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Los otros 'incendios' que deben apagar los Bomberos, emergencias insólitas

Los Bomberos Voluntarios de Cali deben atender muchas emergencias que no tiene relación con los incendios. Partos, atascamientos y derrumbes hacen parte de sus álbumes de recuerdos.

11 de agosto de 2015 Por: Lina Uribe / Reportera de El País

Los Bomberos Voluntarios de Cali deben atender muchas emergencias que no tiene relación con los incendios. Partos, atascamientos y derrumbes hacen parte de sus álbumes de recuerdos.

El Sargento Juan Carlos Pineda transporta su mente al año 1998 para narrar una de las hazañas que más ha marcado su vida como bombero. Aquel día, la llamada de una mujer desde el corregimiento La Leonera interrumpió su tranquilidad. Ella estaba a punto de dar a luz y no tenía cómo llegar hasta un hospital.

En compañía de otro bombero y un servicio de ambulancia, Pineda llegó a La Leonera y se encontró con una indígena desplazada ya en la última etapa del parto. Lograron subirla al vehículo. En cualquier momento nacería el bebé.

Cuando ya habían pisado el casco urbano y se acercaban al hospital, la criatura  nació ahí, en los brazos del Sargento, quien por fortuna se había formado como paramédico. Con un profundo agradecimiento, la madre del niño les preguntó el nombre a los dos bomberos que acababan de salvarle la vida: Juan Carlos y Jhon Edinson. El pequeño fue bautizado como Juan Edinson.

Por más insólita que parezca esta historia, atender partos es una labor común para los Bomberos Voluntarios de Cali. Aunque la institución se creó con el propósito de apagar incendios, esas emergencias son algunas de las muchas otras del día a día.

El percance más reciente lo protagonizó un hombre que llegó a un hospital del oriente de Cali con cuatro argollas de un cortinero insertadas en su miembro viril. Como los médicos no tenían los elementos necesarios para cortar los aros, tuvieron que llamar a los bomberos. Aunque también parezca insólito, urgencias de este tipo son recurrentes en la labor de estos protectores de la vida. El Sargento Pineda y sus compañeros también recuerdan otros atascamientos genitales que suenan hasta  más dolorosos, pues incluyen elementos que van desde una botella de champaña hasta una balinera.

Suena el radioteléfono y en la sala reina el silencio: todos los bomberos se quedan atentos para escuchar qué emergencia están reportando, pues si le corresponde a su zona de acción deben salir en máximo un minuto.

En Santiago de Cali hay ocho estaciones de bomberos y cada una tiene asignada una parte de la ciudad. Sin embargo cuando suceden emergencias de gran magnitud, los bomberos de varias estaciones trabajan en equipo.

Estos hombres y mujeres, que alguna vez fueron simplemente ‘apagadores de incendios’, hoy en día tienen formación en áreas como atención prehospitalaria, rescate urbano, seguridad industrial, rescate en alta montaña y tratamiento de materiales peligrosos. Los enfoques son diferentes, pero todos comparten el mismo objetivo: salvar vidas.

Se reparten en tres turnos diarios para dar una atención las 24 horas. En cada turno hay siete bomberos dispuestos a encender las alarmas cuando les sea reportada una emergencia en la que corra peligro una vida que no tiene que ser necesariamente humana, pues los animales también hacen parte de sus prioridades.

Lola, por ejemplo, es un nombre bastante recordado entre los Bomberos Voluntarios de Cali. A principios de abril, esta vaca preñada se cayó a un pozo séptico en Las Minas, oeste de la ciudad.

Rescate de “Lola” la Vaca por Bomberos Cali Marzo 31 de 2015-03-31

Por fortuna, un grupo de bomberos llegó hasta el sitio y después de una hora de intentos Lola y su ternero fueron rescatados. Luis Chica hizo parte de esa ‘operación’ que se convirtió en noticia nacional por la complejidad del procedimiento y la satisfacción del resultado. Bombero desde hace 23 años, Chica cuenta con orgullo que escogió esta profesión porque desde siempre le ha gustado ayudar a la comunidad. 

Así lo hizo también con Canela, una perrita mediana que se quedó atrapada en una cañería del barrio Nápoles. Fue necesario perforar el suelo para darle una esperanza de vida a esta cachorra que ya estaba desesperada por el encierro.  

[inline_video:kaltura:0_l6yihi1i:11603161:Gracias a los bomberos, Canela logró salir de la cañería en la que se había quedado atrapada]

El corazón altruista de este grupo de valientes los ha llevado a vivir un noviazgo con la muerte. Todos son conscientes de que cada emergencia les asegura una salida, pero no un regreso. El bombero Fernando Narváez aún se eriza cuando recuerda que hace 24 años tuvo un episodio en el que asegura haber estado a punto de morir mientras atendía un incendio en una vivienda.

Cuando llegó al lugar, una mujer amenazaba con tirar a su bebé desde el tercer piso para salvarle la vida. Con la ayuda de sus compañeros, Narváez retiró una ventana e ingresó al recinto. Logró subir al tercer piso, pero el destino le jugó una mala pasada: lo rozó un cable energía y lo tiró al piso de un corrientazo. Tuvo tan mala suerte que cayó sobre el mismo cable y se quedó ahí, electrocutándose, por cerca de dos minutos.

Su salvación en ese momento fue el casco que llevaba bien amarrado, pues de no haber sido así seguramente se hubiera fracturado el cráneo por los golpes que recibió mientras la corriente pasaba por su cuerpo. Ese casco, por supuesto, está guardado en su casa y hace parte de su colección personal.  

“Nosotros tenemos un ángel que nos protege, Dios nunca nos desampara”, dice ahora al hablar de ese infortunio ubicado entre sus recuerdos. Todos sus compañeros asienten y apoyan la idea. Ellos hacen parte de la estación principal,   ubicada en la Avenida Las Américas.  Para esos bomberos, quizá para la mayoría, paradójicamente apagar incendios a veces puede ser una de las labores menos comunes de su cotidianidad. 

 

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