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Los niños de Fulim disfrutan de una obra de títeres, con sus padres. | Foto: Jorge Orozco / El País

Estos son los niños a los que puede regalarle una sonrisa: aún tiene tiempo de hacer su donación

Alumnos de la Institución Educativa La Paz, Fundación de Limitaciones Múltiples, Fulim, Tobías Emanuel y otras entidades, sueñan con tener un regalo gracias a la generosidad de los caleños. Únase a esta causa y haga sonreír a estos niños.

17 de diciembre de 2017 Por: Alda Livey Mera / reportera de El País 

El pasado 28 de noviembre fue memorable para John Faiber Mellizo, Bryan Camilo Muñoz y Yulieth Daniela Arroyo: aunque habitan y estudian en la Cali rural, bajaron a la Cali urbana a dar cátedra de salsa.

Los pequeños, alumnos de 5° de primaria de la Institución Educativa La Paz, de un corregimiento de Cali que pende de la cordillera Occidental, se presentaron en el Teatro Municipal Enrique Buenaventura y demostraron que ellos también saben bailar salsa.

Las pruebas fueron bien exigentes, bailaron nada más y nada menos que Tihuanaco, ese clásico de la salsa brava, y Mi Mambo Rock, en clave de boogaloo, recuerdan mientras improvisan delante de la cámara para demostrar que sus pasos van más allá del básico caleño.

“Este es el Sebastián de Belalcázar”, dice John Faiber y se contorsiona imaginando la melodía en medio del bullicio de los niños y niñas que juegan ‘picado’ y rayuela. “Mire el boogaloo”, comenta Bryan Camilo y brinca con ritmo. Luego, intentan levantar a Yulieth Daniela, según coreografías que les ha enseñado el profesor Luis Andrés Martínez.


Como ellos, un centenar de niños entre transición y 5° de primaria, esperan un regalo de los caleños que les alegre la Navidad, en la campaña que adelantan El País, 90 Minutos, la Cruz Roja y la Mesa de Unidad de Víctimas.

La mayoría son hijos de madres cabeza de hogar, que son recolectoras de café en cosecha y el resto del año hacen oficio en casas, o trabajan en agricultura y el jornal no supera los $20.000.

Muchos son de familias desplazadas de Cauca y Nariño, que buscan mejor porvenir, como cuidadores de fincas. Por ello, los niños estudian tres o cuatro meses y luego se van a otra finca, lo que dificulta los procesos de aprendizaje, comenta Alberto Caicedo, profesor de 5°.
Otros son remitidos a psicología, nuevo servicio que la Secretaría de Educación Municipal (SEM) les dio este año, para tratar sus dificultades cognitivas.

No obstante y como honor al lema de la IE: “La excelencia es la meta”, se destacan alumnos como Camila Saa Quiñones, que a sus 8 años habla con propiedad de Dalí o hace poemas sobre Frida Khalo o El Principito, con los que ganó el XII Concurso de Poesía Inédita Ciudad de Cali, que convocó la Alcaldía.

“Gané porque resumí la vida de Frida Khalo en un poema y hablé de El Principito en un poema chiquitico, pero bonito”, explica con la seguridad de una niña mayor y se declara muy inclinada al arte en todas sus expresiones, mientras Juan David Volverás y Alejandro Dorado muestran sus competencias en ajedrez.

Olga Lucía Meneses, profesora fundadora de la IE La Paz, destaca la importancia de que niños de Castilla, Golondrinas, El Rosario, La Paz y Montebello, puedan estudiar en su entorno y con profesores nativos. Por eso ella, Holmes Holguín y Lida Díaz de Cobo, crearon el proyecto Bachillerato Agroecológico, que en convenio con el Sena, gradúa los jóvenes con ese énfasis.

Gran logro luego de que en los años 80 Olga empezó con cinco niños y durante diez años no recibió salario. Y así es para todo. El jueves pasado tuvieron que convencer al dueño de la chiva de La Paz, de que no prestara el servicio de transporte y les hiciera el viaje del paseo de fin de año al Centro de Recreación Popular de Pacará. “Son niños a los que no se les puede pedir $3000 de cuota, es complejo para sus familias.
Regresamos al anochecer para que vieran el alumbrado, pues difícilmente sus padres los pueden llevar a Cali a apreciarlo”, anota Caicedo.

Fundación para Limitaciones Múltiples, Fulim

Emanuel Vélez y Mariana Patiño, niños con Síndrome de Down, y Daniel Esteban Álvarez, con retraso psicomotor culminaron con éxito el programa de estimulación para la independencia y pedagógico de Fulim y avanzaron a la escuela regular.

Emanuel y Mariana ingresarán a transición, y Daniel Esteban pasó a 2° en el Colegio Fe y Alegría, gracias al proceso de inclusión escolar. Daniel está empezando a manejar una tablet y recibe apoyo en el colegio para su movilidad en silla de ruedas.

Como ellos, unos 71 niños que asisten a Fulim, ingresan a la institución totalmente dependientes de la familia, porque los mismos padres piensan que sus hijos no pueden hacer nada, pero en este centro logran el fortalecimiento de las habilidades básicas como comer, vestirse, desvestirse, ir al baño, etc.

Pasan al programa pedagógico, donde el psicólogo evalúa si son funcionales (se defienden por sí mismos) y da el paso a la inclusión escolar tradicional, o si continúa en el proceso de inclusión familiar, social y con su entorno, dice la trabajadora social Martha Lucía Suaza.

Se destaca el programa de fortalecimiento a los cuidadores del niño o niña, en el cual se refuerza el compromiso familiar. “Si la familia sigue las recomendaciones de terapeutas, psicólogo, trabajadora social, fisioterapeuta, fonoaudióloga y docentes, se pueden ver avances”, comenta la coordinadora María del Pilar Castro. Avances que les facilitan el manejo del niño, porque si le tenían que poner pañal y ahora va al baño, es mucho mejor.

Incluso logran que niños con disca- pacidades más severas, establezcan canales de comunicación alternativa. “Hay muchos que no hablan, no pueden verbalizar sus ideas, pero mediante láminas o imágenes, llegan a comunicar o a transmitir sus deseos”, explica.

Los 71 niños, incluso los que superan los 12 años cronológicos, pero siguen siendo niños, han estado representando en vivo el pesebre, rezando la novena y cantando villancicos, y esperan su regalo, porque saben que la Navidad va asociada a un detalle. Piden muñecos (as), carros, balones, instrumentos musicales y juguetes de estimulación para niños de 4 años en adelante.

Tobías Emanuel, del fracaso al éxito

El fracaso escolar es la ruta que conduce al descubrimiento de sus habilidades en la mayoría de alumnos del Instituto Tobías Emanuel, sitio especializado en capacitar escolar y laboralmente a niños, adolescentes y jóvenes con discapacidad cognitiva.

Esa es su redención. Yulián Quiñónez, de 10 años, llegó por la exclusión del sistema académico tradicional, pero en el Tobías descubrió que cantaba muy afinado, habilidad que él desconocía.

“La revelación de su talento artístico para la música llanera, lo maduró emocionalmente, le dio fortaleza para salir a un escenario, un gran logro”, dice el psicólogo Jorge Andrés Moncayo. A la hora de este reportaje, Yulián se presentaba en Telepacífico. “Lo llamamos arte mágico, porque es mágico para ellos y para el que lo ve”, apunta Luz Stella Rubiano, directora ejecutiva.

Cuenta ella que a estos niños les destruyen lo poco que les queda de amor propio, por el bullying, la exclusión escolar, el maltrato familiar, el rechazo social. “Aquí les recogemos los pedazos y reconstruimos ese amor propio”, dice.

Laura Solarte llegó con una huella profunda de esa discriminación, que se reflejaba en un temor muy fuerte a la interacción social, comía a oscuras, tenía miedo excesivo a los perros y a la oscuridad, por lo que no se le podía llevar a cine o teatro. Pero en el Instituto encuentran, además de ayuda profesional especializada, sus mejores terapeutas que son sus pares. Laura ha avanzado en socialización, toma la palabra en clase, le ayuda al profesor, participa en danza, asiste a actividades extramurales como salidas a cine y a teatro, hace unos días paseó un perro. Laura brilla, ya existe.

Son casos exitosos porque también han realizado un trabajo muy fuerte con las familias, las cuales se han puesto en la tarea de apoyar el proceso y así pueden ver resultados. Como los de Laura y Yulián, con potencial para ser como Daniel Fernando Trujillo, auxiliar administrativo; José Andrés Arango, panadero certificado; Juan Camilo Estacio, bailarín de música urbana. O Mayra Alejandra Molano, quien superó su timidez tras ser discriminada en los colegios donde estuvo y ahora se declara feliz en el Tobías. “Era muy tímida, me sentaba en un rincón y no hablaba con nadie. Ahora ya hablo en público”, dice.

Logros

El Instituto Tobías Emanuel cerró 2017 con 60 alumnos certificados laboralmente, 44 de ellos con contrato fijo a término indefinido y dos sostienen a sus familias.

Fulim, con sede en Comuneros II, lleva 32 años atendiendo los niños y niñas con discapacidad cognitiva asociada a otra que los deja en multidéficit, de familias de estrato 1 y 2, de ese y otros barrios del Distrito de Aguablanca, como Poblado I y II, El Vallado, Vallegrande, Comuneros I y Desepaz, remitidos por el ICBF.

Fulim los lleva a cine, paseos, a que conozcan un centro comercial, porque las familias no los sacan ya que no tienen los recursos o “porque la gente los mira feo”.

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