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Omar Cubas, el hombre inspiración para recuperar el centro histórico de Cali

Cubas convenció a la ciudad de Asunción de que podía recuperar su centro histórico. Historia de una obstinación.

3 de julio de 2016 Por: Katherine Mora y Lucy Lorena Libreros | Periodistas de El País

Cubas convenció a la ciudad de Asunción de que podía recuperar su centro histórico. Historia de una obstinación.

Para entender por qué Paraguay es un país tan chico, una mancha sutil en el inmenso mapa suramericano en la que viven solo 7 millones de personas,  Omar Cubas empezó a hacerle preguntas a la historia. La respuesta la halló en un capítulo que se escribió hace más de 150 años y que él hoy recita con precisión de maestro: “la culpa de todo es de la Guerra de la Triple Alianza, de 1870,  que solo nos dejó 324 hombres vivos en todo el territorio; fuimos casi aniquilados como nación. Casi. Lo que nos salvó fue la garra guaraní, como decimos nosotros, los paraguayos”. La lección la comparte cada vez que puede. Cuando se la preguntan y cuando no. Casi siempre ante transeúntes desprevenidos, cuando le da por tomarse el centro histórico de la ciudad de Asunción, en  jornadas  que arrancan a las 6:00 de la tarde y se extienden por  doce horas, hasta que el sol empieza a desperezarse,  y en las que los dueños de los locales comerciales de la zona abren de par en par sus puertas mientras el resto del mundo pierde el tiempo durmiendo.  La cosa comenzó hace poco menos de cuatro años. Omar Cubas —otrora entrenador de rugby y hoy empresario gastronómico— célebre en la capital paraguaya por el ser el autor de los sabores de la cadena de restaurantes Pizza Urbana, recuerda que eso de “dignificar el centro”  fue una idea que nació espontáneamente luego de ser invitado a un foro en el que la Alcaldía de la época buscaba el camino más corto para recuperar un área de Asunción de la que se habían adueñado el olvido y el abandono estatal desde 1992. Cubas y otros 30 empresarios asuncenos escucharon atentos, pero no acabaron convencidos: “era uno de esos proyectos que hacen los gobiernos muy bonitos sobre el papel y que   además dejaba  de lado algo muy importante: nuestra historia”. De ese descontento nació la Asociación de la Movida del Centro Histórico de Asunción. Omar Cubas dice que en su ciudad la conocen como el  Amcha y que esa entidad no es otra cosa que la unión entusiasta de una decena de comerciantes, entre hoteleros, discotequeros y restauranteros, que no quisieron caer en la tentación del olvido y a cambio  se han dedicado en estos  años a caminar con la historia de su país  a cuestas. La razón de Omar es poderosa: “es la única manera de generar sentido de pertenencia hacia cualquier lugar. Entender de dónde venimos, de qué estamos hechos. Una ciudad no puede progresar, no puede proyectar su futuro, de espaldas al pasado”.     Se trataba de recuperar el centro histórico, el espacio público. Y lograron  aunque fueran más los escépticos que los hombres de fe. Es que para entonces el lugar era feo, sucio, con altos índices de criminalidad e indigencia, del que se había marchado  el 90 % de sus habitantes. Y con plazas viejas y tristes por las que los  dos millones de paraguayos que las transitan de día —habitantes de poblaciones cercanas que solo viajan a Asunción a trabajar— no querían pasar  después de abandonar sus oficinas al filo de la tarde.      Pero Omar y la gente del Amcha aprendieron a dopar el sentimiento de la apatía. ¿Qué pasa si nos agrupamos en una asociación y hacemos un movimiento cultural? Fue cuando se aferraron, como marineros a sus brújulas, al sueño de recuperar el centro. Crearon un fondo que les permitiera “tirar la primera piedra sin esconder la mano”, como dice Omar.    El fondo nació después de que cada socio aportara US$500. “Varios me preguntaban ‘¿Y qué gano yo? Es que yo soy comerciante y esto es tarea del Gobierno’. Y yo les respondía que no ganarían nada. Que  tendrían que trabajar más, que  las esposas les iban a reclamar por el poco tiempo que pasarían en casa. Pero que iban a tener el orgullo de ser los protagonistas del cambio”.  Los dueños de cinco locales dijeron sí. Y detrás de ellos llegaron cinco cadenas hoteleras y empresarios de discotecas. Asunción, por esos días, celebraba 477 años de fundación.  Omar Cubas y sus ‘cómplices’ se dieron a la tarea de enlucir el centro  con sus propias manos. Los jardines, las bancas, los senderos de cuatro plazas. Agitaron el asunto por redes sociales e invitaron a los asuncenos a llegar al centro vestidos de  época. Lograron que les permitieran cerrar las calles, incluyendo dos avenidas  principales, para que los asistentes se reunieran en torno a un gran espectáculo de fuegos artificiales. A Omar se le escuchan palabras de emoción cuando lo evoca: “esa  vez reunimos quince mil personas”.  ****Omar Agustín Cubas Fanego aún no cumple los 40, es padre de tres hijos y su familia y amigos se dividen entre quienes lo llaman cariñosamente ‘El Loco Cubas’ y  ‘El Pollo’.    De no haber cultivado  el arte de la obstinación, seguro hoy sería cualquier otra cosa menos un tipo que logró convertir una discreta pizzería de barrio en una exitosa cadena de restaurantes. La primera vez que lo intentó,  a inicios del 2000, fracasó. Seis años después, y sin tener un solo horno, apostó a que sería capaz.  Y ya sabemos lo que pasó.  Es jueves en la mañana y el hombre  está parado a la salida de un salón, al interior del edificio de la antigua FES, en el centro histórico de  Cali. No es una poética casualidad. Omar les cuenta a varios periodistas cómo se dio el milagro de convertir una temida área de Asunción en uno de esos puntos donde hoy  hacen escala los buses que prometen ‘city tours’ para turistas. El hombre es uno de los invitados internacionales del Foro Cali 24 Horas, con el que la Alcaldía caleña quiere  comenzar a escribir la hoja de ruta que le permita ser una urbe que encuentre en la noche una oportunidad. Y  Omar lo hace ver simple: “lo que se necesita es estar perdidamente enamorado de la ciudad de uno. Y creer. Creer así los demás te griten que es una locura”.  Porque si existen profetas que se dedican a anunciar diluvios, Omar es uno de esos tipos que prefiere indicar cómo construir el Arca de Noé.  Con sus profundos ojos negros ha visto cómo la gente  poco a poco despertó del largo letargo de la indiferencia y hoy acude en familia a disfrutar del centro. “Comenzamos con actividades de entretenimiento masivo que incluían folclor y artistas nacionales para toda la familia. Veías a los niños corriendo por ahí y  padres empujando sus cochecitos de bebé. Para las altas horas de la noche les apostábamos a los jóvenes con bandas de rock y Djs. Y eso fue generando un ambiente  festivo. La gente fue regresando al centro, en parte porque se lograron alianzas con empresas de transporte público para moverse hasta altas horas de la madrugada. Son eventos gratuitos en los que pensábamos en todo, desde la seguridad hasta los baños móviles. Todo costeado por nosotros”. La respuesta de la gente fue más positiva aún. A través de redes sociales los asuncenos se han ido convirtiendo en vigías de su ciudad. Denuncian casos de criminalidad, de indigencia. #SentíElCentro es ya un grito permanente de miles de cuentas de Twitter en Paraguay.    En agosto próximo Amcha cumplirá dos años haciendo la tarea. En total 19 eventos públicos y gratuitos. Omar reflexiona un momento y dice entonces que esa hazaña es “una especie de milagro americano”. Uno de esos eventos  se celebró durante  las fiestas patrias de Paraguay, en mayo pasado. Los del  Amcha salieron a la calle disfrazados de próceres, como paraguayos de época, lo mismo que otros  200 actores profesionales que fueron paseando a los transeúntes a pie, durante 5 kilómetros,  por lugares  históricos  como la Casa de la Independencia, el Palacio de Gobierno y la Junta de la Comandancia de Policía, que hasta hace poco era mirado con desdén pues les recordaba a todos los años pedregosos de la dictadura.  “Esos espacios son como museos abiertos, en los  que  hoy funcionan oficinas. Desde uno de esos viejos edificios despacha  la oficina de relaciones exteriores; es  un antiguo palacete al que la alta alcurnia iba antes a bailar el vals. Mucha gente no lo sabe. Entonces aprovechamos esa actividad para contarles ese pedacito de nuestra historia”.   250.000 personas acudieron durante tres noches seguidas. En jornadas como esas, cuenta Omar, las ventas de todos los establecimientos comerciales del centro  —entre los que hay  también tiendas de moda, droguerías, minimarkets, gimnasios y spa— sumaron unos  US$3 millones. “También se han valorizado los locales. Hoy ya no se consiguen tan fácil como antes porque  muchos empresarios han migrado al centro. Y además, se han generado  empleos. Yo mismo abrí dos locales nuevos que emplean a  unas 50 personas”. ¿Por qué no lograrlo en Cali?, se pregunta entonces Omar. “Un día ustedes, como nosotros, podrán contarles al abuelo que ese parque donde conoció a la abuela es el mismo lugar donde los nietos hoy juegan pelota y están conectados con sus teléfonos al ‘wifi’, tranquilos, seguros. Que se pudo recuperar un espacio que antes era de ellos y que ahora también lo hicimos nuestro”. 

Con sentido social En varios de los locales de su cadena de restaurantes Pizza Urbana, Omar Cubas ha empleado a personas que han estado en la cárcel.   “Las personas cometemos errores,  pero merecemos siempre una nueva oportunidad. Varias de esas personas que empleé, hoy son dueños de sus propios negocios.  Lo que me demuestra que valió la pena haber creído en ellos. Otros empresarios de Asunción ya lo están haciendo también”.“A mí siempre me ha  gustado el trabajo social. Durante varios años trabajé en proyectos para el Fondo Cristiano Canadiense para la Niñez”.

 

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