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Poemas y cuentos, terapia para 'exorcizar' las emociones de jóvenes

¿Puede reescribirse la vida? En Cali, de una u otra forma, ocurre a través de un taller de escritura en un hogar-internado del Icbf.

2 de junio de 2015 Por: Redacción de El País

¿Puede reescribirse la vida? En Cali, de una u otra forma, ocurre a través de un taller de escritura en un hogar-internado del Icbf.

El libro es la conclusión de muchas historias. Lo presentaron este sábado, en la Biblioteca Departamental. Se llama ‘Relatos del Sur’ y es un compendio de cuentos y poemas logrados en los talleres de la Red Nacional de Escritura Creativa, Relata (nodo sur), promovidos por el Ministerio de Cultura.

338 páginas recogen meses de trabajo de varios maestros y decenas de personas que, en su mayoría, sin tener la escritura como oficio, entregaron sus días a la construcción de un camino de párrafos que les permitiera llevar sus ideas hasta el punto final. Para otros, el libro es sobre todo un comienzo.

Es el caso de César Vivas y Luis Eduardo Valencia.  El sábado, ambos estuvieron en representación del taller que los convirtió en autores bajo el techo de la Institución San José, un hogar-internado que en el barrio Junín de Cali recibe chicos en protección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Icbf.

Casi todos han llegado ahí después de cumplir los 8 años, que es la edad a partir de la cual la probabilidad de que una familia tome en adopción a un niño deja de ser muy difícil para convertirse casi que en milagro.

Con el paso del tiempo, entonces, técnicamente esos muchachos se convierten en ‘hijos del Estado’, que se esfuerza por hacer bien la tarea de su crianza. En la Biblioteca, después de la presentación del libro, César, de 17 años, dijo que sueña con ser escritor. Luis Eduardo, de 19, poeta. 

Antonio Valencia, el director de la Institución San José, cuenta que la idea del taller no fue exactamente suya sino de la Fundación Casa de la Lectura de Cali, que en el 2012 se lo propuso como un espacio alternativo para aprovechar el tiempo libre  de los chicos.

Y al director le pareció un acierto: “Estaba programado para seis meses y al acabar ese periodo fue tan bueno que decidimos crear un vínculo para hacer el taller de manera formal. Actualmente participan entre 20 y 25 jóvenes y ya van dos publicaciones: ‘Yo Soy’, un compendio de relatos autobiográficos que se publicó en diciembre del 2014, y este, ‘Relatos del Sur’, que recoge textos de seis muchachos del San José”. 

En este tiempo, dice el director, los efectos de la escritura no solo se han visto reflejados en aquellos escritos sino en páginas que aunque intangibles son igual de importantes: el ejercicio ha permitido que los chicos hagan “catarsis” de emociones que durante largos años, en muchos casos, permanecieron atrancadas en medio del camino como un párrafo chueco que no los dejaba avanzar. “Ha sido un proceso terapéutico”.

Y también ha servido para que “mejoren sus competencias como estudiantes, la comunicación y la escucha”, apunta Olga Ardila, directora administrativa de la Casa de la Lectura.

La Institución San José acoge a 80 chicos. Varios de ellos, estudiantes universitarios. Varios, deportistas de alto rendimiento.

En Relatos del Sur hay dos textos de César: ‘El día sin fin’ y ‘Una tía muerta’. “Ambos son ficción”, dice con una sonrisa imborrable, camisa a cuadros y corte a lo Cristiano Ronaldo. El sábado, sobre uno de los libros, un asistente a la presentación le pidió su firma. “¡Mi primer autógrafo!”, le comentó a su amigo Luis Eduardo, que tituló su texto ‘Niño de la Calle’.

César quiere estudiar Comunicación Social y dedicarse a escribir libros. El primero lo haría sobre el amor.

Luis Eduardo, a través del taller, descubrió la poesía y a pesar de todo lo que le gusta el fútbol, ahora cree que su destino estará construyendo caminos de palabras en vez de persiguiendo una pelota. A 1 y 59 del sábado, dos horas después de que se acabara la presentación del libro, Luis Eduardo  posteó en su muro de Facebook: “Concurso nacional de poseía mi próxima meta”.

Lo escribió de essa forma, sin usar comas en medio, como si en su camino de aquí hasta allá, él tampoco viera descansos ni pausas.

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