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Problema de conexiones genera contaminación en el río Lili, sur de Cali

Se han detectado al menos 16 sitios en los que caen aguas negras al río. La JAC reclama atención de Emcali y Dagma. Minería, otro contaminante.

12 de agosto de 2013 Por: Redacción de El País

Se han detectado al menos 16 sitios en los que caen aguas negras al río. La JAC reclama atención de Emcali y Dagma. Minería, otro contaminante.

Un problema de conexiones erradas contamina al Río Lili, en el sur de la ciudad, desde hace más de diez años, aseguran miembros de la Junta de Acción Comunal (JAC) de Ciudad Jardín, quienes denuncian la falta de atención de entidades encargadas como Emcali y el Dagma.Los habitantes del sector deben enfrentarse a diario con el mal olor que se desprende del lecho del río hacia los cuatro senderos peatonales que lo rodean en Ciudad Jardín. Y dicen que se pueden ver los puntos donde llegan las agua contaminadas, ya que el diámetro de las tuberías es de un metro. Incluso, estas vertientes han destruido parte de la zona de protección del río.Frente a esto, habitantes y líderes comunales de la zona manifiestan su preocupación. Como Hugo Salazar, coordinador del Comité de Servicios Públicos de la Junta de Acción Comunal y exgerente de Emcali, quien explica: “es un problema de conexiones cruzadas en los condominios. La gente construye o remodela sus viviendas y, por error, conecta las tuberías de aguas lluvias a sistemas de alcantarillado. Todo esto va a parar al río”. Salazar, que es ingeniero sanitario, sabe lo dispendioso y delicado que puede ser un proceso que logre dar fin al problema, ocasionado desde una década atrás por falta de control por parte de la Alcaldía y de Emcali, y ahora de las Curadurías Urbanas, entidades encargadas de autorizar las licencias de construcción en la ciudad. Incluso comenta que en una ocasión, al reclamarle a un funcionario de estas organizaciones, la respuesta fue que “no le interesaba”. “El Dagma se ha comprometido en varias ocasiones a agilizar el estudio de la situación por parte de Emcali para definir el proceder”, afirma.Amparo Valencia de Arana, miembro del Comité de Gestión Ambiental de la JAC, cuenta que, anteriormente la junta ya se había dirigido a Emcali y al Dagma, en varias ocasiones, solicitando atención, sin obtener una respuesta concreta.“No han venido, no se ha hecho nada. Emcali dar solución y el Dagma debe gestionar ante esa empresa. Hemos contado 16 vertimientos, que existen desde hace más de trece años que llevo viviendo aquí. El agua negra de las casas está cayendo al río”, alega la líder comunal. Efraín Torres, jefe del Departamento de Alcantarillado de Emcali, asegura que la empresa está trabajando en la situación. Que su función es investigar de dónde provienen los vertimientos y comunicarlo a los propietarios de las edificaciones involucradas, quienes deben solucionar el problema. “El Dagma les da plazo de un mes para arreglarlo, a partir de la notificación, y si no lo hacen se les cobra una multa”, afirma Torres. En respuesta, Josefina Hidalgo, directora (e) del Dagma, dijo que el deber de la organización es realizar vigilancia a los cauces de los ríos y canales de la ciudad, con el fin de identificar vertimientos directos. A partir de ello, se notifica a la empresa de servicios públicos Emcali para que establezca el origen de las aguas residuales.“Cuando se identifica que los vertimientos son causados por conexiones erradas, Emcali remite la información de los usuarios que no han realizado la corrección. El Dagma les notifica para que remedien la situación”, explica Hidalgo.La autoridad ambiental pronostica que para finales de 2013 habrá informado al 100 % de los usuarios que tienen dichas conexiones, pero la directora reconoce que esto no garantiza que la totalidad de ellos realice el arreglo solicitado en el plazo establecido.Hidalgo también asegura que, a la fecha, se han dirigido a más de 1124 habitantes de las comunas 2, 5, 10, 11, 17, 19 y 22 que presentan esta situación y se han corregido apenas 717 conexiones.De igual manera, asegura que en el Río Lili se identificaron 25 usuarios con desviación en las tuberías, de las cuales se han arreglado ocho. En la actualidad la organización está a la espera de las faltantes. “Esto ha permitido la solución del 56 % de la carga contaminante por aguas residuales en Cali”, concluye.Sin embargo, Jaime Mazorra, vicepresidente de la JAC y de la Junta de Acción Local (JAL) de la Comuna 22, declara que llevan “muchísimo tiempo peleando por este asunto” y que el Dagma aún no ha notificado cuáles son las viviendas que tiene las conexiones irregulares, en lo que coincide con Diego Barreto, presidente de la JAC.La indignación de los vecinos del sector es tal, que tres semanas atrás, instalaron pasacalles en las zonas aledañas para dar a conocer la situación a los transeúntes y llamar la atención de las entidades involucradas, incluida la CVC, como responsable del medio ambiente. Esta entidad es mencionada, dada la contaminación que recibe el río Lili de minas de carbón en la zona rural. Humberto Trujillo, profesional especializado de Gestión Ambiental Regional Suroccidente de la CVC, afirma que en la zona alta del Río Lili, al lado izquierdo, se trabaja la minería ilegal, cuyos químicos contaminantes le han dado un color rojizo al agua. “Esto, según el artículo 306 del Código de Minas, es competencia de la Alcaldía”, asegura. “En noviembre de 2012, hicimos un recorrido con la Policía tras la minería ilegal, pero no encontramos nada”, recuerda Trujillo.También cuenta que en la margen derecha hay un predio con permiso para explotación minera, pero se encuentra inactivo y pertenece a Cementos Argos, “allí detectamos un ducto de agua contaminante hacia el río”.“En quince días vamos a realizar una visita de seguimiento a esta industria para revisarlo”, asegura el vocero. Camilo González, estudiante universitario residente del sector, denuncia: “nos vamos a quedar sin agua potable. Las personas le dan poca importancia a temas como este porque los problemas se ven a largo plazo, no ahora. Con el tiempo va incrementando el daño que se puede generar. Las entidades públicas están más preocupadas por ver de quién es la responsabilidad y no de las soluciones”.

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