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Expertos destacan apoyo de padres, como blindaje de la anorexia

Aunque los trastornos alimenticios se manifiestan en la adolescencia debido a los cambios inesperados del cuerpo, a la renuncias a la infancia, a la presión por empezar a ser mirados, es en la niñez donde se originan, justamente en la relación con los padres.

10 de febrero de 2013 Por: Redacción de El País

Aunque los trastornos alimenticios se manifiestan en la adolescencia debido a los cambios inesperados del cuerpo, a la renuncias a la infancia, a la presión por empezar a ser mirados, es en la niñez donde se originan, justamente en la relación con los padres.

María Isabel Montoya es trabajadora social. Ha estudiado el asunto de los trastornos alimenticios en profundidad. Debe hacerlo. Es la Directora Académica del colegio Liceo Benalcázar de Cali. Y los colegios tienen la tarea de prevenir. El matoneo o bullying es otro factor de riesgo. María Isabel sonríe. Recuerda el día que las niñas de primaria del Benalcázar - el colegio es de mujeres- llegaron en piyama a desayunar. Como habían detectado que algunas alumnas no comían determinados alimentos, huevos por ejemplo, chocolate, leche, decidieron hacer un gran desayuno escolar para modificar ese hábito. Se trató de un aprendizaje colectivo a través del ejemplo. Que la que no comiera huevos viera que la de al frente, su amiga, si lo hacía, era cambiar conductas sin dramas, sin llantos, sin exigencias. También, con las alumnas de bachillerato y sus padres se programan conferencias con expertos. Todos los días, a la hora del almuerzo, además, se sientan en grupo a comer y cada profesor debe estar atento a los hábitos de sus alumnas. El recreo en el Benalcázar es la hora en la que más trabajan los profesores, sobre todo los de primaria. Porque existe una teoría: aunque los trastornos alimenticios se manifiestan en la adolescencia debido a los cambios inesperados del cuerpo, a la renuncias a la infancia, a la presión por empezar a ser mirados, es en la niñez donde se originan, justamente en la relación con los padres. A través de la comida, a través de la leche materna y los alimentos que llegan después, a través de la manera en que llegan esos alimentos, no solo se nutre un hijo; también se forma el carácter, su personalidad. La comida simboliza un lazo de amor en la familia. Para prevenir los trastornos alimenticios, habla María Isabel, deben actuar tanto colegios como padres justo en ese momento, en los primeros años. Actuar es no exigirles a los hijos, por ejemplo, ser seres perfectos. Inculcarles que son únicos, valiosos, diferentes, inculcarles que no deben ser como nadie más. Explicarles, también, que por genética unos son delgados, otros robustos, unos altos y otros bajos pero aquello no representa un fracaso, razón para sentirse menos.También crear rutinas, entornos familiares. Espacios para dialogar, para preguntar cómo te fue, cómo estás, qué te sucede, hacer sentir al otro importante. Y en estos tiempos de hijos solos, que deben almorzar solos mientras los padres trabajan, son necesarias las redes de apoyo. Un vecino, un tío, la señora que ayuda en la casa, para que acompañen al hijo mientras come, que prevenga hábitos dañinos. El riesgo, dice María Isabel, es que muchos piensan que nada de aquello es necesario, que son los hijos del otro los que pueden padecer trastornos alimenticios, jamás los propios. Y darle la espalda al riesgo es darle ventaja a ese monstruo que describió Diana, ese que si se menosprecia mata lentamente, como el cáncer.

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