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Los 'piques' o carreras clandestinas se han convertido en una adicción peligrosa en Cali

Ciudad Jardín, Sameco, la vía a Yumbo, la Vía al Mar y Rozo se transforman en pistas de ‘piques’ cada semana. Drogas y apuestas, además de la velocidad, son la adrenalina.

14 de abril de 2013 Por: Redacción de El País

Ciudad Jardín, Sameco, la vía a Yumbo, la Vía al Mar y Rozo se transforman en pistas de ‘piques’ cada semana. Drogas y apuestas, además de la velocidad, son la adrenalina.

"Tener este carro es como tener otra novia”, dice Nicolás*, mientras acelera hasta los cien kilómetros por hora en la vía Cañasgordas, hacia Pance. La velocidad del auto - un Twingo- es tal, que a través de la ventana todo se ve borroso: árboles, semáforos en rojo, universidades, el MÍO. El reguetón vibrando en los parlantes dificulta oír lo que dice. “A este carro le he metido por ahí unos $6 millones”, continúa. Habla de mejoras del motor, de ampliación de la tubería de escape, de Nitro y Turbo. Todo con el objetivo de correr más rápido, de ganar estatus para vencer a otros competidores.Al llegar más al Sur, justo al lado de Comfandi Pance (antes del Puente de La Viga), hay filas de carros a lado y lado de la vía. Al menos unos 40 por costado. Alrededor hay grupos de gente viendo el espectáculo: carreras clandestinas.Un hombre al que llaman Sarria - dicen que es el dueño de un taller automotor- se para en el centro de la vía, en medio de un Mini Cooper y un Honda que por fuera se ven como autos que uno se encontraría en cualquier semáforo, pero que cuando arrancan con un rugido, pueden recorrer 600 metros en menos de 10 segundos en la vía recta. El que llega primero, gana.Aunque la pasión y la búsqueda de adrenalina son el motivo de estas carreras, el motor que las impulsa es el dinero, pues en ellas se apuestan hasta $500.000, dependiendo del carro. Nicolás, con su Twingo, apuesta solo $50.000. La mayoría de quienes van a piques de La Cañasgordas son jóvenes menores de 30 años, de universidades reconocidas o en su defecto, que han abandonado los estudios para dedicarse a negocios, no necesariamente lícitos. En sus charlas se oye que traen mercancía China y la guardan en bodegas por separado, para no perderla toda si la encuentra la Policía, pues es contrabando. En el olor del ambiente se evidencia el consumo de marihuana. Botellas de ‘guaro’ y cigarrillos también pululan entre los ‘parches’, donde se ven niñas que probablemente no han terminado el colegio. Nicolás cuenta que desde los 14 años ha ido a piques. “Es una pasión”, comenta. De hecho, dice que poco rumbea, porque prefiere invertir su plata en mejoras del carro o en apuestas. Martes, miércoles o jueves asiste ahí sin falta para ‘picar’. El que se haya estrellado en varias ocasiones no hace que quiera dejar de correr. Ni siquiera después del último accidente, en que su carro quedó como un papel arrugado, pérdida total. “Igual uno no aprende, entre más se accidenta, más cariño le coge a esto”, murmura. En las filas, algunos autos tienen ventanas rajadas o les faltan espejos; a otros les falta el bómper. Accidentarse en piques es pan de cada día. Las autoridades reportan que este año han fallecido al menos tres personas en la vía a Yumbo por esta razón. En la vía al Mar, otras cinco.El trébol de la muerteLlegando a Rozo, corregimiento de Palmira, en el puente de la variante que lleva a otros municipios como El Cerrito, se ven cada jueves mínimo 200 motos. Mientras algunas parecen de repartidor de domicilios, otras son de alto cilindraje y por su sonido se evidencia que están ‘engalladas’ (con mejoras). El espectáculo allí es distinto: esta no es una pista recta. De hecho, forma un trébol de cuatro hojas, un perfecto circuito de carreras. Hacen un recorrido como de un ocho infinito, mortal. Los accidentes en esta pista son el atractivo principal. Si algún corredor se cae o se sale de la pista, el rumor se extiende como un virus y todos se apresuran a ver si tiene sangre, si se partió algo. Si no, regresan desilusionados.Paco*, un vendedor ambulante, dice que en cada carrera se caen mínimo tres o cuatro. Lo normal son seis heridos. Señala una huella en el pavimento y dice “vea, esa es la sangre seca que quedó de hace ocho días; un muchacho se dio un ‘tiestazo’ ahí. Quién sabe si esté vivo”. El hombre vive de los ‘piques’: también va a los de Sameco y a los del Kilómetro 18. Mira hacia los lados: hay gente con tatuajes, pantalones rotos, cabello de colores, aretes, y explica que en los de Rozo, la gente es “de estrato más bajito”. Que allí apuestan lo que alcance... “a veces solo pal botello”. Que llegan de todo el Valle, incluyendo Cali, bandas de motociclistas dedicadas a actividades ilegales. Burlando a los ‘tombos’En el Kilómetro 18, vía al Mar, la situación es similar. El peligro allí es mayor por ser pendiente y la vía es de una calzada. Desde el puente hacia abajo se ven unos 600 metros de vehículos a los lados. Allí los ‘piques’ regularmente son de motos, aunque las autoridades han encontrado que hasta las bicicletas sirven para hacer carreras. La mayoría de ellas son inseguras, porque las arman artesanalmente con piezas robadas, como un rompecabezas. Este es quizás el único punto de ‘piques’ en Cali en que hay controles constantes. Los domingos, Tránsito y Policía hacen operativos. Sin embargo, los corredores cambian de día de encuentro para burlar a los ‘tombos’ (policías). Ahora ya no van el domingo, sino el jueves. En Sameco las carreras son los jueves. Siempre. Sin falta – excepto cuando llueve, porque las llantas pierden agarre. Miguel* dice que allí nunca cambian el día. Las autoridades lo saben y van “a molestarlos”, pero ellos se van a la vía a Yumbo o la del Aeropuerto para despistar. En la Cañasgordas las herramientas tecnológicas son el truco: para ponerse de acuerdo en el cuándo, se hablan en un cerrado grupo de Blackberry. Y para que no los atrapen en flagrancia, tienen radios ilegales que interceptan a los de la Policía. Por ejemplo, aquél día con Nicolás en la Cañasgordas, gracias al radio fueron alertados y la gente comenzó a huir mucho antes. Al llegar la patrulla se oyó una voz: “jóvenes, por favor, saben que esto es ilegal. Retiren sus carros o llamamos al Tránsito”. “La Policía siempre llega a quitarnos. Se ha vuelto muy complicado, aunque normalmente lo que hacemos es recoger plata entre todos y darles a los ‘tombos’ por ahí unas 200 lucas ($200.000) para que se vayan y nos dejen seguir corriendo. Hoy lo que no había era billete”, dice Nicolás.El coronel Nélson Rincón, comandante operativo de la Policía en Cali, enfatiza en los constantes operativos que se hacen en la vía al Mar. Dice que tienen la situación controlada en el resto de la ciudad y que no tiene identificados otros sitios de ‘piques’. En Rozo, los jueves, también llega la Policía de carreteras. El Coronel Bayron Castillo, comandante de la Policía de Carreteras del Valle, dice que el operativo lo hacen cada ocho días. Asegura que siempre llegan apenas comienzan los ‘piques’ – aunque aquel día transcurrieron casi dos horas antes de que aparecieran. En el operativo del jueves 4 de abril inmovilizaron 38 motos y pusieron 63 comparendos. “El que los persigamos les produce más adrenalina. Entre más operativos, más se empeñan. Esto es un problema nacional, pasa en las principales ciudades”, comenta. En los controles a veces hallan motos hurtadas y armas.“La autoridad se ha quedado corta”, admite Néstor Henao, supervisor del grupo operativo de Tránsito de Cali. “Es que con los piques vienen otras situaciones como el alcoholismo en adolescentes y la prostitución”. Señala la falta de articulación con Policía de menores y con Secretaría de Gobierno, “que nunca nos acompañan”. Esta Secretaría le dijo a El País que no tiene injerencia en el tema. Henao también explica que las zonas perimetrales, como la vía a Yumbo o la vía a Jamundí, donde también se da esta situación, son jurisdicción de esos municipios, pero ellos no tienen capacidad operativa para controlar. “Nosotros tampoco. El personal que trabaja de noche es menor y se dedica a atender accidentalidad. Como muchas veces son ‘piques’ espontáneos, no tenemos cómo llegar. Solo cuando son operativos programados”.Añade que están considerando medidas como demarcar con señales de no parqueo los puntos detectados. “Sin embargo, ellos siempre buscan un sitio nuevo a dónde ir”, dice. Cuenta que hacer operativos a ‘piques’ siempre desemboca en capturas de delincuentes. “Hemos encontrado hasta mujeres con cocaína entre sus partes íntimas. Esto es un problema de ciudad”.*Nombre cambiado a petición de la fuente.Glosario de piquesNitro: Sistema para inyectar óxido nitroso al motor, permitiendo que pueda quemar más combustible y obtener más potencia. La marca más famosa es NOS.Turbo: El turbocargador es un equipo mecánico que sirve para forzar aire a los motores de combustión, para lograr que se haga más rápido la combustión y aumentar la aceleración del carro. Ampliar la tubería de escape: sustituir los tubos de escape por unos con mayor diámetro, de material resistente a las altas temperaturas y de baja fricción, para que los gases del motor salgan con mayor fuerza, velocidad y temperatura.Carro/moto envenenado(a): al que se le han hecho mejoras.

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