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Jóvenes de la Icesi se la juegan por una mejor niñez, descubra cómo

Cada sábado, estudiantes de distintas carreras de la universidad Icesi donan parte de su tiempo para trabajar por la niñez de nuestra ciudad.

11 de mayo de 2016 Por: Camilo Montaño Duque | Reportero de El País

Cada sábado, estudiantes de distintas carreras de la universidad Icesi donan parte de su tiempo para trabajar por la niñez de nuestra ciudad.

¿Y te gusta venir aquí?, le pregunto a Matilda, una niña que no alcanzaba los once años cuando huyó cuatro meses de casa buscando a su madre. -Si señor, me gusta mucho-, responde mientras mueve los pies de atrás hacia adelante.

¿Qué es lo que más te gusta?, -Me gusta mucho cuando nos llevan a las canchas a jugar basquetbol y cuando nos prestan las raquetas para jugar tenis-. Matilda esquiva mi rostro. Cuando nuestras miradas se encuentran, sonríe llevando la cabeza hacia atrás, anclando sus ojos al techo. -También me gusta lo bien que nos tratan y que nos enseñan a ser responsables-.

Es evidente que se siente apenada, y con justa razón. A nuestra pequeña charla también se sumaron una trabajadora social, una psicóloga, un fotógrafo y un par de jóvenes voluntarios.

¿Qué haces cuando no estás aquí? -Voy al colegio, estoy en séptimo. También hago oficio en mi casa…. esas cosas-. Su voz se ha hecho más pausada, más profunda y carrasposa. Sus pequeñas manos se volvieron un nudo y ha dejado de mover los pies.

No necesita decir nada para darme a entender que desea que nuestra conversación termine pronto, así que me arriesgo con una pregunta más. Cuéntame, ¿cuál es tu día favorito de la semana?, Matilda eleva entonces la voz y con una sonrisa auténtica, imposible de fingir, dice, -el sábado señor, espero toda la semana para que llegue el sábado-.

Gracias al programa de voluntariado social que coordina la oficina de Bienestar Universitario de Icesi, el sábado también se convirtió en el día favorito de ese niño atento que solía pasar todas las mañanas trabajando en los semáforos; de aquella niña que era obligada violentamente a cumplir con las tareas de su hogar; de ese par de chicos con mirada enorme que eran golpeados a cada rato porque si y porque no; en el día favorito de un gran grupo de 47 niños entre los 7 y los 13 años que, de manera dolorosa y criminal, fueron sometidos a algún tipo de abuso.

‘Con derecho a ser niños’, así se llama esta iniciativa a la que cada sábado, de ocho de la mañana a doce del mediodía, se suman estudiantes de la universidad Icesi dispuestos a donar algo de su tiempo, para que chicos como Matilda, se reencuentren con la alegría que debería llenar todos los días de su niñez.

Los voluntarios son muchos. Se cuentan estudiantes de ingeniería industrial, psicología, química farmacéutica, diseño de medios interactivos, en fin, muchachos de todas las carreras que sienten esa extraña necesidad de ayudar a los demás.

Christian Buitrón es uno de ellos. Hace tres semestres estudia ingeniería industrial en Icesi. Hace tres semestres hace parte del voluntariado. Aunque no tiene ninguna obligación ni recibe estímulos académicos por su labor, viaja todos los sábados desde Palmira para cumplir la cita que tiene con ese grupo de chicos. Lo hace porque le gusta, porque siente un cálido hormigueo cada vez que ve a uno de esos niños jugar, saltar, comer, reír, aprender.

-La idea de este proyecto es que los niños aprendan habilidades básicas en cómputo. Pero nosotros aprovechamos eso para que ellos pasen un buen rato, para jugar, para enseñarles algo-, dice Christian, -hacemos lo posible para que les guste venir hasta aquí y que más adelante quieran volver-.

Ese tiempo que dona Christian, que donan lo más de 55 voluntarios que se han sumado a esta iniciativa, sirve para pagar, aunque sea un poco, esa deuda que tenemos todos con la niñez de nuestra ciudad; con su labor ayudan a que esos niños sigan siendo niños, sin importar el infierno por el que hayan pasado.

El taller de hoy es de caricatura. La semana pasada fue de video. Antes de eso el taller lúdico fue de escritura, aunque en una ocasión vieron cine e hicieron deporte. Matilda, quien ahora se muestra más animada en la conversación, me explica que ha hecho un dibujo para su madre adoptiva, “eres la mejor”, dice el mensaje que lo acompaña.

Mientras ha hablado conmigo, la clase ha avanzado un poco. Matilda quiere asistir pues debe terminar su dibujo. -Gracias señor, ha sido un placer- dice tratando de apretar con firmeza mi mano. No hay nada que agradecer Matilda, a decir verdad, el placer ha sido mío.

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