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José Luis, el caleño que contagia la pasión de los bolos a personas ciegas y sordas

Este hombre es Selección Valle de Bolos hace 15 años y desde hace diez meses entrena y lleva la pasión de los bolos a 18 personas sordas y ciegas.

23 de junio de 2016 Por: Redacción de El País

Este hombre es Selección Valle de Bolos hace 15 años y desde hace diez meses entrena y lleva la pasión de los bolos a 18 personas sordas y ciegas.

[[nid:548300;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/06/whatsapp-image-20160619-3.jpg;full;{La Liga de Bolos del Valle, con sede en Cali, trabaja actualmente con ocho personas que con discapacidad visual han logrado obtener medalla de oro, plata y bronce durante los torneos departamentales. Es un espacio de inclusión para compartir, conocer sus habilidades y ejercitarse.Video: Álvaro Pio Fernández / Reportería: Manuela Rubio / Elpaís.com.co}]]

La pasión por los bolos le llegó a José Luis Escobar casi que por herencia. Tendría unos 14 o 15 años cuando su papá, un apasionado por este deporte, comenzó a llevarlo a la cancha de bolos del extinto Club San Fernando para que practicara y lo viera practicar.

Ahora, con 31 años y un hijo, la historia se repite, pero con ciertas diferencias: José entrena a 18 personas   que hacen parte de la Liga Vallecaucana de limitados visuales para que sean ‘bolistas’ de calidad y, en esos entrenos diarios, lleva a su pequeño para que la pasión familiar por los bolos jamás se acabe.

Mucho antes de sentir pasión por los bolos, José pensó que su futuro estaría en el fútbol. Fueron innumerables las ocasiones en las que intentó ser parte de los equipos juveniles del América de Cali y del Boca Juniors. Siempre lo intentó.

Y siempre le negaron la oportunidad. Para José, que ahora ve desde la distancia esos momentos en los que le cerraron las puertas del mundo futbolístico, sólo bastaba con tener un poco de ‘rosca’ para que su sueño se hiciera realidad, pero como no la tenía debió renunciar a su anhelo de patear la pelota profesionalmente. 

José renunció a ser futbolista, pero no a las citas que tenía con su papá en la cancha de bolos del Club San Fernando. Los años pasaron y, por allá en el 2004, comenzó a trabajar en una bolera en el sur de la ciudad en todo lo que tenía que ver con servicio al cliente.

Ya las prácticas con su padre no le bastaban, quería estar siempre entre los bolos. Esa terquedad lo llevó, hace ya 15 años, a convertirse en uno de los integrantes de la Selección Valle de Bolos, de la que ha hecho parte en la  Sub 21, Sub 35, Primera Fuerza y Primera Élite.

Toda esta suerte de ‘bolista’ experimentado no se ha visto jamás frenada, ni siquiera cuando en el 2010 llegando a su casa y por robarlo le pegaron un tiro en el lado derecho del cuello, circunstancia que lo tuvo por fuera de las pistas  de bolos durante medio año. 

A su regreso comenzó a  trabajar con Indervalle como monitor de bolos para niños y empresas que iban a practicar a la moderna bolera de la Unidad Deportiva Alberto Galindo.  Tiempo  después se convertiría en entrenador de la Liga Vallecaucana de Bolos  convencional, para después dedicarse al entreno de las personas que hacen parte de la Liga Vallecaucana de limitados visuales, a quienes está entrenando desde hace diez meses.   

Para José, entrenar y hacer comprender el mundo de los bolos a alguien que es ciego o sordo no ha sido una tarea difícil. Por el contrario, considera que su trabajo hace que su vida y la de las personas a las que entrena sea distinta y grata.  

Y no es para menos, en los Juegos Paranacionales que se celebraron en noviembre del año pasado, dos de las personas con discapacidad visual que entrena José se llevaron una medalla de plata en la categoría de parejas.      

María Alexandra Narváez, una de las medallistas, dice que entrenar bolos le ha  devuelto la confianza en sí misma porque “este deporte no ha dejado que me deprima por mi condición de ceguera.  Entrenar bolos ha sacado lo mejor de mí y de mis compañeros;  nos ha hecho caer en cuenta de talentos que pensábamos que no teníamos. Somos personas que no tenemos límites”.  

Al igual que María Alexandra, siete personas con ceguera son entrenadas por José los días miércoles y viernes de 3 a 5 de la tarde. Los días martes y jueves, igualmente de 3 a 5,  el turno de entrenamiento es para diez personas que tienen dificultades auditivas. Los días sábados de 11 a 1 de la tarde entrenan todos, independientemente de su discapacidad.     

De acuerdo con José, el  éxito de  sus entrenamientos, especialmente con personas ciegas, consiste en que sientan al máximo todo: que coger una bola y deslizarse para lanzarla sea toda una experiencia sensorial.

Así ha sido para Aimer, quien desde hace solo tres meses y por recomendación de un conocido llegó a la Liga: “Al jugar tengo que estar demasiado atento de mi alrededor, de sentirlo todo. Eso hace que el entreno se disfrute más. Los bolos comenzaron  como un hobby, ahora hacen parte de mi vida, siento muchísima pasión por esto”.

Seguir despertando la pasión por los bolos en personas como Aimer y María Alexandra es el sueño de José, quien no duda en afirmar que enseñar esta disciplina deportiva le ha cambiado la vida para siempre.

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