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Informe especial: La cifra de menores violados en Colombia va en aumento

En Colombia, 3.846 niños son violentados sexualmente cada semana. 177 presuntos abusadores fueron capturados el año pasado en Cali. Crónica de dolores incalculables.

30 de enero de 2011 Por: Por Jorge Enrique Rojas y Santiago Cruz Hoyos

En Colombia, 3.846 niños son violentados sexualmente cada semana. 177 presuntos abusadores fueron capturados el año pasado en Cali. Crónica de dolores incalculables.

El victimario (una cara conocida)A mi hijo me lo mataron por dentro. A veces, por las mañanas, cuando entro al cuarto a despertarlo para ir al colegio, prendo la luz y lo veo ahí, cobijado hasta el cuello, viendo pa’l techo, quieto, quietico como un muerto. Y yo me le acerco, me le arrodillo al pie de la cama y pregunto al oído: papi, papito, ¿se acabó de despertar? Y él me dice, me responde sin voltear a verme, no mamita, si es que no me he podido dormir... Mi hijo tiene 11 años, señor, y antes usted lo viera, lo viera, cómo le digo, tan alegre, tan sonriente, tan vivo; pero ahora mírelo, así como lo ve allá en el patio, arrastrando esos carritos de plástico, así se la pasa todo el día. A veces se queda mirando a ningún lado, sin comer, sin hablar, sin moverse, como si fuera una matica. Yo me imagino en qué piensa, yo creo saber, sí, pero muchas veces yo estoy trabajando entonces no puedo estar pendiente, hablarle, ponerlo a pensar en otras cosas. A él me lo cuida mi mamá y ella tampoco puede porque ella no entiende, no cree lo que le pasó. Pero le pasó señor, mire, ahí está la carpeta. Necesité un fólder para meter todos los papeles que hablan de lo que me le hicieron.Es que fueron tres, cuatro veces. La última vez fue saliendo del colegio, hace un año, aquí en Aguablanca. El tipo le sacó un cuchillo, lo montó en una bicicleta y se lo llevó a un cañaduzal. Allá le puso un trapo en la nariz, lo durmió, le hizo cosas, lea, ahí está el examen de Medicina Legal: quedó con una fisura en la colita... La gente no tiene ni idea de cómo es esto. De lo duro que es. El niño lleva tiempo en terapia sicológica; le han mandado ejercicios, pastas, lo han internado y vuelve y pasa: intenta suicidarse; se toma cosas, trata de cortarse. La última vez se tomó unas pastas de mi mamá, medio tarro de Enalapril, que es para la presión, y se quedó dormido, fundido quedó mi niño. Yo me imagino que él hace todo eso para olvidar. Olvidarse que el que le hizo todo eso era un sobrino de mi esposo. Olvidarse que antes, ese mismo tipo que ahora está en la cárcel, venía a invitarlo a jugar”.Medicina Legal lo tiene estudiado: en el 85% de los casos de abuso sexual contra menores, las agresiones son cometidas por un conocido de la víctima. En el 90% de las veces el agresor es un familiar. La Fiscalía calcula que cada año 200.000 pequeños son abusados en Colombia: 3.846 cada semana, 547 cada día; 22 cada hora. En Cali, el año pasado, la Policía registró 486 denuncias. 279 de éstas, relacionadas con actos sexuales con menores de 14 años: tantos como los que cabrían en 15 salones de una escuela. El último caso conocido fue el de la niñera de 34 años capturada el pasado 19 de enero por someter a un pequeño de 6 años a tocamientos. El coronel Wilson Barón, subcomandante de la Policía, revela cifras que alarman: en lo corrido del año van ocho personas capturadas por este delito. El año pasado fueron 177. El policía (un corazón impotente)“Uno lo que puede sentir es impotencia. Llevo años como policía judicial, varios años investigando delitos sexuales en Cali y siempre ha sido igual: atrocidades que se repiten, los monstruos debajo de las camas.Esa muchacha de la que le estoy hablando fue violada por el papá durante 14 años. Ahora ella tiene 21 y verla viva, verla bien, es una de las cosas que le dan sentido a esto que hago. A mi me impresionó la primera vez que la vi: cuando me empezó a contar la historia temblaba y se cogía las manos para contenerlas pero no podía, se le movía todo el cuerpo del puro miedo. La muchacha temblaba como una gelatina gigante. Eso fue el año pasado.Para ese momento ella había pasado tiempo intentando hacer algo. Un día llevó los calzones a un puesto de Policía; pasó corriendo, los mostró y les dijo que ahí estaba la prueba, que por favor la ayudaran, pero esa vez no pudieron porque tenían otro caso. Entonces le tocó devolverse y aguantarse a ese tipo que le decía que donde hablara la mataba a ella y a la mamá; un constructor de obra analfabeta que le espantaba los novios a machete, que la escoltaba hasta el trabajo, un enfermo que le decía que la había tenido para poder usarla como a él le diera la gana.Catorce años oyendo eso... Ella me decía que él aprovechaba cuando la mamá se iba a trabajar y que el tipo era como un gorila: incapaz de razonar y dueño de una fuerza descomunal. Nadie sabe lo difícil que puede ser probar este delito. Hay que hacer seguimientos, inteligencia, a veces hasta grabaciones. A ella me tocó ayudarla para que se fuera a vivir a otra parte, llevarla donde un familiar, mientras se hacía la diligencia. El 1 de diciembre fue capturado. Y ahora hay que esperar a ver qué pasa con el proceso. Por que ese es el otro martirio: yo tengo casos del 2006 que no terminaron en nada, violadores que salieron de la cárcel por vencimiento de términos, investigaciones que se diluyeron porque el año pasado hubo tanta congestión que llegué a ver fiscales con 500 investigaciones. Por eso que le digo que los casos se repiten, que hay monstruos que han vuelto a esconderse debajo de las camas...”Gilma Jiménez, senadora abanderada del tema de la niñez, dice que lo del ciclo repetido es cierto. Que la diferencia es que ahora parece estar creciendo la cultura de la denuncia. Puede ser: el año pasado se radicaron 150.000 denuncias en Colombia. En Cali, en el Centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso Sexual de la Fiscalía, se iniciaron 953 investigaciones. 90 derivaron en sentencias (la mayoría condenatorias).Las vacaciones de Semana Santa y Mitad de año fueron los periodos donde se registraron más casos. Las niñas de 10 a 14 años fueron las más afectadas (35.3 % de los casos); entre los niños, el rango de edad más violentado fue el de 5 a 9 años ( 41.3%). De acuerdo con Javier Torres, subdirector del HUV, cada semana al hospital ingresan una o dos niños víctimas. En el 30% de los casos, los pequeños terminan contagiados de alguna enfermedad de transmisión sexual. Defensores (un ojo agudo)“Son frecuentes los casos en que debido a conflictos de pareja, uno de los miembros culpa al otro de abuso sexual así sea inocente. O mire este caso: una señora, colombiana, tiene cuatro hermanos y se va para España donde tiene un hijo. A esta señora le dio por acusar a uno de sus hermanos, que trabajaba en una multinacional en Colombia, de haber abusado de su hijo mientras estuvieron en el país. El psicólogo que trató y examinó al niño determinó que era viable que fuera cierto. El hermano de esta señora perdió su trabajo y alcanzó a estar tres meses en la cárcel. Todo esto pasó porque en España existe la figura de que si usted tiene un hijo y le pasa algo que lo imposibilite de por vida, (el Estado español considera que el abuso sexual puede imposibilitar el desarrollo de un menor), y usted consigue una sentencia que demuestre que su hijo fue abusado, el gobierno lo pensiona a usted de por vida. Ahí se logró demostrar que la mujer quería eso, así un hermano suyo terminara en la cárcel”.En el primer semestre de 2010 el centro de Atención Integral a Víctimas de Abuso Sexual manejó entre 1.000 y 1.200 indagaciones por casos de delitos sexuales. A mitad de año la carga laboral de la Unidad aumentó: 1.600 indagaciones por mes. En todo el año, por diferentes motivos, fueron archivados 800 casos.La víctima (un cuerpo nunca olvida)“Yo era un niño. Y él era un tío que estaba de visita en la casa. No había donde más acomodarlo, por eso durmió en mi pieza. La primera vez me tocó cuando yo estaba dormido. A mi se me congeló todo. Me quedé como una estatua cuando lo escuché susurrándome que no hiciera bulla. Y así pasó una y dos y tres veces. Hasta que empezó a ser peor lo que me hacía y lo que me decía. A veces, cuando estábamos almorzando todos, él alzaba un cuchillo y se lo ponía en el cuello cuando yo lo estaba mirando. Luego, por la noche, me decía que me acordara del cuchillo, pero que pensara que el cuello cortado sería el mío y no el suyo. Con esa amenaza me violó. Después de que pasó eso él se fue y nunca supe de él. Nunca volvió. Yo también me fui del país, viajé, me fui lejos.Nunca dije nada, fue mi secreto hasta que estuve grande y tuve una novia. Sentirla cerca, desnuda, tocándome, me hizo entrar en shock, me devolvió toda la película. Ese día tuve que pedir ayuda, ir donde un sicólogo, empezar una terapia. Fueron años tratando de borrar esa huella: ahora soy un tipo casado, con un trabajo que me obliga a estar centrado, bien. Pero no puedo negar que a veces siento ese miedo recorriéndome... Cuando a uno le pasa, el cuerpo nunca olvida”.Nadie ha caído en cuenta: el valor del tratamiento que necesitan las víctimas del abuso son insospechados para un país. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Los Andes, en un futuro, el costo de la violencia contra los menores podría llegar a equivaler al 1.5% del PIB de la Nación: tanto dinero, que con ese presupuesto podrían levantarse 200 colegios de la envergadura de la ciudadela educativa Un Nuevo Latir que el Municipio está construyendo en Aguablanca. La Procuraduría General estima que, cada año, cerca de 30.000 menores víctimas de abusos en Colombia deberán seguir recibiendo tratamientos médicos.Así funciona la mente de los abusadores sexualesTenga cuidado. El abusador puede parecer, a simple vista, un tipo común. Amable; afectuoso; casi feliz; casi cuerdo. Incluso puede tener un matrimonio estable, una mujer que ama, hijos que lleva al colegio de la mano y sonriente. Por eso identificarlo no es sencillo. Pero es posible. El médico Luis Carlos Pérez, coordinador de Clínica y Psiquiatría de Medicina Legal, explica que en el terreno de los delitos sexuales existen dos tipos de agresiones: asalto sexual y abuso sexual. El primero se da cuando, por ejemplo, una mujer es violada en la calle por un desconocido, una persona que no hace parte de su entorno cotidiano. (Por lo general las víctimas son mujeres mayores de 15 años).En cambio, en el abuso el victimario siempre hace parte del grupo familiar, o de amigos, alguien que pertenece a la vida diaria del niño. Y en esas condiciones las cosas se hacen más difíciles para cazarlo. ¿Quién va a pensar que la persona que le regala dulces al niño, juega con él, lo abraza, es un violador? Puede pasar. El abusador, explica el médico Pérez, es alguien que se ha ganado toda la confianza de la familia, de las personas más cercanas al menor. Su modus operandi es sencillo aunque sutil y casi imperceptible. El abusador, primero, escoge a su víctima teniendo en cuenta la posibilidad de acceso que tiene a la misma. Es decir: si puede estar con el niño en la casa, o en el colegio, sin despertar sospechas. (Por eso niños que permanecen sin la presencia de los padres están más expuestos). Después, la meta del abusador será ganarse el afecto y la confianza de su víctima. Para lograrlo utiliza varios artilugios. Regalos, por ejemplo. Y ahí ya tiene el terreno abonado para someter al infante a prácticas sexuales. “El abusador le dice que eso es normal, que es un juego. Pero cuando el niño empieza a crecer y a darse cuenta que el asunto no es normal, se revela y es cuando el abusador amenaza con atacar a los padres, matar a la mamá, si lo delata. Como el niño no puede dimensionar que esa persona tal vez no llegue a eso, carga sobre sí con un gran peso: el de mantener a su familia a salvo. Entonces calla”, dice el médico Pérez. El abusador subyuga al niño a través del miedo. Además, suele ser una persona posesiva, que siente la certeza de que su víctima le pertenece. ¿Pero entonces cómo identificarlo si puede parecer un abuelo inofensivo? La clave es desconfiar. Sí. Desconfiar si el niño empieza a tener comportamientos extraños como orinarse en los pantalones, o sentir miedo ante la presencia de adultos, o presentar bajo rendimiento escolar, o no dormir bien. Esos son síntomas de un pequeño abusado.Cuando eso sucede hay que activar la desconfianza. Observar, por ejemplo, los comportamientos de la gente más cercana al niño. Los regalos que recibe. Los gestos de afecto, un abrazo, un beso que se salgan de lo común, del afecto sincero. Pero ahí aparece la misma pregunta: ¿quién va a desconfiar del abuelo con el que se queda el niño? ¿O del padrastro? ¿O del tío? Es complejo.La teniente Ana Lucía Ramírez, de la Policía de Infancia y Adolescencia, opina entonces que una de las claves para evitar que los niños caigan en manos de abusadores, tipos aparentemente normales pero con desviaciones de cuidado, es la educación sexual. “Hay que enseñarle al niño desde temprana edad que ningún desconocido, ni ningún familiar, puede tocarle sus genitales. E insistirle en que si eso sucede, avise sin importar las amenazas”. En la Policía de Infancia de la ciudad se reciben, al mes, un promedio de 10 y 12 denuncias de abuso sexual a menores.Riesgo para la autoestimaSiente vergüenza. Un niño abusado sexualmente siente que ya es menos que los demás, pues cree que en cierto modo es culpable del abuso. Ese niño lleva un carga pesada. La familia, que también puede llegar a sentir vergüenza, puede terminar estigmatizándolo. Se conocen casos en el que los padres lanzan frases como esta: “como mi hijo fue violado, va a ser homosexual”.La sociedad también puede estigmatizar al abusado y eso origina serios problemas sicológicos. “Las consecuencias que pueda sufrir un niño después de un abuso varían. Hay que tener en cuenta que el niño tiene mecanismos de defensa para compensar el abuso, pero debe contar con terapias de apoyo. También su familia. Sabemos que niños abusados superan el hecho aparentemente sin ningún problema cuando cuentan con una terapia psicológica. Pero queda una duda: ¿qué pasará en el momento en que vuelva a interactuar en el plano sexual, ya por su voluntad? Eso no lo sabemos”, explica el médico Pérez. Es decir: después de la terapia el niño puede volver a relacionarse con adultos, rendir en el colegio, tener amigos. Pero queda la duda de qué pasará cuando, ya maduro, inicie su vida sexual. En la terapia al niño se le insiste en un asunto: no es culpable del hecho, no se tiene por qué sentir avergonzado, puesto que fue una víctima. Es la única manera de derrotar los recuerdos del abuso. ¿Pero qué pasa si el abusado no recibe la ayuda profesional que requiere? El niño empieza a estigmatizarse, a pensar que lo que dice la sociedad es cierto: como fue abusado, será homosexual. Premisas equivocadas como esa las puede asumir como verdades irrefutables. Y si no es tratado a tiempo, también en su madurez puede ocurrir que se repita el ciclo: abusar de un menor. El médico Pérez asegura que muchos de los abusadores que andan por ahí fueron víctimas de delitos sexuales. Y ellos también deben ser sometidos a un tratamiento. “Al victimario hay que recuperarlo para evitar que más niños sean violentados”.

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