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Exclusivo: una mañana con los ‘hombres pájaro’, protagonistas de la Feria de las Aves

¿Por qué alguien atraviesa el mundo con el único objetivo de mirar un pájaro? Crónica de un avistamiento de aves para entender un hobby que trae a cientos de turistas al Valle.

15 de febrero de 2015 Por: Santiago Cruz, reportero de El País

¿Por qué alguien atraviesa el mundo con el único objetivo de mirar un pájaro? Crónica de un avistamiento de aves para entender un hobby que trae a cientos de turistas al Valle.

José Luna Solarte, guía de avistamiento de aves, recuerda la anécdota que le sucedió a un colega suyo. Estaba en un avistamiento con un extranjero que ansiaba ver y fotografiar una especie desde hacía mucho tiempo. Por más que lo intentaba, por más que viajaba por el mundo, sin embargo, no lo lograba. Con el amigo guía de Solarte tuvo suerte. Cuando vio a su pájaro némesis - todos los pajareros lo tienen, esa ave que se quiere ver con ansias pero que se resiste- el extranjero contuvo la respiración, disparó apresurado una ráfaga de fotos, y una vez el ave emprendió vuelo el hombre se abalanzó sobre el guía para darle un abrazo fuertísimo. Como se abrazaría un náufrago a un tronco sobre el mar. José Luna sonríe. Dice que casos así no son frecuentes, pero no dejan de suceder. Por lo regular los pajareros no expresan demasiado sus emociones, entre otras cosas para minimizar el riesgo de espantar a los pájaros durante el avistamiento. El guía camina por una carretera destapada del kilómetro 18 de la vía al mar buscando aves. A su lado están Christopher Calonje, pajarero, miembro del comité organizador de la Feria Internacional de Aves de Cali, Bob Hasenick, fotógrafo, su esposa Carol y su hija. Bob y Carol viajaron desde Estados Unidos para observar pájaros. ¿Por qué alguien atraviesa el mundo para hacer algo así? Christopher hace una mueca maliciosa, traviesa. Para quien este hobby no lo apasione es muy difícil de entender aquello, dice. Porque además no siempre se viaja hasta lugares paradisiacos como los bosques nublados del kilómetro 18 para avistar aves. En su caso ha ido a sitios donde nadie iría. Los basureros de las ciudades, por ejemplo. Christopher se ha pasado horas aguantando olores nauseabundos mientras fotografía aves carroñeras. También hizo lo mismo en una planta de aguas residuales de Manizales. Entonces, dice, parte del gusto de la afición es esa: ir a donde nunca irías, un basurero o una isla remota, con la excusa de mirar un ave. De paso, conoces el mundo. Pero hay otras razones para entender la entrega a este particular divertimento. En el planeta existen diez mil especies de pájaros registradas. Todas ellas están, con su respectiva foto, consignadas en un libro guía. El reto de algunos pajareros es ‘chulear’ en el libro cada ave que observan. Como quien completa un gran álbum. Los pajareros son coleccionistas de observaciones fugaces. También de fotografías. Francisco Piedrahíta, el rector de la Universidad Icesi, un pajarero y fotógrafo aficionado consagrado tiene, para citar un caso, una colección de 12 mil imágenes. Él, que parece a la distancia un hombre demasiado parco, demasiado serio, habla como un niño de su súper héroe favorito cuando de pájaros se trata. La caminata continúa. Sin embargo, pasados un par de minutos, Christopher se detiene en seco. Escucha el canto de un tucán. De inmediato baja el telescopio con trípode que carga sobre su hombro, prepara su cámara, todos hacemos silencio. Christopher pega su ojo del telescopio y mueve su cabeza de un lado a otro, lamentándose. El tucán se ha ido. Lo peor que le puede pasar a un pajarero es eso: escuchar un ave y no verla. Algunos maldicen. Como si literalmente se les escapara, volando, una oportunidad que no volverán a tener. Christopher retoma el paso y sigue explicando los diferentes tipos de pajareros que existen. Además de los coleccionistas o ‘chuleadores’, como también los llaman, están los rompe marcas. Uno de ellos es Noah Strycker, quien ha decidido viajar por el mundo y batir la marca de las aves vistas durante 365 días. Actualmente está en 4700 y Noah quiere dejarla en 5000. Por ahora está en la Antártida y en unos meses llegará a Colombia. La afición requiere de tiempo, sobre todo. Los pajareros, como las aves que miran, son seres libres. Aunque el pasatiempo también necesita cierta dosis de locura, en el buen sentido de la palabra, por supuesto. Christopher vuelve hacer una mueca traviesa cuando recuerda algunas de las locuras que ha hecho. Además de irse a basureros, se ha pasado noches sin dormir con el propósito de ver un búho. También ha organizado viajes de 15 días, con jornadas de 8 horas de caminatas, para fotografiar un ave. Christopher, 35 años, biólogo, es soltero. Bob, el fotógrafo, agrega que una vez arriesgó su vida montándose en una diminuta canoa por un río enfurecido del Perú. Quería retratar un pájaro en pleno vuelo. Su esposa Carol le recuerda que han lidiado con culebras y hordas de mosquitos desesperantes. Apreciar un ave puede ser algo espiritual, una sensación de felicidad por la que vale la pena tomar ciertos riegos. Raúl Horacio Nieto, propietario de la finca Alejandría donde los pajareros se hospedan en el kilómetro 18, había contado hace un rato que en una ocasión vio a un fotógrafo sentado bajo una lluvia intensa, protegiendo su cámara con un plástico, solo por fotografiar un colibrí. Sus huéspedes, además, le han dejado el desayuno servido. Hasta que el ave que pretenden mirar no esté fuera de su alcance, no comen. Es un atractivo tan fuerte el que sienten los pajareros por las aves, dijo Raúl, que para quienes no están en su mundo es muy difícil de entenderlo. José Luna, el guía, después de escuchar a Bob contar sus aventuras con canoas y serpientes, aclara que en todo caso el avistamiento de aves es por lo general una actividad tranquila. Siempre se camina por una carretera, pocas veces se entra al bosque. La razón es que la vegetación tupida dificulta la observación de los pájaros. Además es más seguro caminar por la carretera que adentrarse en la cumbre de la montaña. La mayoría de los pajareros extranjeros que llegan a Colombia son jubilados.Durante la caminata se advierten otros datos interesantes. Resulta que decirle a alguien que come poco “usted parece un pajarito” no es tan acertado. En la finca Alejandría las aves que aterrizan para desayunar se comen 150 bananos al día. Cada uno de los 40 cebaderos – o comederos- tiene además capacidad para un litro de agua y se deben reponer tres o cuatro veces al día, es decir que los pájaros se toman 120 litros de agua cada 24 horas. La cantidad de comida consumida se explica porque el Valle (y Colombia) es algo así como la meca de las aves en el mundo. Son demasiadas. Solamente en el departamento hay 800 especies registradas. Es el mismo número de toda Norteamérica. Y en Colombia habitan 1900 especies. En el mundo son diez mil. Es decir que el 20% de las aves del planeta están en el país, que solo ocupa el 1% de la Tierra. Bob y Carol dicen entonces que Colombia es un destino obligado para todo pajarero. Ellos incluso han motivado a otros extranjeros a conocer el país para que se deleiten viendo aves como la ‘tángara multicolor’, un pájaro endémico, es decir que solo habita estos parajes. Las aves no solo limpian los bosques sino el nombre de Colombia, tan ensuciado por los violentos. Christopher agrega que era apenas obvio que en la nación de las aves hubiera una Feria que permitiera advertir el tesoro al que tan poca atención le prestábamos. La afición por mirar pájaros, de hecho, ha generado algunos cambios apenas descubiertos. Un hombre del corregimiento de Felidia que se dedicaba a atrapar gallitos de roca para venderlos en jaulas ahora los cuida para que los pajareros entren a su finca y los aprecien. Al fondo cantan las guacharacas.También puede leer: Feria de Aves: viaje al Km 18, una aventura de mucho vuelo “Las aves siembran el mundo”Jorge Enrique Orejuela es el presidente honorario de la Feria Internacional de Aves de Cali. Igualmente es profesor del departamento de ciencias ambientales de la Universidad Autónoma de Occidente. Durante más de 30 años ha investigado el mundo de las aves, por lo que ha recibido numerosos premios, entre ellos el galardón Buffet que otorga National Geographic. Durante la Feria Internacional de Aves que se desarrolla en Cali, por cierto, Orejuela habló de la importancia de los pájaros para el hombre. De ese tema conversó con El País. Comencemos por este asunto: ¿por qué Colombia es la meca de las aves en el mundo? Principalmente porque en Colombia, la franja tropical es propicia para las aves. Tenemos un clima benigno para ellas. Fuera de eso, el país tiene una posición geográfica maravillosa. Su complejidad topográfica es muy variada: tres cordilleras, serranías, tantos ríos, las alturas, dos océanos, en fin. Todo esa diversidad natural crea condiciones propicias para la formación de especies de aves y esa es la razón por la cuál el 20% de las especies de pájaros de todo el mundo se encuentran en Colombia. ¿Cuál es la situación de esas aves? ¿Hay acaso especie amenazadas? Sí. No queremos alarmar a los ciudadanos con el tema de las disminuciones marcadas de aves que se están dando en diferentes partes del país, pero esa una realidad. La disminución cambia de acuerdo a la región. La zona andina colombiana es el área más degradada, como la región caribe. Estas zonas han sufrido el impacto de acciones humanas, básicamente la deforestación. Y con la deforestación se pierde el hábitat de las aves, así que los pájaros andinos han disminuido sus poblaciones y algunas especies han llegado a situaciones críticas. Tenemos un listado preliminar, llamado la ‘Lista roja de aves’. Y en ese listado figuran alrededor de 200 especies amenazadas en Colombia, de un número total de especies cercano a las 1900. Es excesivo tener 200 especies amenazadas, y eso que me atrevo a decir que ese número es conservador. Para la región Andina, por ejemplo, el porcentaje de especies amenazadas llega al 25%. Y en la región caribe, exceptuando la Sierra Nevada de Santa Marta, la tasa de aves amenazadas está por alrededor del 40%. Tanto en la región Caribe como en la Andina hay una crisis ecológica evidente. La destrucción de bosques y secamientos de humedales es insostenible. ¿Qué implica esto para el hombre? ¿Cuál es la importancia de las aves en la naturaleza? Le agradezco enormemente esa pregunta. Hay gente que lo minimiza a uno por estudiar las aves. Nos dicen románticos porque suponen que las aves no tienen nada que ver con el bienestar humano. Y resulta que entre aves y murciélagos regeneran en los trópicos del mundo la polinización de los árboles. Y la polinización es fundamental para la persistencia de esas especies arbóreas. También para la producción de frutas y flores. Entonces, sin aves y sin murciélagos no tendríamos polinización. Ese es un servicio ambiental de capital importancia. Pero hay otro grupo importantísimo de aves y murciélagos que consumen frutas. Estas especies dispersan las semillas de esas frutas. Siembran el mundo, en otras palabras. Otro servicio de vital importancia. Así que preservar las aves es fundamental para la humanidad. Mantienen la diversidad de los trópicos, las plantas. Y de las plantas comemos, construimos, hacemos medicinas, etc. A las plantas también le debemos el agua. Así que las aves sí tienen una relación directa con el bienestar humano y toda la trama de la naturaleza. Eso es parte de lo que queremos destacar en la Feria Internacional de las Aves de Cali.Vea también nuestro especial 'A ver aves'

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