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Pesebres lograron primer milagro de Navidad, estas son las historias

Vallegrande, Parques de la Flora y Puerto Mallarino superaron sus fronteras invisibles y ganaron en armonía y convivencia.

21 de diciembre de 2014 Por: Alda Mera Reportera de El País

Vallegrande, Parques de la Flora y Puerto Mallarino superaron sus fronteras invisibles y ganaron en armonía y convivencia.

El 5 de diciembre hubo un renacimiento en Vallegrande. Al anochecer, miembros de 40 familias fueron llegando al parque principal del barrio. Unos corrían con materiales o herramientas, otros cargaban figuras humanas o de animales, otros llevaban a San José, María o “los seis reyes magos” que la comunidad decidió vestir, y toda la fauna y flora con la que iban a armar el pesebre comunitario.En ese Belén imaginario, oh, sorpresa: se encontraron cara a cara familias que llevaban años enemistadas, meses sin hablarse, días ignorándose, así se cruzaran en la calle, en la esquina, en la tienda, en la estación del MÍO.Muros que se fueron al piso al reunirse para construir el megapesebre, donde cada figura porta un mensaje de paz. “Cuando cada uno empezó a mostrar sus aportes, se volvieron a hablar, se reconciliaron, hicieron las paces y trabajaron contentos hasta la media noche”, dice Isabel Ahumada, líder del proyecto.Y el 6 de diciembre madrugaron a dar el acabado final, antes de la visita del jurado que dio a Vallegrande como ganador del primer concurso de Pesebres por la Paz, organizado por la Oficina Asesora de Paz de la Alcaldía de Cali.Más que unir piezas, pulir materiales, armar maquetas, esta experiencia constructiva unió a jóvenes y niños, limó asperezas entre vecinos de una y otra cuadra, tendió puentes entre adultos y ancianos. Al final, todos encendieron las luces de la sana convivencia.La Asociación de Gestión Empresarial Movimiento Ambiental, Gema, que trabaja “reciclando, recuperando y reutilizando”, como reza su lema, recibió la convocatoria y los diez miembros de la cooperativa decidieron participar.“La idea fue involucrar a muchas familias y distintos sectores de Vallegrande”, dice Isabel. Con volantes debajo de las puertas citaron y “los que quieren llegar, llegan”, dice la representante legal de Gema. Hubo una gran lluvia, pero de ideas, en la que acordaron que no harían un pesebre tradicional, sino simbólico. Luego de llegar de sus trabajos, 40 familias laboraban en sus casas. “En mis visitas de registro veía al esposo, la esposa, la suegra, el yerno, el vecino, los niños, los jóvenes, cortando, pegando. Fue una experiencia muy bonita verlos allí hasta medianoche”, dice la líder.Así nacieron simbolismos como una María colombiana blanca y un José de origen afro, para invitar a la tolerancia, a la pluralidad étnica y a reconciliarse los más claritos con los más oscuritos.Tres reyes hicieron magia en una escena que el país anhela como regalo de Navidad: Santos dando casas gratis, Uribe llevando el tratado de paz y Maduro portando la paloma de la paz. ¡Milagro: esa santísima trinidad de acuerdo! “Como gobernantes deberían dar ejemplo”, dice una mujer que unió esfuerzos sin saber si eran santistas o uribistas y crear el pesebre con el que todos ganaron. Y Melchor, Gaspar y Baltazar no llevaron regalos de cuento de fantasía, sino de la vida real: la botella de agua, símbolo de vitalidad; el costal de reciclaje, para el cuidado del medio ambiente, y abono orgánico para cultivar esperanzas. Los animales no pastan porque sí: cada especie doméstica va unida a otra salvaje. Y el perro y el gato aparecen comiendo en el mismo plato, símbolo de tolerancia.El mensaje es que podemos convivir en paz pese a las diferencias, no importa si uno es más feroz que el otro, dice ella y añade: “las almas no las juzga Dios por el tamaño ni el color, todas son iguales”.“Estamos muy contentos con el premio ($3 millones), no lo esperábamos, acordamos comprar los regalos para los niños y el plato navideño”, agrega. Y comprarán un megáfono para la comunidad y camisetas, dice otro líder de Gema, que en cinco años ha recuperado tres parques. Y con el pesebre reciclaron diferencias, reutilizaron sus valores y recuperaron la armonía entre los vecinos.Pesebres comunicantes Los de la Torre I no se comunicaban con los de la Torre II: había una línea imaginaria que los dividía a pesar de vivir en la misma unidad residencial y donde faltaba justamente eso, unidad. Los de la torre izquierda no se hablaban con los de la torre derecha y eso creaba enemistad. “A la gente la sorprende que en sitios como Parques de La Flora, haya diferencias, roces”, dice Germán Jaramillo, administrador de la Torre I de este conjunto estrato cuatro, al norte de Cali. Por ello, él y Olga Beltrán, administradora de la Torre II, “tomamos el tema de la convocatoria, la unión y la reconciliación, como bandera para limar asperezas y unir los grupos”, dice Jaramillo y se inscribieron en el concurso.Y ganaron el segundo puesto, y en paz y reconciliación. Como dice Lina Osorio, responsable del proyecto por la Alcaldía, “tanto sirvió el concurso que allí ya todos se hablan y se volvieron amigos”.De las 110 familias de la Torre I y las 110 de la II, empezaron unas pocas a trabajar en el pesebre, pero muchos se fueron integrando al ver a los dos grupos unidos. “Al final todo el mundo se metió en el cuento, empezó a creer que sí se podía y desaparecieron esas barreras que los dividían”, cuenta Germán.Así, gente que no se sabía el nombre del otro, ahora hasta crearon un grupo en ‘whatsapp’. La mejor experiencia fue el día de la presentación ante funcionarios de la asesoría de paz de la Alcaldía y el jurado. Todos ensayaron muy bien su papel en el que un adulto le entregaba a un niño un mensaje de reflexión sobre el perdón, la tolerancia, el respeto, la paciencia, la humildad y así fortalecer los valores de unión entre los vecinos.El proceso fue tan profundo, que decidieron donar la tercera parte del premio para los regalos de los niños de Puerto Mallarino, pesebre que quedó tercero y no tuvo incentivo económico. Con la otra parte comprarán el sonido para la unidad, que ahora sí es unidad, para oficiar la Eucaristía dominical y dictar las clases de aeróbicos. Y habrá regalos para los niños del conjunto y un compartir de sus habitantes que ahora ya rezan la novena y cantan villancicos unidos. Tres barrios, una sola comunidad Habitantes de Puerto Mallarino, La Playa y Puerto Nuevo, barrios que en la vida real vivían separados por líneas invisibles donde los habitantes de un sector no podían pasar al otro, se unieron en la construcción del pesebre que logró diluir esas fronteras imaginarias e integrar, como en Belén, a toda esa comunidad. “Nos unimos los tres barrios que hemos estado en conflicto por esas barreras imaginarias”, explica Azalia Mendoza, miembro de la Junta de Acción Comunal de Puerto Mallarino.La apuesta fue reforzar los mensajes de no violencia, de respeto, tolerancia, perdón, reconciliación y sobre todo la unión, dice la líder. Valores que han venido trabajando desde hace 17 años con el acompañamiento del padre José González y el padre Braulio Ortiz, de la Pastoral Social, la Fundación No Matarás y el Vicariato por la Reconciliación, entidades de la Arquidiócesis de Cali.“La gente estaba muy contenta y no les motivaba el premio en sí, sino que lo que ganamos fue la paz que se respiraba, la tolerancia”, comentó Azalia.“Fue una experiencia muy gratificante donde no había afán competitivo, sino que funcionó como una estrategia y una herramienta para tener armonía y paz, muchos decían, qué bueno que todo el año fuera así”, expresó Carlos Cifuentes, otro de los líderes del sector.En los barrios La Playa, Puerto Mallarino y Puerto Nuevo, se convocó a más de 40 familias, unas 200 personas entre niños y adultos, que se dividieron en grupos: el de reciclaje, el de recepción del material y uno de cortado, armado y pintado de materiales como botellas e icopor que tomaban figura humana o de casas, a cargo más de jóvenes y niños.Los jóvenes en alto riesgo cortaron la guadua y el palmiche para armar la casa y el techo y los carretilleros la trasladaron. Y un grupo de alimentación, encargado de preparar los alimentos.La unión funcionó como un relojito en turnos en los que unos terminaban lo empezado por los otros. Las madres llevaban manualidades para elaborar en casa mientras cuidaban a sus hijos.Todos coincidieron en que fue muy bonito compartir al calor de una natilla y unas empanadas, y hasta de una mazamorra, “porque desde las casas nos mandaban comida para que trabajáramos en el pesebre. “Fue muy positivo compartir lo de los tres sectores, estrechar lazos, conocernos y escucharnos cuáles son las necesidades de los otros vecinos”, concluyó Guillermo Molina, de la JAC de Puerto Mallarino.

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