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Primíparos universitarios con pobre nivel de lectura y de escritura

Estudiantes de primer año de universidades tienen mala ortografía, no saben escribir un ensayo y no comprenden las lecturas.

1 de abril de 2016 Por: Valentina Echeverry Segura, integrante del Semillero UAO- El País.

Estudiantes de primer año de universidades tienen mala ortografía, no saben escribir un ensayo y no comprenden las lecturas.

Como “pobre y mediocre”. Así califica un estudio de la Red de Lectura y Escritura en Educación Superior, Redlees, el nivel de lectura y escritura de los estudiantes  primíparos del país.  

El estudio, que se realizó en conjunto con la Universidad de la Sabana, hizo un análisis del nivel de lectoescritura de los alumnos que cursan entre primer y segundo semestre de 13 universidades colombianas (ver microformato).

Según este informe, “los estudiantes de primer año de universidad no saben escribir un ensayo, tienen  mala ortografía y carecen de competencias en compresión de lectura”.

 La investigación  indica que las escuelas carecen de políticas institucionales que fortalezcan las competencias en lenguaje.

La educación media es vital para el desarrollo académico del alumno. Y según el estudio, en esta etapa los jóvenes no desarrollan  habilidades lingüísticas necesarias para obtener un conocimiento básico en el manejo de la lengua española, lo que les impide desarrollar textos de mayor nivel académico en la universidad. 

El informe devela en cifras que el 47 % de los estudiantes ni siquiera alcanza el nivel medio de desempeño en las competencias de comprensión de lectura en las pruebas internacionales.

La socióloga Viviana Helena Erazo afirma que la baja calidad de la educación en el país es una de las causantes de esta situación. “En los colegios no se promueve el hábito de leer; por el contrario, se enseña una lectura instrumental en la que los jóvenes solo leen lo necesario para un trabajo específico o para dar una determinada respuesta.

Las escuelas, si bien son un espacio de formación, actualmente muchas no cumplen esta misión y son más un espacio de contención en el que muchos docentes tienen bajas expectativas y baja exigencia frente a los procesos educativos de los estudiantes”.

Por otro lado, Mariano Lozano, profesor del Departamento de Lengua de la Universidad de la Sabana y uno de los principales investigadores del estudio comenta que “el estudiante por lo general es muy descuidado con la ortografía, especialmente con la puntuación y acentuación; en el bachillerato, en clase de español o literatura, poco se les enseña respecto al manejo de normas ortográficas”.

Para Óscar Ortega, profesor del Departamento de Lenguaje de la Universidad Icesi, todos somos responsables de esta situación, no podemos darnos el lujo de conocer el problema y seguir como si nada estuviese pasando. Pasa y es muy grave que nuestros estudiantes, pero también los profesores, padres, madres, políticos, empresarios, etc., tengan un nivel bajo o mediocre de lectura. Eso supone una sociedad mediocre.

Comprensión deficiente

Según  recientes resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), que evalúa a estudiantes de 15 años  en las áreas de lectura, matemáticas y ciencias naturales, el 47 % de los bachilleres colombianos  está por debajo del nivel mínimo de la prueba o Nivel 2.

Otras pruebas internacionales, como PIRLS (Estudio Internacional del Progreso de Competencia Lectora) que se realiza en 48 países y que en el último estudio evaluó a 3966 alumnos, de entre 9 y 10 años, confirma que el nivel de desempeño en competencia lectora es muy bajo, teniendo el estudiante colombiano un puntaje promedio de 448 (nivel bajo) de 675 (nivel avanzado), lo que repercute en el bachillerato en una comprensión deficiente del proceso de lectura.

Por tal motivo, es difícil para el alumno hallar diferencia alguna entre el proceso lector que desarrollaron en el colegio y el que desarrollan en la universidad. 

Carlos Esteban Fernández, estudiante de primer semestre de la Universidad Autónoma de Occidente, UAO,  evidencia que “el paso del colegio a la universidad es fuerte, ya que uno se está formando con la mentalidad de leer o estudiar estrictamente para llegar a la universidad. Veo mucha falencia en los hábitos de lectura por ser los textos un poco extensos, lo que complica la comprensión de estos”.

Consecuencias

Según Óscar Ortega, “las consecuencias de no saber leer ni escribir bien genera una sociedad sin aspiraciones ni historia. Si los ciudadanos no leen ni escriben no tendrán oportunidad de conocer otros mundos ni de ser críticos (con ellos mismos y con otros). Es decir, una sociedad débil, manipulable y falsa”.

En Colombia existe un empobrecimiento cultural generalizado y eso pasa por el desinterés de los colegios y los padres, comenta Germán Ayala,  profesor de humanidades,  comunicador social y politólogo. “La situación de los maestros actualmente es mal paga en los colegios públicos. En los años 80 las instituciones públicas fueron ejemplo, hoy muy pocas quedan de calidad porque la educación se privatizó”.

Las consecuencias representan factores que desestimulan el gusto por saber o conocer. No hay apropiación del conocimiento. Se padece de pobreza mental, cultural y social, considera Ayala. 

Otro elemento a considerar es la forma como evalúan a los estudiantes, que cada vez son considerados ‘clientes’, entonces, poco les exigen. Por eso no se lee, no se escribe y minoritariamente se pierde el año en el colegio, afirma el politólogo.

“Los libros en Colombia son costosos”, prosigue Ayala. En Argentina y en México, por ejemplo, son mucho más económicos. Y no hay campañas permanentes del Estado colombiano u otras organizaciones que utilicen los medios masivos de comunicación para promover la lectura.

“El sistema educativo no motiva a los estudiantes a leer. Cuando les ponen lecturas, son lecturas incomprensibles que no tienen un método de apreciación ni apropiación. En estos momentos tengo una estudiante  supremamente lectora, es estadounidense y allá hay otro proceso en los colegios de involucramiento con la lectura”, afirma Carmen Cecilia Rivera, investigadora y docente de primíparos de la UAO.

“El primer principio de la educación es la imitación. Los padres tienen que ser ejemplo principal para los niños desde temprana edad y que sean ellos los que incentiven la lectura y escritura. Si en la escuela se obliga a leer, no cambiará nada. Si en el Ministerio de Educación no se diseñan planes y promociones de lecturas, tampoco, y si las editoriales no elaboran planes orientados a ello, mucho menos. Todos somos responsables”, concluye Lizandro Penagos, docente con maestría en Literatura Colombiana y Latinoamericana de la Universidad del Valle.

Consejos prácticos 

El literato Jairo Benavides,  quien cuenta con una maestría en Literatura, de la Universidad del Valle, brinda algunos consejos  para que los jóvenes lean y escriban bien:

 Definir un horario de lectura y escritura semanal, mejor si se hace en un lugar como la biblioteca, donde se tiene material bibliográfico para consultar.Disponer de un libro de literatura clásica para leer en momentos de tiempo libre. Con esto, podrá cualificar su nivel de lectura.Organizar grupo de estudio en las asignaturas para realizar lectura colaborativa. Esto se logra, además, con grupos de investigación y de lectura que muchas veces se encuentran en las universidades.Cuando se escriba un texto de cualquier temática, procurar leérselo a una persona cercana para solicitar comentarios,  puntos de vista, percepciones,etc.
Cómo ayudan las universidades caleñas  Desde hace año y medio se ha conformado la Red Latinoamericana de Centros y Programas de Escritura, a la que pertenecen diferentes universidades de Cali. Una de ellas, es la Pontificia Universidad Javeriana con su Centro de Escritura Javeriano. En él se ofrecen tutorías personalizadas para estudiantes de todas las carreras teniendo como objetivo el acompañamiento en la realización de textos académicos en todas sus fases; desde la planeación hasta la realización. Los tutores de esta universidad son seleccionados y formados profesionalmente para el desenvolvimiento y el apoyo a los estudiantes. El Centro de Escritura Javeriano es el primero en Colombia y uno de los primeros en América Latina. Por su lado, la  Icesi,  luego de varios talleres ofrecidos en 2012, el Programa de Incorporación de la Escritura como Estrategia Didáctica capacitó a un grupo de tutores para crear su Centro de Escritura. Todo este proceso de capacitación fue apoyado por el Centro de Español de la Universidad de Los Andes. Isabel Echeverri Soto, directora del Centro de Escritura de la Universidad Icesi, cuenta que “en 2012  empezamos a notar una serie de dificultades en los estudiantes cuando ingresaban a la universidad en  temas de lectura, escritura y oralidad. Entonces decidimos hacer una reforma de los cursos y creamos el Centro de Escritura como un espacio físico para que los estudiantes puedan llevar textos antes de entregarlos a sus profesores para mejorarlos en cuanto a la construcción de sentido”. Un  valor agregado de este Centro, prosigue Echeverri, “es que se tiene  100 % el acompañamiento administrativo, la rectoría nos brinda apoyo de tipo económico o de capacitación”. La Universidad Santiago de Cali también cuenta con el Centro de Escritura, Lectura y Oralidad Académica, Celoa, que tiene como misión fortalecer, a través del currículo, las competencias comunicativas propias de los ambientes académicos universitarios como: lectura, escritura y oralidad, disminuyendo los niveles de repitencia y deserción. También, la Universidad Autónoma de Occidente tiene en sus instalaciones el Centro de Lectura y Escritura, Celee. Así, muchas otras universidades del país cuentan con cursos y programas para el mejoramiento de la lectura y escritura de los estudiantes.

 

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