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¿Hoy cómo te sientes? es la pregunta con la que se inicia cada jornada. | Foto: Especial para El País

PAZ

En el colegio Santa Isabel de Hungría, en Llano Verde, olvidan la guerra con abrazos

En el colegio Santa Isabel de Hungría del barrio Llano Verde, en Cali, 800 de sus 1.217 estudiantes son víctimas del conflicto armado. Allí, la Unidad para las Víctimas realiza, con un grupo de 120 niños y niñas, un trabajo de recuperación emocional para ayudar en la sanación de esas heridas.

8 de noviembre de 2017 Por: Luz Jenny Aguirre , especial para El País&nbsp;<br>

"Es mejor seguir adelante, aunque nos hayan pasado cosas malas. Hay que sonreírle a la vida”. Quien lo dice se llama Nicol, tiene 7 años y una hermosa sonrisa que se ve a diario en pasillos y salones de la institución educativa de Llano Verde, un barrio relativamente nuevo de Cali que queda en la Comuna 15. Por esos lados la ciudad llega justo hasta ahí; después solo hay pasto.

La frase resulta todo un ejemplo viniendo de ella, no solo por su edad. Se trata de una víctima del conflicto armado, una de las tantas que viven en este sector.

En Llano Verde, una ciudadela de cerca de 4.300 casas, habitan alrededor de 3.500 familias sobrevivientes del conflicto (81% del total de la población), que recibieron las viviendas gratuitas por parte del Estado.

Nicol, como la mayoría de estas víctimas, padeció el desplazamiento forzado y ha vivido con su familia las consecuencias de tener que cambiar “a la brava” de casa. Hoy su hogar es Cali y su colegio es este, Santa Isabel de Hungría del barrio Llano Verde, que tiene una particularidad: de 1.217 estudiantes matriculados, 800 son víctimas del conflicto armado.

Esa es la razón para que en estas aulas, que se estrenaron el pasado marzo, se lleve a cabo una estrategia de Recuperación Emocional para Niños y Niñas, que ejecuta la Unidad para las Víctimas a través de su equipo de sicólogos.

“¿Hoy cómo te sientes?, es la primera pregunta que hacemos a cada niño en todas las jornadas en las que trabajamos. De allí partimos para empezar a reconocer y manejar las emociones. ¿Tienes miedo, rabia, preocupación, tristeza, alegría? Hablemos de eso…”, explica Cristina Quintero, una de las profesionales que lidera este trabajo, quien cuenta que el silencio es una constante en los chicos cuando empieza la terapia, la cual se ejecuta en grupos de hasta 15 pequeños.

Nicol, dice Cristina, pasó por esa situación. Se notaba, incluso, con mucha rabia y brusquedad, que poco a poco fueron cediendo ante retos como leer y reflexionar juntos sobre un cuento llamado ‘Eloísa y los bichos’, dice la sicóloga.

Esa historia, de Jairo Buitrago y Rafael Yockteng, narra con imágenes y palabras sencillas el caso de una niña llamada Eloísa, quien llega con su padre a una ciudad de insectos, donde ella era “la rara” y se sentía muy sola. Además, sufría por la ausencia de su mamá. Con el tiempo, Eloísa se adapta y aprende a vivir en la urbe de los bichos.

“Muchos de ellos se sienten así, como bichos raros en un espacio que no es el suyo, sienten soledad o sienten el dolor de sus familias por haber dejado atrás su vida a causa de un hecho violento. Con estos chicos se trabaja el tema de la ausencia: el padre o la madre que ya no está, el pueblo en el que ya no se vive. Abrazamos, abrimos una ventana al afecto, a ese ‘apapache’ que a veces les hace tanta falta”, explica Cristina.

Sin duda, ese cariño se convierte en algo que los chicos disfrutan, pues tan pronto ella pasa por los salones los muchachos salen a saludarla con fuertes apretones y le preguntan cuándo es su próxima sesión.

La sicóloga cuenta que en algunos casos los niños no saben que son víctimas del conflicto armado y ella resulta dándoles esa “mala noticia”, lo que es “tremendamente duro”.

“Hemos tenido casos muy dolorosos. Un chico dijo que necesitaba que habláramos con su mamá, porque su padre aún estaba desaparecido y ella seguía en su búsqueda. Al poner a la señora en contacto con la Fiscalía, resultó que la estaban buscando hacía meses para decirle que en el Meta, de donde ellos son originarios, habían encontrado el cuerpo”, relata Cristina. Sin embargo, la violencia aún tenía más crueldad para mostrarles: solo hallaron los restos del cuello para abajo; la cabeza sigue desaparecida.

“Es imposible dimensionar el dolor de esa familia, de ese niño. Se hace un acompañamiento emocional lo más amoroso posible, pero sigue siendo un drama impresionante”, comenta la sicóloga.

Ahora, estos niños y niñas, y sus familias, enfrentan nuevas realidades, que traen también otros dolores. Hace poco, por ejemplo, en un predio vecino al colegio fue hallado el cuerpo desmembrado de un hombre. “Es otra cara de la violencia que empiezan a conocer en el contexto urbano y es algo de lo que también nos toca hablar para que entre todos entendamos un poco qué es lo que pasa”, afirma Cristina.

Las sesiones de trabajo ya se están llevando a cabo con 120 menores y contemplan también momentos de escritura o dibujo y “juego colaborativo” para fortalecer los lazos de solidaridad y apoyo.

En una de esas jornadas, el grupo de Nicol trabajó en una gran cartelera donde todos plasmaron lo que más los impactó de ‘Eloísa y los bichos’. Allí, los niños resaltaron la importancia de tener amigos “para no sentir que estamos solos y para no estar tristes”. O como dijo José, otro de los chicos, “que hay que hacer las cosas bien en el colegio, esforzarnos por ser juiciosos para que nuestros padres se sientan orgullosos”.

Cristina Quintero expresa que ojalá el acompañamiento fuera mucho más largo que nueve sesiones, como es hoy. Pero también asegura que en estos niños y niñas hay enormes insumos que les permiten buscar nuevos caminos para reconstruir la vida. “Son sobrevivientes y en ellos está el aprecio profundo por la vida”, concluye.

La reparación integral a las víctimas contempla cinco medidas: indemnización, satisfacción, restitución, garantías de no repetición y rehabilitación. En esta última se incluyen acciones como la recuperación emocional.

En el Valle del Cauca hay 565.516 víctimas del conflicto armado (por declaración, según la Unidad para las Victimas). De ellas, 199.729 corresponden a Cali. El 80 % de las víctimas del conflicto armado ha padecido el desplazamiento forzado.

La paz de Llano Verde

Agustín Pinto, coordinador de Bienestar de la Institución Educativa Santa Isabel de Hungría de Llano Verde, explica que con el trabajo que se hace en la institución y con el apoyo de distintas entidades y de fundaciones se ha ido mejorando la convivencia en el entorno del barrio.

“El colegio es un territorio neutral, donde no entran los conflictos que puedan vivirse afuera con algunas pandillas. Hacer énfasis en el respeto por el otro ha sido muy importante para ayudar en ese proceso”.

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