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La historia de Talya, la payasita mágica que cura almas en Cali

Una actriz caleña, residente en Israel, visita la ciudad con su marioneta, Carlota, una brujita que alegra la vida de niños y adultos y les ayuda a encontrar su magia personal.

2 de septiembre de 2012 Por: Margarita Rosa Silva Daza | Reportera de El País

Una actriz caleña, residente en Israel, visita la ciudad con su marioneta, Carlota, una brujita que alegra la vida de niños y adultos y les ayuda a encontrar su magia personal.

“Hocus pocus, bili bocus. Chíngale, míngale, luf luf luf. ¡Qué esta magia la tengas tú!”.Carlota le dice a Julieta que tiene que buscar su magia personal. Julieta, con su nariz roja, su cabello azul de rulos esponjados y sus uñas de colores, le pregunta con su voz de payasita consentida que cómo se encuentra eso. “Tienes que creer en ti”, le responde la bruja, de vestido negro y gorro puntiagudo, que tiene un corazón en la barriga. Julieta no entiende mucho... pero, después de darle vueltas... brota de su boca un cordón de colores más largo que ella misma. Es su magia personal.Pintando a JulietaTalya Weinber Zommer, utiliza pinturas de colores para dibujarse corazones en la cara frente al espejo, para convertirse en Julieta. Aunque es caleña, vive en Israel desde hace doce años. Por ser de origen judío, obtuvo una beca en ese país para estudiar teatro. Vino por estos días a Colombia para dar presentaciones, talleres y conferencias, pues pertenece a los payasos hospitalarios (clown), que visitan hospitales para hacer reír a los enfermos. En Israel, Talya da funciones privadas y asiste a hospitales para curar por medio de la risa. Desde que llegó a Cali ha estado en centros de salud como Imbanaco y el HUV. “Es muy triste. En Colombia hay muchos niños que sufren por la guerra, incluso más que en Israel. Intento hacer algo por ellos”.En Israel, Talya conoció la guerra de frente. Bombas que explotaban en las calles, carro tanques. “La gente es agresiva. Allá todo es a los gritos”. Las jornadas eran arduas, de 9:00 a.m. a 11:00 p.m. y debía costearse sus estudios, por lo que trabajó como mesera los fines de semana. Pasó por cosas muy duras... hasta que conoció a Carlota.Sale corriendo en medio de su relato y regresa abruptamente. “¡Hola! ¿Cómo te llamas?”, dice Carlota, una brujita de tela, con ojos grandes y nariz torcida, metida en el brazo de Talya. “¡Mucho gusto en conocerte!”. Talya dice que su amor por Carlota fue a primera vista: la vio en una vitrina en Israel y supo que debía comprarla. Era muy cara, pero su mamá se la compró. Desde entonces es su mejor amiga, su confidente. La magia personalJulieta es una payasita que quiere trabajar en un circo. Un día, leyendo el periódico, encuentra un aviso en que el Señor Director Bolita busca un payaso. Al presentarse en la carpa, Julieta debe improvisar malabares, pasar por la cuerda floja con bailarinas y retar a un feroz león. Para armar el mundo de Julieta, antes de salir a escena, Talya organiza todo lo que necesita: mesas, telas, juguetes, una sombrilla en una matera (la carpa del circo), una cuerda en el suelo (la cuerda floja), títeres (el león, el director). Es un viaje al ‘Mágico Mundo Kismaya’, del que viene Carlota.La obra se llama ‘La magia personal’, que narra cómo Carlota fue su luz en el camino. Dice que no ha sido fácil ser actriz, que la historia de Julieta es su misma historia, pero adornada de fantasía e imaginación. Es una historia de cómo la vida puede cambiar. Talya trabaja con el teatro cuento, que no es otra cosa que narrar historias utilizando objetos simples, que los niños perciben como todo un mundo mágico. “¡Necesito cinco bailarinas para el acto!”, dice Julieta, ya en medio de la función. Del público salen cinco niñas, todas menores de diez años. Bailan y pasan la cuerda floja. Otro pequeño, de unos tres años, hace de león... otro más le enseña a hacer malabares.Pese a su esfuerzo, Julieta no logra superar la audición. Derrotada, se pone a llorar. Los niños le gritan cosas como “¡arma tu propio circo!” o “¡no te rindas! ¡yo te ayudo!”. El don de Talya para interactuar con ellos es asombroso. Toda la obra es como un juego de niños en el que los pequeños le ayudan a Julieta a encontrar su destino. “La risa sirve para alimentar el alma. Se las alimenta a ellos y me la alimenta a mí”.Tal vez por eso es que carga siempre su mochila mágica: allí lleva desde polvos mágicos dorados para cumplir deseos, insectos plásticos de colores para pegarse en el cuerpo; un cocodrilo y una mariquita de cuerda, que hacen carreras (en las que la mariquita en vez de correr, da vueltas en círculos) y hasta una pedazo de ‘popó’ plástico. “La gente se muere de la risa con todas estas cosas. La idea es transmitir valores emocionales”.Talya busca su paz interior ayudando a los demás. Ese es, quizás, su propósito de vida. Lleva consignado en el brazo su compromiso de estabilidad: un tatuaje con forma de pluma de ave, con tres símbolos (una flecha hacia arriba, una x y una B), que según explica son runas (el alfabeto de los zeltas). “Es un amuleto de estabilidad, entre la energía femenina y la masculina”. “Hocus pocus, bili bocus. Chíngale, míngale, luf luf luf. ¡Que esta magia la tengas tú!”, le dice Carlota. Talya, al igual que Julieta, ya encontró su magia personal.

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