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La caleña que lleva clases de inglés a niños del barrio Sucre

Carolina Martínez desde hace seis meses regala la tarde de sus sábados para enseñarles inglés a muchachos que viven en Sucre. Su mayor sueño: salirse de trabajar para dedicarse a la labor social.

5 de junio de 2016 Por: Valentina Valencia Bernal | Reportera de El País

Carolina Martínez desde hace seis meses regala la tarde de sus sábados para enseñarles inglés a muchachos que viven en Sucre. Su mayor sueño: salirse de trabajar para dedicarse a la labor social.

Azul en inglés se dice blue, mi amor. 

-¿Y hola, profe? 

-Hello, se dice hello. 

Carolina no ha terminado de cruzar la puerta y hay más de cinco pequeños preguntándole sobre cómo nombrar cientos de cosas en inglés. La abrazan. Le dan besos. No la dejan caminar de seguido al salón. Todos son pequeños y adolescentes que viven en Sucre.

Esta escena sucede precisamente allí, en ese barrio céntrico de Cali en donde pareciera que lo bueno jamás pasara. Carolina les ha enseñado a nombrar de nuevo el mundo, ya no uno hostil ni violento. Un mundo en el que ahora saben que el amor es posible y que en inglés se dice love.   

Con amor. Con mucho amor. Esa es la única manera que encontró Carolina Martínez hace seis meses para enseñarles el mundo en otro idioma a los chicos de cinco a dieciséis años que viven en la Fundación para el Desarrollo de la Educación, Fundapre, ubicada en Sucre. La Fundación es el hogar de 50 menores y jóvenes que han perdido el amparo de sus padres por diversas razones.

Allí, los muchachos, junto a los educadores y voluntarios como Carolina, han formado otra familia. No esa  que uno escoge, como los amigos; o esa que el destino nos impone y a veces nos juega mal, como le sucedió a estos chicos, sino una familia que, a pesar de lo duras que sean las circunstancias, jamás fallará. Y eso hace Carolina los sábados cada quince días: no fallarle a los chicos.

“Cuando ella viene los niños se alegran. Le comienzan a preguntar por la pronunciación de todo en inglés. Se ponen muy felices”, dice Julián Becerra, uno de los educadores que vive con los chicos en la Fundación. 

La ‘teacher’, como no dudan en llamarla los más pequeños, es profesora de inglés en el Aspaen Liceo Tacurí, y su más genuino propósito de vida ha sido siempre ayudar al otro.

Creció con el ejemplo. Su mamá, una señora apasionada por la labor social, le hacía las primeras comuniones a los niños y niñas del barrio Siete de agosto.  No importaba si vivía en Nueva York. Viajaba cada tanto cargada de cosas para los chicos: ropa, útiles, juguetes, además de sus vestidos de comunión.  

Y así ha sido Carolina. Por ser profesora, su ayuda a los demás se ha concentrado siempre en las instituciones. Desde hace más de ocho años se dedica junto a su esposo e hijos a colaborar en lo que puedan a las escuelas públicas de algunas veredas del Valle, como El Líbano y Bello Horizonte. 

En esos primeros intentos por ayudar comenzaron a llevar regalos de navidad para los chicos.  Con el tiempo y con la ayuda de amigos llegaron con donaciones de útiles, libros e incluso seis lavamanos y ocho cajas de baldosas para mejorar los baños de las escuelitas. En la última donación de kits escolares que hicieron lograron entregar un total de 95. Carolina calcula que alrededor de unos 80 libros se han logrado donar también. 

“No puedo ir a las veredas siempre, pero puedo marcar la diferencia desde Cali. Todos los días me pregunto qué  más hay para hacer para ayudar al otro”, dice ella, quien después de tanto repetirse esa pregunta sobre cómo ayudar cada vez más, terminó dictando clases de inglés en Sucre gracias a un familiar de su esposo. 

En Fundapre, además de enseñarle inglés a los chicos, también ha querido que tengan la posibilidad de viajar a través de la lectura. Nada más el sábado pasado donó 56 libros para la bibliotea de la Fundación. Todos fueron donaciones de amigos y familiares. 

Ese sábado hubo 17 chicos que se vieron animados a entrar a clase con Carolina y aprendieron sobre cómo pronunciar los animales y colores en inglés. 

“A mí lo que más me gusta es que es algo distinto. La profe nos enseña a decir cosas, nos regala libros y pintamos los dibujos que nos trae en las fotocopias”, dice Kevin, un pequeño de ocho años que ya completa un año en la Fundación. 

Carolina dice que lo material es finito. Que lo único que finalmente queda es el servir al otro. Y ese es el mensaje que se ha logrado transmitir a través del tiempo. Primero de su madre a ella, y ahora de ella hacia sus hijos. “Lo que más me gusta es el amor que los niños te dan”, dice Yarima, la hija de Carolina, que siempre la acompaña a dar las clases de inglés y quien sueña -cuenta- con ser abogada para defender a los chicos que más lo necesiten. Yarima tiene 11  años. 

Ese sábado, mientras Carolina estaba próxima a irse de la Fundación, uno de los chicos le pregunta que cómo se dice amor en inglés. Y ella responde: love, mi amor, love. El significado del amor, en ese lugar, pareciera ser eso que hacen Carolina y todos allí: no fallarse jamás.

Donaciones  Para que Carolina y su familia logren ayudar a más escuelas y chicos, necesitan de la colaboración de más caleños. Ropa en buen estado, libros que usted tenga en su casa y ya no necesite, útiles escolares e incluso materiales de construcción para adecuar mejor a las escuelas, son algunas de las donaciones que usted puede hacer. La entrega de las donaciones puede ser coordinada con Carolina mediante su correo: karolmartinez77@hotmail.com

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