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¿Es posible que el Valle del Cauca vuelva a inundarse?

En todo el Departamento, ingenieros, técnicos y obreros corren una carrera contra el reloj para ejecutar obras que impidan futuras inundaciones como las del semestre pasado. ¿Funcionarán? El País recorrió la región en busca de la respuesta.

20 de febrero de 2011 Por: Elpais.com.co I Luiyith Melo García

En todo el Departamento, ingenieros, técnicos y obreros corren una carrera contra el reloj para ejecutar obras que impidan futuras inundaciones como las del semestre pasado. ¿Funcionarán? El País recorrió la región en busca de la respuesta.

Juan Emilio Armas, un veterano topógrafo que vivió las apocalípticas crecientes del río Cauca que convertían al Valle en una inmensa laguna, 40 años atrás, hoy hace esfuerzos para que la historia no se vuelva a repetir.Hace quince días, tras fuertes aguaceros, se rompió el jarillón del río Frayle entre Cali y Palmira, e inundó la hacienda El Guachal y otros predios vecinos. Eso hizo temer que se pudiera revivir la tragedia de noviembre, cuando toda esa zona, 900 hectáreas de cultivos, haciendas, avícolas e industrias sucumbió al diluvio invernal del año pasado.Para Juan Emilio aquello parecía sólo un recuerdo de infancia. No podía creer que con la ingeniería de hoy y la regulación que hace la Salvajina del río Cauca eso volviera a ocurrir. Pero ocurrió y se inundaron más de 33.000 hectáreas de cultivos en todo el Valle, 1,2 millones de personas padecieron directa o indirectamente el impacto del temporal y se perdieron $1,6 billones en productos agrícolas, animales, bienes industriales e inmuebles.Porque, hoy lo sabemos, aquello no fue cualquier emergencia. Cuarenta y cuatro rupturas de diques en todo el departamento liberaron sendas represas que se tragaron la producción y las cosechas del semestre pasado y desplazaron a 100 mil familias de sus hogares y trabajos.Por eso Juan Emilio, armado de miras horizontales, escuadras y teodolitos, hace su mejor esfuerzo de topógrafo para corregir las curvas y pendientes de los jarillones, subir los diques y abrirle un mayor cauce a los ríos Frayle, Bolo y Guachal. No quiere ver más ríos desbordados, ni lagunas donde no debe haberlas.En estas dos semanas, su equipo corrigió la última fisura del jarillón que se rompió y amenazó con inundar al corregimiento de La Dolores. “Se anclaron estacas en el fondo, se le pusieron mallas, enseguida miles de costales rellenos de material y se reforzó encima con la tierra del jarillón”, explicó el técnico. Todo porque las lluvias de dos semanas atrás prendieron nuevas alertas y en el caso de los ríos que circundan a Cali y Palmira se vio la necesidad de subir la altura de los diques entre 1,5 y 2,0 metros más. Máquinas retroexcavadoras se mueven en sus orillas haciendo ese trabajo. Esa es la tarea que hace también Gustavo Adolfo Triana en el jarillón del río Palmira, frente a la Zona Franca del Pacífico. Él es el inspector de la Fundación Manos Amigas por Colombia, MAC, la entidad ejecutora de la obra, donde colaboran también la CVC, el Ingenio Providencia y la misma Zona Franca.“Las obras están funcionando al pepo”, asegura Triana. “Se ha subido el jarillón, se ha ampliado el cauce del río Palmira y se ha descolmatado, que es sacar la tierra que está taponando las bermas del río y que va dejando playas, es quitarle la sedimentación y sacarla afuera para que el río tenga más cauce”, explica el técnico.En su criterio, “se ha demostrado que las obras han funcionado porque la creciente que hubo en los últimos quince días fue fuerte y no se desbordó”. Sin embargo, al lado del río hay una laguna sobre lo que fue un sembradío, justo al frente de la Zona Franca. Algunos operarios explican que es una inundación reciente que se produjo porque “se demoraron mucho en tapar los desagües y por ahí se metió el agua”.Tal vez por eso Álex Hernández sigue con su retroexcavadora limpiando el zanjón Tumaco para darle calado mientras otro equipo trabaja en la elevación del jarillón que lo circunda.Cicatrices que sananPero las cicatrices de la tragedia parecen irse restañando y el temor porque la historia se repita también ha disminuido. Ángela María Villegas, una habitante de La Dolores, dice que no tiene miedo a inundarse y da gracias a Dios porque fue de las pocas a quienes las aguas no la sacaron de su casa en la pasada emergencia, pese a estar en medio de los ríos Cauca, Frayle y el zanjón Tortugas.A su vez, Bertha Rojas, gerente de la Zona Franca del Pacífico, destacó que el parque industrial se recuperó totalmente de la pasada emergencia, las 30 empresas instaladas allí están trabajando normalmente y en el complejo no quedan ni las huellas de lo que fue la inundación que la afectó hace dos meses.Con el apoyo de los empresarios, la CVC y algunos ingenios se han promovido las obras de prevención de inundaciones en los alrededores de la Zona Franca.En cuanto a la producción agrícola, aún falta tiempo para lograr una plena recuperación, pero el Gobierno ha dado los créditos y apoyos para hacerlo. Felipe Bocanegra, de la Asociación Frutícola en el Valle, observó que la oferta de frutas ha bajado en un 40%. Tan sólo en papaya el gremio manejaba 1.200 toneladas semanales y ahora sólo hay 480. Pero hay esperanzas en la recuperación de la producción. Pero eso es sólo un efecto más de la tragedia. Como lo es el desarraigo, el desempleo y el hambre que viven hoy 100 mil personas. Sin embargo, la Gobernación del Valle está velando por estos damnificados, que le cuestan $7.000 millones mensuales. Rodrigo Zamorano, secretario de Gobierno del Departamento, sostiene que a pesar del percance ocurrido en el río Frayle hace quince días, las obras hechas para asegurar los diques de los ríos son confiables y están funcionando.Señala que en los ríos Frayle, Bolo, Guachal y Palmira se hizo un super jarillón con la asesoría de Juan José Arango, experto en diques y aguas y consultor de los ingenios, lo cual garantiza que no habrá más inundaciones.En el norte del Valle, en el Distrito RUT (Roldanillo, La Unión y Toro), fueron cerrados los diques del Cauca y otros afluentes con la misma tecnología: se ponen unos pilotes, se taladra hasta el fondo y se agregan unos big bag (bolsas con material), luego se agrega tierra.Además se invirtieron en los últimos meses $6.000 millones en vías terciarias para recuperar la movilidad en las zonas de desastre.Sin embargo, para los técnicos, lo más importante de esto es el mantenimiento que se haga del jarillón. Si hay árboles de cinco metros sobre él, como ocurre en muchas partes, puede haber raíces grandes que desestabilicen el terraplén.Y si hay siete mil habitantes sobre 17 kilómetros de jarillón como existen en Cali frente al río Cauca, el riesgo es mayor. A ello se agrega la hormiga arriera que lo ha horadado por dentro y las tuberías que lo atraviesan para sacar agua desde los ríos y regar cultivos, como ocurría en algunas fincas en el norte del Valle.Todo eso está siendo combatido. Pero en el caso de Cali, la recuperación del jarillón es muy lenta y persiste el riesgo de que colapse por los asentamientos humanos que han montado hasta fábricas y casas de tres pisos allí.

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