provocando la inseguridad entre sus víctimas. El año pasado 73 personas perdieron la vida en medio de  atracos callejeros. Nadie, tampoco, se ha dado a la tarea de atender lo que todo eso debe haber provocado entre sus familiares. ¿Qué es lo que cruza nuestras cabezas? Diariamente el Hospital Psiquiátrico del Valle atiende entre 30 y 40 casos urgentes.

Aunque el Hospital no cuenta con programas de rehabilitación para adicciones a los sicoactivos, la médica Soto cuenta que cada vez llegan más pacientes con patologías mentales asociadas al consumo de estupefacientes. Sumando todos los registros del año pasado solo es el 2,8% de las consultas totales, pero desglosando el porcentaje fueron 913 casos. 

El médico Jorge Quiñónez, que por hace 23 años fue responsable de la ‘línea toxicólogica del Valle’, dice que hoy es casi imposible determinar las sustancias que a través de los narcóticos están llegando a la cabeza de la gente en Cali. “La detección y el diagnóstico inmediato aquí no funcionan. Aquí no hay un laboratorio que permita establecer, por ejemplo, si alguien murió por una sobredosis: hay que mandar el cuerpo a Bogotá y esperar doce meses. El año pasado por lo menos dos personas murieron y nunca se comprobó la sustancia que consumieron”.

*Nombre cambiado

Los chicos, con grandes problemas en Cali

Entre la distribución de los trastornos emocionales que afectan la niñez y adolescencia en Cali, los dos primeros motivos de consulta en 2015 fueron la ‘perturbación de la actividad’ y el ‘trastorno de la conducta’. “En un campo de información donde se viven niveles de angustia, las dificultades de atención y concentración no se hacen esperar. Cuando el ambiente está perturbado lo que le queda al siquismo es perturbarse para acomodarse”, explica la psicoterapeuta Yadira García. 

En la lista de cicatrices aparentemente invisibles que la ciudad  va dejando en sus chicos,  el año pasado también figuraron trastornos que desde su mismo nombre casi explican su origen y consecuencias: trastorno de ansiedad de separación, por un opositor desafiante, trastorno de la conducta sociable y de  ansiedad fóbica en la niñez. En el 2013, la Corporación para la Atención Integral de la Niñez, Corpolatin, que través de una línea ofrecía atención psicosocial, reportó la recepción de 5046 llamadas de menores pidiendo ayuda.

Después de los adultos jóvenes, el de los adultos mayores es el grupo donde más intentos de suicidio hubo  el año pasado. Sin embargo, en la ciudad no hay estudios  sobre las enfermedades mentales que afectan a los ancianos habitantes de calle.

Ellas, las que más consultan

Hace cinco años el 63% de los trastornos mentales diagnosticados en la ciudad correspondían a mujeres. Según lo mostraba el informe de Salud Mental  de la Alcaldía, de los 14.000 pacientes que ese año se trataron, 8.820 fueron caleñas.

Entre los motivos de consulta más comunes en ese periodo estuvo el ‘trastorno de adaptación’, que en otras palabras se traduce en depresiones derivadas de las dificultades para hacer parte de una comunidad, adaptarse a un nuevo barrio, a una nueva vida.

Y de acuerdo con el cuadro de diagnósticos que el año pasado  levantó la Secretaría de Salud municipal, pocas cosas han cambiado: de los 19.620 trastornos neuróticos y relacionados con el estrés que el año pasado registraron, 14.662 casos correspondieron a  mujeres de la ciudad.

La depresión y sus episodios, descifrados por  la OMS¿Qué es? Un trastorno distinto de las variaciones habituales del estado de ánimo  a los problemas de la vida cotidiana, que puede convertirse en enfermedad cuando es de larga duración e intensidad moderada a grave, alterando la vida en todos los entornos. La depresión  puede llevar al suicidio.El error constante en los diagnósticos. La Organización Mundial de la Salud lo tiene detectado: pese a la eficacia que los tratamientos psicológicos y psiquiátricos tienen frente a la depresión, más de la mitad de las personas afectadas en todo el mundo no los recibe. Eso, sobre todo en países tercermundistas. En el primer mundo, el mayor problema son los diagnósticos mal hechos, que terminan intentado  resolver algo tan complejo solo con píldoras.

Trastorno afectivo bipolar: este trastorno se dibuja  a través de  episodios maníacos y depresivos separados por intervalos de estados de ánimo que gravitan entre la normalidad  y la euforia. “Los pacientes se desbordan entre una y otra orilla”, precisa el psiquiátra Lucio  González. Después de las ganas de morir, por ejemplo, pude aparecer una oleada de autoestima excesiva y disminución de la necesidad de dormir.

Trastorno depresivo recurrente: Se caracteriza por repetidos episodios de depresión durante los que se evidencia pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar. También gran  reducción de la energía. Muchos pacientes también presentan  síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño y del apetito, sentimientos de culpa y baja autoestima, al igual que dificultades de concentración.

Directo al corazón: La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Las circunstancias vitales adversas, es el caso: luto, traumatismos psicológicos, desempleo, la inseguridad, un rompimiento, la violencia. Hay relaciones entre la depresión y la salud física, dice la OMS:  las enfermedades cardiovasculares pueden producir depresión, y viceversa.

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