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Gay Talese, invitado de honor a la Feria del Libro de Bogotá

El invitado de honor a la Feria del Libro de Bogotá recordó como nació su fascinación por observar y escuchar. Lecciones de un oficio.

23 de abril de 2012 Por: Catalina Villa, Editora de Revistas

El invitado de honor a la Feria del Libro de Bogotá recordó como nació su fascinación por observar y escuchar. Lecciones de un oficio.

Alto, sonriente, elegante hasta los dientes y, mucho más delgado de lo que aparece en las fotos, el escritor estadounidense Gay Talese estuvo en Bogotá en el marco de la Feria del Libro en donde impartió una auténtica clase de periodismo en vivo. Escoltado por su buen humor y una memoria nítida, inmune a sus 80 años, Talese dejó en claro porqué es considerado uno de los periodistas narrativos más importantes de América. A las 7:07 de la noche hizo su ‘entrada triunfal’ al auditorio principal de Corferias. Vestido de sastre y un sombrero beige que le otorgaban cierto aire de estrella de cine de los años 50, Talese ingresó al escenario con una sonrisa enorme y levantó su mano izquierda para saludar a las más de 500 personas que esperaban oirlo. Talese compartió su experiencia sobre cómo llegó a convertirse en reportero en medios tan importantes como The New York Times, Esquire, Times y The New Yorker. Es cierto, muchos de los episodios contados ya los sabíamos. Que creció en un hogar de inmigrantes italianos en Nueva Jersey; que fue un estudiante mediocre en la secundaria y rechazado en 12 universidades; que de niño fue tímido y algo torpe, pero muy curioso. Que de su padre, un sastre, y de su madre, una vendedora de trajes, aprendió la paciencia y los buenos modales que años más tarde le servirían para ser uno de los más prestigiosos periodistas literarios.Sin embargo, Talese demostró ser un gran narrador oral. A pesar de sus respuestas largas –o gracias a ellas-, el público permaneció hipnotizado por sus palabras y aplaudió cada una de sus geniales ocurrencias, como cuando incitó a los jóvenes periodistas, con cierta ironía, a tener buenos modales, ser educados, una clave, según él, para abrir las puertas y ganarse la confianza de sus entrevistados. Talese dedicó buena parte de su charla a recordar cómo su hogar en Ocean City, en cuya planta baja estaban ubicadas la sastrería de su padre y la tienda de vestidos de su madre, fue una especie de laboratorio en el que se gestaría su fascinación por observar a las personas, escuchar sus historias y descubrir el carácter que mueve las actuaciones de los seres humanos. “Las señoras que visitaban el almacén de mi madre, todas pertencecientes a la clase alta de una pequeña ciudad, tenían una particular forma de hablar de sus vidas. Eran vidas simples, claro, las de las esposas de hombres poderosos: banqueros, abogados, distribuidores de Ford o General Motors. Y llegaban a quejarse de la Segunda Guerra, de la escasez del azúcar y la mantequilla, de las limitaciones en tiempos de guerra, pero sobre todo, de sus miedos. Yo, detrás del mostrador, estaba recibiendo una lección sobre la actitud que se debe tener frente a quien se escucha”.Ser hijo de inmigrantes, recordó Talese, fue importante para conocer el otro lado de la moneda en plena guerra. “Mis padres eran unos italianos muy patriotas. Pero en el día, frente a sus clientes, se cuidaban de hacer comentarios sobre la guerra. En la noche, mi padre solía escuchar radio internacional y yo lo oí criticar la política internacional de Estados Unidos. Eso me enseñó cómo ciertos eventos y circunstancias pueden cambiar el carácter de una persona”.Más, adelante, y luego de narrar su paso por la Universidad de Alabama, en el ‘deep south’ estadounidense -marcado por el racismo y la escasa democracia de principios de los años 50-, Talese llegó a los mejores capítulos de su vida: los de reportero en los grandes medios. Contó cómo, por recomendación de un amigo suyo que dijo ser pariente del editor-gerente de The New York Times –cosa que terminó por no ser cierta- se presentó en las oficinas del diario, para recibir, dos semanas más tarde, un ofrecimiento de trabajo como ‘copy boy’, es decir, como patinador.Su primera historia, sin ser reportero aún, fue sobre Times Square. Intrigado por los letreros gigantescos que cada noche narraban las noticias del día en esa famosa esquina de Manhattan, Talese contó cómo entrevistó al hombre que durante 25 años venía construyendo, bombillo a bombillo, las palabras de los titulares más importantes de su país, desde la elección Herbert Hoover como presidente de Estados Unidos en 1928, ad portas de la ‘gran depresión’. La nota, de ocho párrafos, publicada en la página editorial del diario sin su firma, sería un anticipo de lo que durante 50 años ha hecho este veterano de las letras: escribir de manera creativa sobre hombres anónimos cuyas vidas simples, nadie imaginó antes, podrían interesar a muchos.Un capítulo infaltable en la charla fue su célebre pieza ‘Sinatra está resfriado’, un perfil de uno de los cantantes más relevantes de Estados Unidos, a quien nunca pudo entrevistar, y calificado como “la mejor pieza publicada en la revista Esquire”.La negativa de Sinatra –de quien, para entonces, ya se rumoraba era amigo de la mafia- más que un obstáculo, espoleó aún más su curiosidad y lo impulsó a conversar con un puñado de personas que lo rodeaban, entre músicos, técnicos de iluminación, maquilladoras, algunas de sus novias, y hasta un chofer a quien el cantante había despedido.“Establecí buena empatía con ellos. Y empecé a escuchar sus pequeñas historias sobre Frank Sinatra. Al final, las junté todas e hice una especie de collage”. A partir de su publicación, Tom Wolfe, otro célebre escritor norteamericano, le otorgaría el título de creador del Nuevo Periodismo.Ya para finalizar, Talese contó también cómo se sumergió en la vida de la familia Bonanno, un clan de la mafia siciliana radicada en Estados Unidos, trabajo que luego publicaría en un libro titulado ‘Honrarás a tu padre’. Durante tres años se entrevistó con Joe Bonanno. “Nunca tomé notas. No se suponía que yo escribiría algo al respecto. Pero nos vimos con frecuencia hasta convertirnos en amigos”.La historia, publicada en 1971 cuando el protagonista estaba en prisión, fue un éxito editorial. “A Joe Bonanno no le gustó la historia”, dijo Talese. Sin embargo, se siguieron frecuentando. Incluso 40 años después. Talese, de hecho, asistió al funeral de Bonanno. Y agregó un nuevo capítulo al libro, convirtiéndola en la que sería, sin duda, la reportería más larga de toda su vida.

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