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La experiencia de viajar en MÍO Cable contada por sus primeros pasajeros

Los habitantes de la Comuna 20 ya empezaron a volar por la ciudad en las cabinas del nuevo sistema de transporte. Operación para el resto de caleños será desde el 10 de octubre.

18 de septiembre de 2015 Por: Redacción de El País

Los habitantes de la Comuna 20 ya empezaron a volar por la ciudad en las cabinas del nuevo sistema de transporte. Operación para el resto de caleños será desde el 10 de octubre.

[[nid:464634;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/09/viaje_mio_cable.jpg;full;{Los caleños recibieron con mucha alegría la entrada en funcionamiento del sistema de transporte aerosuspendido con el que ahora cuenta la ciudad. Conozca sus características y algunas recomendaciones para su uso.Videógrafo: Álvaro Pío Fernández l Reportería: Victoria Bolívar}]]

Un vacío en el estómago. Eso fue lo que sintió Erlinda Tenorio durante los 14 minutos que duró su primer viaje en el MÍO Cable.

Ella, que vive cerca a la estación de Brisas de Mayo, vivió con ansias los cinco años que tardó el proceso de construcción del nuevo medio de transporte que más de 2000 caleños inauguraron ayer.

“Aquí estamos con racionamiento de agua, por eso me tocó guardarla en tinas y baldes para poderme bañar y estar lista para la inauguración... ¡Ahí está! ¡Ahí está! Mire, ese es mi ‘ranchito’”, grita emocionada desde una de las cabinas mientras señala una pequeña casa hecha en ladrillo y cubierta con tejas de zinc oxidadas, en la que vive desde hace cuarenta años.

En esa pequeña cabina azul de 1,50 metros de ancho por 1,20 metros de largo, también viajan Henry y su hija Luz, quienes buscan incansablemente su casa, que está en la parte baja de la Comuna 20, en El Cortijo. 

“Como que se la robaron, porque no la veo por ningún lado”, le dijo Henry a su hija Luz, quien tiene 13 años y dice no temerle a las alturas ni a las paradas momentáneas de las cabinas, las cuales quedan suspendidas en el aire por segundos que parecen eternos.

“A nosotros esto no nos beneficia directamente, pero sí va a ayudar a la gente que vive en la loma,  para que baje más segura. E l MÍO Cable lo vamos a usar para pasear, pero sería bueno que lo extendieran a Cristo Rey, el Cerro de La Bandera y las Tres Cruces, para hacer el recorrido completo por la montaña”, espera Henry.

Inés Camacho, residente de la Comuna 20, confiesa haber sentido miedo de montarse a una de las sesenta cabinas que desde hace más de un mes ve volar por encima de su casa. Sin embargo, dice que su curiosidad por ver cómo luce la ciudad desde el aire venció cualquier temor y que la experiencia  valió la pena.

Para Steven Alonso Gálvez, quien fue uno de los primeros caleños en abordar las cabinas, “este sistema hace que la ciudad coja impulso, igual que Medellín. Nos hacía falta un medio de transporte que cubriera la ladera, porque nos tenían olvidados”.

Brayan Iván Montoya, un niño de doce años que todos los días debe ir a pie a estudiar, dijo que usará el MÍO Cable, siempre y cuando, sea gratis.

De hecho, para él, Inés, Erlinda, Steven, Luz, Henry y otros 60.000 caleños de la ladera, la entrada al MÍO Cable será gratuita y exclusiva hasta el 10 de octubre. 

[[nid:464690;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/09/pasajeros_mio_cable.jpg;full;{Henry y Luz fueron dos de los 2000 usuarios que probaron el sistema por primera vez. En una cabina caben hasta diez personas.Oswaldo Páez l El País}]]

“Durante los primeros días la prioridad la tendrán los habitantes de la Comuna 20, para que conozcan el sistema, se apropien y sean los anfitriones de toda la ciudad. Después de la segunda semana de octubre, cualquier caleño podrá subirse, pagando los $1700 del pasaje del MÍO. La gente no tendrá que pagar más para ‘volar’ por la ladera”, aseguró el presidente de Metrocali, Luis Fernando Sandoval.   

El alcalde Rodrigo Guerrero remarcó que esta “es una obra de ingeniería extraordinaria, que va a mejorar la calidad de vida de la población de ladera y, eventualmente, de toda la ciudad porque esto tiene una vista espectacular y se va a volver un centro de atracción turística. La gente de la Comuna 20 ya se ha dado cuenta que van a ser visitados por otros caleños y extranjeros, por eso empezaron a poner sus puestos de comida y productos varios. Esto va a hacer despegar la economía de la ladera”.

[[nid:464538;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/09/portada-mio-cable-galeria.jpg;full;{Con recorridos y show artísticos se inauguró este jueves el nuevo sistema de transporte de la ladera de Cali, el MÍO Cable, el cual tendrá una primera fase de operación con boletos promocionales gratuitos hasta el 10 de octubre, día en que será abierto al público en general.Oswaldo Páez | El País}]]

Para que el Cable Aéreo de Manizales empezara la operación del sistema aerosuspendido había una condición: que la mayoría de los trabajadores vivieran en la loma. Hoy, en las estaciones de Cañaveralejo, Tierra Blanca, Lleras Camargo y Brisas de Mayo hay 60 empleados que viven en la Comuna 20. Entre ellos se cuentan los vigilantes, socializadores y funcionarios de abordaje.

Uno de esos personajes es Viviana Villota, quien es socializadora y durante un mes se sometió a una capacitación para conocer la operación del sistema para explicarles a los usuarios cómo funciona el MÍO  Cable.

“Aquí no se puede comer ni ingerir bebidas. Está prohibido el ingreso de animales, a no ser que sean de ayuda para personas con discapacidad. Por seguridad, no se puede recostar en la puerta ni hacer movimientos bruscos en la cabina...”, explica esta mujer de 30 años, que antes de trabajar en el sistema vendía empanadas en su casa, en Tierra Blanca.

Aunque dice estar feliz por trabajar en el nuevo ‘juguete’ de la ciudad, para ella y otros 19 socializadores el futuro es incierto. “El contrato que tenemos termina en dos meses, porque en ese tiempo se espera que la gente sepa cómo es montar en las cabinas y las normas que se deben seguir. Me gustaría seguir en el Cable, porque es algo estable y uno no tiene que salir a rebuscar todos los días con qué alimentar a los hijos”, dice Viviana, quien manifiesta que, igual que Erlinda, sintió un vacío en el estómago la primera vez que se montó en una cabina.

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