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Brigitte Hoyos dice que se conmemora la muerte de los diputados ya no con esa tristeza tan profunda, sino con el perdón, con paz interior. | Foto: Bernardo Peña / El País

Las poderosas lecciones de los hijos de los diputados asesinados

Diez años después del crimen de las Farc, algunos de los jóvenes que perdieron a sus padres comparten su visión sobre lo que ese hecho significa para Colombia.

18 de junio de 2017 Por: Redacción de El País

Para este fin de semana, las familias de los 11 diputados del Valle asesinados por la guerrilla de las Farc el 18 de junio de 2007 tenían un plan: reunirse en una finca y conmemorar, unidos, el décimo aniversario de la muerte de sus seres queridos. Incluso, la idea era entregarles a los diputados, simbólicamente por supuesto, los regalos de lo que se celebra hoy: el Día del Padre.

Los diplomas de los hijos que se graduaron del bachillerato o de la universidad, por ejemplo. Daniela Narváez Perdomo, la hija del diputado Juan Carlos Narváez, de hecho, se acaba de graduar del Colegio Bennet, con honores. Sebastián Arismendy, el hijo del diputado Héctor Arismendy, estudia dos carreras en Bogotá: administración de empresas y contaduría pública. Juliana Orozco, la hija del diputado Nacianceno Orozco, es, como su padre, abogada. Diana Echeverry, la hija del diputado Ramiro Echeverry, es ambientalista. Trabaja en la CVC.

Por razones de logística, en todo caso, lo de reunirse en una finca no se pudo dar, así que cambiaron los planes. Las familias de los diputados asesinados se encontrarán este domingo a las 10:00 a.m., en la Asamblea del Valle del Cauca. El mismo lugar donde, 15 años atrás, exactamente el 11 de abril de 2002, la guerrilla los secuestró.

Allí se realizará una misa, oficiada por monseñor Darío de Jesús Monsalve, arzobispo de Cali. Enseguida, Jairo Andrés Hoyos, hijo del diputado Jairo Hoyos, presentará un video con la canción ‘Mi querido viejo’.

Y después Sebastián Arismendy, hijo de Héctor Fabio Arismendy, leerá un comunicado con el mensaje que le quieren entregar al país: la muerte de los diputados, en medio de todo, no fue en vano. Su sacrificio, como el de las miles de víctimas de la guerra, permitió en gran parte lo que Colombia tiene hoy: un acuerdo de paz entre el gobierno y las Farc.

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El aniversario de la muerte de los diputados coincide regularmente con la celebración del Día del Padre. Aquello es inevitable y cada una de las familias lo asume a su manera.

Brigitte Hoyos, hija del diputado Jairo Hoyos, explica que en su caso no celebra el Día del Padre. Quizá felicita al tío, o al hermano mayor, a la persona más allegada que de alguna manera tiene esa imagen de padre. Pero no se celebra nada. Más bien se conmemora.

Sebastián Arismendy, hijo de Héctor Fabio Arismendy, comenta que mientras duró el secuestro, es decir 5 años, en la familia tenían una tradición: comprar el regalo de su papá. Los obsequios permanecieron guardados en casa con la esperanza de entregárselos a su regreso del cautiverio. Cuando supieron del asesinato, que se dio en medio de un fuego cruzado entre dos frentes de las Farc, lo dejaron de hacer.

Ahora la tradición es conmemorar este día con su madre, María Consuelo Mesa González. María Consuelo es madre y padre. Incluso, antes de salir de casa, sus hijos siempre le dicen: “en el nombre de Dios mamá, en el nombre de Dios papá”. Ella los bendice.

Diana Echeverry, hija de Ramiro Echeverry, acostumbra en cambio a asistir a una misa con su familia, mientras que Juliana y Alejandro Orozco, los hijos del diputado Nacianceno, hicieron una especie de acuerdo sin ni siquiera conversarlo.

Ambos prefieren que el Día del Padre pase inadvertido. Si en la televisión se está hablando de esta fecha, cambian de canal. Lo mismo sucede con la radio. También evitan los centros comerciales y los restaurantes. Prefieren no tener contacto con las personas que están celebrando un día que la guerrilla les impidió seguir celebrando.

Sin embargo, este domingo estarán junto a las otras familias en el acto programado en la Asamblea Departamental. Hay un propósito.

– Para mí lo más importante ahora es no dejar morir la memoria de los diputados. Si en un inicio la lucha fue por su libertad, después por la no impunidad, hoy mi única lucha es la recordación. Que no se muera la memoria de mi papá. Que los diputados del Valle sigan vivos para el Valle, para la institucionalidad, para el país, y que nunca se les deje en el olvido. No hay peor sufrimiento que echar al olvido a unos héroes de la democracia, como lo fueron ellos, – dice Juliana Orozco.

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Hace unos días, mientras escuchaba una canción en la radio, Sebastián Arismendy reflexionó sobre sí mismo. La canción decía: “los hijos son la prolongación de la existencia”.

Y ese, dice, es justamente su proyecto: cumplir los sueños inconclusos de su padre, retomar sus banderas. Héctor Fabio Arismendy soñaba con ser Ministro de Educación. Además de diputado, era profesor. Sebastián se visualiza de la misma manera.

Algo parecido le sucede a Diana Echeverry, hija del diputado Ramiro Echeverry. El sueño de Ramiro era, al final de su vida, vivir en el campo. De cierta forma, dice Diana, lo cumplió durante el secuestro. No en las condiciones en las que él quería, por supuesto, pero permaneció entre la naturaleza, esos bosques que tanto le agradaban. Su otro gran sueño era defender los derechos de los campesinos a través de la política. Diana, se dijo hace unas líneas, es ambientalista.

Juliana Orozco estudió derecho no solo por la influencia de su padre, Nacianceno, sino también para luchar, en su momento, por su libertad.
- Yo siento que llevo las banderas de mi papá en cualquier actuación que tenga. Por ejemplo, estoy muy involucrada con el tema del medio ambiente, soy muy consciente de ello. Con mis amistades, con mi familia, en los lugares donde trabajo, busco siempre que se tomen medidas para reciclar, para cuidar la naturaleza, y eso es una herencia de mi papá, el diputado ambientalista. Era el presidente de la Comisión del Medio Ambiente. El medio ambiente era lo que a él lo movía. Y yo desde el nacimiento he tenido ese gusto por la naturaleza y ahora más aún. Además, desde la Unidad de Víctimas, donde trabajo ofreciendo asesorías jurídicas, trato, como lo hizo mi padre, de aportarles lo que más pueda a personas que lo necesitan, los que pasan situaciones difíciles. Es una labor muy gratificante.

Efectivamente, como dice la canción que escuchó Sebastián, los hijos de los diputados son la prolongación de su existencia.

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Sigifredo López, el único de los diputados secuestrados que sobrevivió a la masacre, advierte que este décimo aniversario de la muerte de sus compañeros debe servir para recordar una deuda aún pendiente de las Farc: la verdad de lo sucedido. Es el mismo pedido del resto de las familias.

– Hay muchos detalles que nos faltan por conocer. Por ejemplo, sigo insistiendo en que ese secuestro no pudo haberse realizado sin la colaboración de funcionarios de la Asamblea Departamental. Esa es una de las preguntas que se deben responder. Colombia entera espera esa respuesta. Yo, después de lo que pasé, después de la investigación que me hicieron, la necesito. Las Farc han dicho que esos detalles los van a entregar en la Justicia Especial para la Paz y esperamos que así sea. La verdad debe conocerse plena, completa e integral.

Sigifredo insiste, además, en que también, en el caso de los diputados, se requiere justicia. Aún hay un hombre tras las rejas que jura ser inocente. Se llama Héctor Fabio Mazuera y completa 13 años en la cárcel de Palmira. Lo acusan de ser uno de los encargados de abrirle el paso en una moto a la buseta en la que los guerrilleros sacaron a los diputados de la ciudad. En los próximos días recibirá la libertad condicional y su historia fue contada en este periódico el 20 de agosto de 2012.

– Es un caso que va a asumir la jurisdicción especial para la paz. Sin embargo, ese hombre debe ser reparado. Le hicieron mucho daño.

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Para la mayoría de las familias de los diputados el décimo aniversario de muerte de sus seres queridos es, de cierta forma, diferente a los anteriores.

Por supuesto si les hubieran preguntado si estarían dispuestos a sacrificar a sus papás, esposos, hermanos, a cambio de un acuerdo de paz con la guerrilla, hubieran dicho que de ninguna manera.

Sin embargo, es una especie de bálsamo tener la certeza de que el sacrificio de sus seres queridos, como el de los miles de muertos que dejó el conflicto con las Farc, está llevando a Colombia a reconstruirse como país, como sociedad.

– La muerte de los diputados sirvió para ponerle fin al conflicto, para que se diera por fin el acuerdo de paz. Lo ratificamos en diciembre pasado, cuando se hizo el acto de reconocimiento de responsabilidad de las Farc en Cali. ‘Pablo Catatumbo’ (comandante de la guerrilla) aseguró que para las Farc la muerte de mi padre y de todos sus compañeros fue uno de los peores errores de su historia. Después de eso, y de otros actos que cometieron, dejaron de ser los mismos.
Empezaron un decaimiento porque no solo el Estado los estaba combatiendo, sino que había todo un rechazo de los colombianos. El repudio de la sociedad aumentó y eso los hizo empezar a pensar en la necesidad de la negociación para llegar a una paz real. Tras el asesinato de los diputados se hastiaron de la guerra – dice Sebastián Arismendy.

Gloria, la hermana del diputado Juan Carlos Narváez, interviene para decir precisamente que este aniversario número diez, en el contexto del acuerdo de paz con las Farc, tiene un significado muy especial para las familias porque el país pudo concretar lo que tanto pidieron los diputados en las pruebas de supervivencia que enviaron mientras estaban secuestrados: buscar la salida negociada a la guerra.

– El aniversario sigue siendo una fecha muy triste para nosotros, pero simboliza el sacrifico de los diputados para que ahora Colombia viva en paz. El aniversario de su muerte representa también un mensaje para que aquellas personas que están en contra del proceso de paz, reflexionen. La paz es un legado de las víctimas, de los que murieron, para que Colombia esté bien y sobre todo, para la no repetición. Miles de colombianos murieron por la guerra para que otros, las nuevas generaciones, no pasen por lo mismo – dice Gloria.

Brigitte Hoyos, la hija del diputado Jairo Hoyos, considera, de otro lado, que este es un aniversario en el que de alguna manera se piensa no solo en el perdón hacia los verdugos, que es una decisión personal, sino también en el perdón hacia sí mismos, las víctimas. Perdonar para sanarse, liberarse, darse una nueva oportunidad.

Aquello lo demuestra el hecho de que aunque los responsables del secuestro y muerte de los diputados están saliendo de la cárcel tras los acuerdos de paz, y saberlo no es fácil, en todo caso no le molesta. No siente rabia. Por el contrario, dice Brigitte, es el inicio de una nueva vida para el país.

Lo que sí le molestaría es que quienes salgan de la cárcel repitan lo que hicieron, vuelvan a la violencia. No debe permitirse y recordarlo es parte del propósito del décimo aniversario de la muerte de los diputados, esos padres, hermanos e hijos que hace diez años se fueron para siempre.

"El perdón de las Farc es un hecho notable": Diego Arias

Diego Arias, analista de Paz, Conflicto, Memoria Histórica y Reconciliación, reflexiona sobre la conmemoración de los diez años del asesinato de los diputados en el crucial momento del proceso de paz con las Farc.

"Que las Farc hayan pedido perdón me parece que es un hecho notable y significativo, así algunos crean que se trata de un gesto tardío. Nunca será tarde para asumir las responsabilidades de cara a las propias víctimas y a la sociedad. De las Farc, que en el inicio de las negociaciones se refererían casi con desprecio a sus víctimas, a las Farc de ahora, hay un cambio enorme que hay que saber apreciar y alentar”.

”Estamos de acuerdo en que el gesto es insuficiente y debe ser tomado como un primer paso. Frente a la Justicia Especial de Paz (JEP) y la Comisión de la Verdad, las Farc deberán dar cuenta aún de muchos pendientes sobre el secuestro y muerte de los diputados y de la muerte del policía Carlos Alberto Cendales”.

”Pero para avanzar en la reconciliación se requiere que otros también asuman sus propias responsabilidades y en este caso en particular cabe la pregunta: ¿y el Estado cuándo hará lo propio?".

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