Estos cinco guías caleños lo llevan a conocer las mejores aves del mundo
Los jóvenes se preparan para atender a más de 450 avistadores de aves en la Feria Internacional de Aves, Colombia BirdFair 2016.
Los jóvenes se preparan para atender a más de 450 avistadores de aves en la Feria Internacional de Aves, Colombia BirdFair 2016.
[[nid:511243;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/02/pajaros-3.jpg;full;{Un grupo de jóvenes se dedica al avistamiento de aves en La Leonera, zona rural de Cali. Extranjeros y locales llegan a esta zona de la ciudad para ver todo tipo de pájaros, incluido diversas especies de colibríes.Fotografías: Bernardo Peña|El País}]]Su entrenamiento fue natural. Crecieron a la par con los árboles, rodeados del bosque y el río, de aves y mariposas. Solo que no sabían que desde niños se habían estado preparando para ser guías de avistamiento de pájaros. Hasta que coincidencias de personas, circunstancias e instituciones, hicieron que un día les dijeran: hay unos turistas de aves ingleses, estadounidenses, chinos, etc ¿los acompaña? Así se graduaron de guianzas en observación de aves John Restrepo, Jenny Jordán y Anderson Muñoz, jóvenes del corregimiento de La Leonera, zona rural de Cali. Y ahora se preparan para atender a más de 450 avistadores de aves provenientes de muchos países, que vienen a darse el gran banquete del 11 al 13 de marzo en Cali, en la Feria Internacional de Aves, Colombia BirdFair 2016. Ahora John, Jenny y Anderson son conscientes de que si tanto avistador llega a estas tierras es porque Colombia es el primer país del planeta con mayor diversidad de aves. Y Cali posee el mayor número de ellas en la geografía nacional. Y que el piedemonte de Los Farallones es el mayor nido de pájaros. Es decir, que convivían en una mina de aves y no lo sabían, comentan en medio de trinos de pájaros multicolores en la finca Alejandría o Palacio de los Colibríes, 4 kilómetros arriba del Kilómetro 18, en la vía al mar. Anderson y Jenny abandonaron su territorio y salieron a probar suerte en la ciudad. Ella como mercaderista de una empresa de galletas en almacenes de cadena durante cuatro años. Anderson en las bodegas de uno de esos almacenes, por tres años. Lo que él califica ahora como el peor error de su vida. Hasta que no resistieron el trajín citadino, la dureza del cemento y el calor sofocante, cuando en su entorno natural gozan del aire fresco del campo, oyen el canto de los pájaros, huelen el verde de la montaña. En cambio, John nunca tuvo el sueño caleño. A pesar de su juventud, solo baja a Cali para ir a cine, a comprar ropa y a mercar. Como bien dice, a mí me gusta el monte. Aun cuando Jenny y Jhon terminaron su bachillerato en colegios de Cali, nunca olvidaron el bosque ni se desconectaron de su interés por actividades ambientales. Los tres terminaron por conocerse y a otros soñadores del lugar que pregonaban la conservación del medio ambiente. Y crearon el grupo Tierra Vital para hacer salidas ecológicas: explorar bosques, escalar peñas, largas caminatas, pero con ánimo recreativo. Fue Jenny quien tuvo la visión de negocio, al querer compartir esas experiencias con más personas. Y justo se encontraron con la CVC, el Ministerio del Medio Ambiente y la Fundación Cipav, que los capacitó y empezaron a ofrecer paquetes de turismo rural con lemas vendedores: Vuelve a tus raíces, Río extremo, Siente tus sentidos... En esas andaban y rodaban, cuando se cruzaron con Carlos Mario Wagner, un zootecnista caleño que subía a observar aves y los puso a volar con el cuento de avistar especies, identificarlas por su canto, apreciar su belleza de plumaje y de trino y espantar el fantasma del riesgo de extinción. Fue cuando Jenny renunció a las galletas y Anderson a las bodegas para quedarse en su tierra y aprender más de pájaros. Cuando volví, sentí como si me hubieran liberado, como si me hubiesen tenido enjaulada, dice a tono con el aire de libertad del que disfrutan las aves en esta finca de Raúl Nieto y Elsa Ruiz, la que frecuentan para guiar a turistas de aves. Anderson dice que aplicó el lema Volví a mis raíces. Vi que eso no era lo mío, que mi hábitat era el bosque, confiesa este hombre que acaba de llegar de guiar una visita a Amazonas. Y ahí estaba John, como esperándolos, quien trabajaba en construcción o en el campo. Y los tres fueron tomando vuelo escuchando a Carlos Mario, que les decía que ya estaba en trámite que San Antonio, en la vía al mar, fuera declarada Área Importante para la Conservación de Aves, Aica. Entonces crearon la Asociación Río Cali, un emprendimiento para la conservación de la cuenca hidrográfica del río tutelar de la ciudad. Y comenzaron a llegar más turistas, en especial de Inglaterra, el país donde más aficionados al avistamiento de aves hay en el mundo, incluso más que al fútbol. Y a la vez, es el país donde menos especies habitan. Entonces, Colombia se les vuelve un destino impajaritable a ellos. Pero también vienen de otros países, atraídos por las especies nativas (endémicas) como la guacharaca, ave insignia del bosque del Km. 18, y la tángara multicolor, una miniatura policromática que solo anida entre las cordilleras Occidental y Central.
Destino Leonera es la iniciativa ecoturística comunitaria de los habitantes de este corregimiento. Caminatas, fincas de hospedaje y que ofrecen servicio de restaurante, entre las actividades. Informes: 3122891652; 3174977191Para ser guías consumados deben estudiar mucho los cantos, distinguir las especies, aprenderse sus nombres científicos en inglés, defenderse en ese idioma y tener paciencia para atender a estos gomosos de las aves. Los más difíciles son los turistas hardcore (duros) que llegan con lista en mano. Ellos vienen en busca de una especie que no han visto y entonces presionan para verla rápido y así uno les muestre otras aves vistosas, que canten bonito, no les prestan atención, porque solo vienen a chulear la que les falta, cuenta Jenny, directora de la Asociación Río Cali. Como también hay los que vienen a observar aves, pero se regodean con el vuelo de una mariposa, con la forma de una orquídea, con el plumaje de cualquier especie. Es el turista ideal. Por eso, cuando llega uno de esos obsesionados por ver sólo la Chlorochrysa nitidissima (tángara multicolor), José Luna, otro guía nativo, les sensibiliza: La tángara multicolor se deja ver solo de quien la merece, para inducirlos a la paciencia que se necesita para este pasatiempo, cuenta John. Mientras tanto, Elsa señala un ejemplar de la cotizada tángara que baja a picar banano en los alimentadores que Raúl y Elsa cambian hasta dos y tres veces al día. Tiene bebé, porque está llevando comida, esta es la temporada de nacimiento de nuevos ejemplares, dice ella, quien de tanto escuchar a los guías, dice que ha aprendido con ellos. Giancarlo Ventolini es un caleño que estudió publicidad, pero hace dos años y medio abandonó la jaula (oficina), para volar por todo Colombia haciendo guianzas. Él colaboraba con la Fundación Amatea en la restauración ambiental de la parte alta del río Cali, de los daños por incendios, ganadería y agricultura. Ganaron un proyecto de educación ambiental en la vereda El Faro, que implicaba hacer un inventario de aves. Así aprendió de especies, conoció la iniciativa Mapalina y a su gestor, Carlos Mario, comenzó a ofrecerles el servicio de transporte a los turistas de aves que éste llevaba, hasta que un día lo retó: Hay un turista y no hay guía: le tocó guiarlo a usted. Desde entonces no sale de hacer guianzas en San Antonio, Laguna de Sonso, Anchicayá, Eje Cafetero, Nevado del Ruiz y hasta límites con Chocó. En cada salida, dice, identifica un promedio de 80 especies distintas. Su labor se facilita ya que estudió en un colegio bilingüe y vivió un tiempo en Estados Unidos. A él, como a sus colegas, le sorprende los equipos tan sofisticados y grandísimos que traen los turistas: lentes, cámaras, binóculos de alta tecnología. Hace poco vinieron unos chinos con un lente 800. Cuando ellos van desempacando sus equipos, uno va guardando su camarita o sus binóculos, comenta Anderson, quien goza de un talento especial: puede imitar el canto de los pájaros para llamarlos y avistarlos más fácil. Él no necesita usar play back (grabaciones del canto de la especie buscada). El protocolo, dice John, aconseja no abusar de este recurso ni señalar con la luz láser directo al animal, porque los molesta, los espanta o les puede dañar la visión. Pero no pocas veces deben pedir a los turistas moderar su uso. Y el maestro formador de guías y codirector de la Feria Internacional de Aves que se aproxima, Carlos Mario, tiene sus experiencias. Una vez guió a un turista en Anchicayá y se pincharon de regreso, anocheció y tuvieron que dormir en el carro. A la medianoche, escucharon cantar el guardacaminos, un pájaro que solo se avista en Chocó. Nos bajamos, lo buscamos, lo vimos y hasta le tomamos fotos. Fue una grata sorpresa para el señor porque era su nuevo lifer, o primera vez que avista una especie nueva, relata él. Más gratificante aún fue guiar hace dos años a Stuart Pimm, el experto mundial en extinción de aves de la Universidad de Duke, Estados Unidos. Lo llevó a Anchicayá y Pimm, de unos 60 años, comenzó a brincar y a gritar superemocionado como un niño, cuando pudo avistar el gallito de roca, ese pájaro rojo de gran copete. Estas y muchas historias más unen a la comunidad de los guías, cuyas vidas son como la de El Principito: felizmente atados a un vuelo de pájaros. Su causa El compromiso yprofesionalismo con la causa ambiental de Jenny, John y Anderson es tal que la CVC hizo convenios con la Asociación Río Cali para administrar dos centros de educación ambiental: La Teresita, en La Leonera, a cargo de Jenny y John, y Topacio, en Pance, a cargo de Ánderson. Los une una amistad entrañable, un amor por la defensa de la naturaleza y en especial, por las aves. Jenny y John son tecnólogos en agroecología del Sena. Protocolo Para avistar aves se debe vestir tonos neutros para mimetizarse (los colores llamativos les resultan agresivos), hablar suave, hacer movimientos suaves, llevar el celular en silencio y no ir en grupos mayores a ocho personas.