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Entre cinco y seis niños son abandonados cada mes en el HUV

A Javier Torres, el jefe de Pediatría del Hospital Departamental, le preocupa la situación de los niños abandonados en Cali. También las madres adolescentes, los bebés heridos por la violencia en el vientre materno y la falta de políticas para proteger a la niñez.

6 de abril de 2015 Por: Paola Andrea Gómez P. | Jefe de Información de El País

A Javier Torres, el jefe de Pediatría del Hospital Departamental, le preocupa la situación de los niños abandonados en Cali. También las madres adolescentes, los bebés heridos por la violencia en el vientre materno y la falta de políticas para proteger a la niñez.

Avi nació de 26 semanas, pesó 900 gramos y tiene hipertensión arterial. Yanibel nació de 24 semanas, pesó 600 gramos y está hospitalizada desde el 18 de febrero. Uno de sus vecinos de incubadora, una semana menor, nació con una enzima que no le permite tolerar la leche. Y  el más delicado de todos, aguarda, junto a su madre, a que se termine de formar su tracto digestivo. 

Javier Torres Muñoz, pediatra, neonatólogo y epidemiólogo,  conoce cada uno de esos 50 niños que a diario luchan por su vida en la Sala Cirena (cuidados intesivos del recién nacido) del Hospital Universitario del Valle.

Hace 15 años es el Jefe de Pediatría de la institución, cargo en el que prácticamente se estrenó,  junto al cirujano Raúl Astudillo, con una exitosa operación de separación de siamesas: María Camila y María José, que fueron abandonadas por su mamá, una tumaqueña que temía por la reacción de su comunidad y sus creencias sobre las malformaciones de niños (en algunas poblaciones creen que los niños siameses son enviados del diablo).

El médico Torres, que conoce bien el drama del abandono, de la violencia, de los bebés no planeados, del desapego y de tantos otros casos que llegan al centro asistencial más grande del suroccidente, habló con El País.

Históricamente en el hospital han sido abandonados decenas de niños en su sala de recién nacidos. ¿Cómo afrontan esta problemática?

Tenemos de cinco a seis niños por mes. Niños con problemas sociales, que pueden o no ser abandonados, ya que esa categoría la define el Icbf, porque algunos son de mamás que no vienen a verlos, que desaparecen. Sigue siendo alto, el número no ha cambiado. Madres adolescentes, desplazadas, muy pobres, en áreas de riesgo, por ejemplo del barrio Sucre, del oriente, la zona de ladera y de municipios del Pacífico.

Cuando tiene la oportunidad de hablar con ellas, ¿qué argumentan esas mamás para dejar a sus hijos?

Hay casos muy especiales de niños con problemas de malformación  que las mamás dicen que si vuelven a su región, a su pueblo con ellos pueden sufrir una agresión, porque tiene una connotación de ser enviados del diablo. Entonces ellas prefieren dejarlos acá, con todo el dolor del mundo. Eso fue lo que pasó con las siamesas que separamos en 2001. Otras mamás dicen, yo no tengo cómo mantener esta criatura. O los dejan porque  piensan ‘ese niño se va a morir’. Y hay otras que llegan producto de una violación o de otro algún tipo de maltrato. También hay otro grupo grande de mamás que los dejan por desapego. Entonces decidimos dejar la sala abierta 24 horas para aguardar si ellas se deciden a visitarlos, en cualquier momento. 

¿Frente a casos como el de la madre que estaba ofertando por $200 millones en internet a su hijo en gestación ¿qué piensa un médico como usted,  que conoce de cerca los problemas del desapego y abandono?

Realmente eso golpea mucho y da mucho temor, porque esa mamá puede tomar algún tipo de decisión inadecuada con su bebé. Nos ha pasado que madres utilizan medicamentos para acelerar el nacimiento y traen al mundo un niño prematuro o con problemas graves, porque no quieren ese bebé. Solamente con el pensamiento una mamá agrede a su bebé. Los bebés se dan cuenta cuando sus mamás no los vuelven a ver y su recuperación es más difícil. Ese afecto es fundamental. 

Algo pasa allí, en ese caso, que está por encima de lo que nosotros conocemos como médicos. Más que atacarla, a esa mamá hay que apoyarla,  que reciba una cantidad de intervenciones y lo entregue, si es que lo va a entregar, en las mejores condiciones posibles.

La violencia en Cali es otro factor que se refleja en la sala de recién nacidos del HUV. El año pasado  ustedes atendieron un bebé cuya madre fue asesinada, él estando en su vientre...

La mamá estaba muriendo, pero en la unidad de trauma está todo tan estructurado  y los médicos tan capacitados, que hacen la incisión, lo sacan, lo traen al mundo y lo logran salvar. 

Esa es de las cosas que más impactan. Yo hago investigación con un grupo de Colciencias. Una de las líneas de investigación se llama asfixia. Los americanos muestran casos de asfixia de problemas en el embarazo. Yo les muestro que la asfixia mía es de violencia, que no pasa en países subdesarrollados, porque en Colombia, en Cali, hay mamás que sufren la violencia y eso se refleja en los bebés. 

¿Qué otros casos han atendido de bebés víctimas de la violencia estando en el vientre de la madre?

Hace unos años tuvimos el caso de una enfermera nuestra a la que le dieron un balazo cuando fue a sacar plata del cajero. El niño nació muy asfixiado, de 36 semanas. Se salvó, pero quedó con secuelas neurológicas y murió al año. 

En otro caso,  a la mamá le dispararon en el abdomen, y le impactaron el húmero y el fémur al  bebé. Quedó con una lesión en el bracito pero se recuperó después. Es una maldad impresionante. Son cosas que pasan y uno no entiende. El niño se salvó. Pero ahí uno piensa que hay  que trabajar mucho más. Nosotros hacemos lo que toca aquí, pero afuera hay unos problemas grandísimos.

¿Frente a situaciones como esta, como sociedad qué cree que se pueda hacer para proteger  nuestros niños? 

 Yo pienso que  tiene que haber mucha más conciencia de proteger a la población infantil. Este es un país que tiene que ponerle más atención a  nuestros niños. No por la frase de que son el futuro, uno tiene que creer que ellos son los que van a hacer un cambio en este país. Si uno genera una semilla de cambio en esa población, seguramente esas generaciones no van a tener todo este problema social.

Mire el caso de Chile, un país que su actual presidente es pediatra y ha hecho un trabajo muy interesante desde la niñez; las mujeres tienen seis meses de licencia de maternidad. Eso creo que cambia muchas cosas. 

Hay que darle prioridad a lo nutricional, para evitar los problemas cognitivos. Y lo educacional, para disminuir la deserción y el embarazo adolescente no deseado. Políticas sociales sostenidas es lo que necesita este país.

¿Esos embarazos adolescentes y no deseados o planeados, son una constante en el hospital?

Lo que más nos preocupa es la gran cantidad de embarazos no planeados. Si los planearan, las complicaciones serían menores. No hacen controles en el embarazo o se hacen sin calidad.

El 30% de nuestras gestantes son adolescentes, eso conlleva hacer muchas cosas adicionales para salvar esos niños.  Incluso, con el grupo de obstetricia creamos una ‘clínica’: comité materno fetal, donde nos reunimos antes de que nazca el bebé  y planeamos sus nacimientos. 

En la medida que vemos indicadores de morbilidad y mortalidad buscamos mecanismos. Pero eso debe ir acompañado de esfuerzos y políticas sociales para cambiar ese entorno.

De 60.000 niños que nacen al año en el Valle, el 12% son prematuros, pero sabemos que la tasa en el HUV es del 25% . ¿Por qué tanta prematurez?

En el hospital tenemos seis mil nacimientos al año, de los cuales 25% son prematuros. Y de esos seis mil niños tenemos que hospitalizar el 12%.  

Esa tasa es consecuencia del alto número de embarazos no deseados, no controlados, infecciones en la mamá por nulo control prenatal, alta hipertensión en el embarazo. Y hay un alto déficit nutricional. Tenemos una enfermedad que es la deficiencia de ácido fólico, entonces nacen con malformación en el tracto de la columna vertebral, que puede salirse. Eso se previene si la mamá toma ácido fólico antes de que vaya a nacer su hijo. Debe tener buenos elementos nutricionales. 

También tenemos en el Valle un bajísimo promedio de lactancia materna, que no supera los dos meses...

Creo que eso ha venido mejorando. Hay un trabajo muy  interesante que está haciendo la primera dama con la Secretaría de Salud Municipal, para mejorar los indicadores de lactancia. Lo que se quiere asegurar es, por lo menos, cinco o seis meses de lactancia materna exclusiva, porque eso garantiza mejor desarrollo neurológico y previene enfermedades metabólicas, que es lo que está matando a la gente. Hay que esperar los resultados de la encuesta nacional de salud, que está en ejecución. Estamos trabajando duro para evitar tanta leche de fórmula.

¿Es ahí donde entra a actuar el proyecto del banco de leche?

Los bancos de leche existen en todo el mundo.  Necesitamos que se acoja la cultura de donar leche materna. El prematuro que toma esa leche tiene menos probabilidades de enfermedad, menos infecciones y tendrá más defensas. La meta es tener el banco de leche funcionando a partir del primero de junio. Todas las instituciones públicas y las privadas están comprometidas en generar aportes a este banco de leche. Nosotros, en el hospital, seríamos los que las entregamos a las instituciones y a las mamás que los requieran  para mejorar esos indicadores de baja lactancia materna.

Recientemente usted manifestó que aunque nacen más niños en condiciones de riesgo, sobreviven más niñas. ¿A qué se debe esa situación?

En el factor hormonal, en el nacimiento, las niñas son mucho más fuertes que los niños. Si tengo una niña que nace prematura y hace problema respiratorio severo, ella tiene más posibilidad de salvarse que el niño, teniendo igual peso y edad gestacional. Los hombres no respondemos con las complicaciones de las enfermedades de la prematurez y la niña sí responde muy bien. Pueden nacer más niños, pero al final se mueren más, en etapas tempranas. Por eso a las niñas las consideramos el sexo fuerte.

¿Y esa fortaleza de la mujer frente al hombre se mantiene toda la vida?

Digamos que durante la primera infancia (de 0 a 7 años). Pero luego viene la adolescencia y aparecen otros factores como la violencia, que afecta más al hombre que a la mujer. Pero hacia el final de la vida, ellos tienen más duración que ellas.

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