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Ella es Carolina Jaramillo, la caleña que dirige el primer museo al aire libre de Colombia

Hace más de una década ésta caleña lo dejó todo para convertirse en artista. Ahora es la directora del Museo Libre de Arte Público de Colombia.

3 de mayo de 2016 Por: Redacción El País

Hace más de una década ésta caleña lo dejó todo para convertirse en artista. Ahora es la directora del Museo Libre de Arte Público de Colombia.

Hace 17 años Carolina Jaramillo decidió que quería ser artista. Lo decidió de manera radical, sin titubeos, aún sabiendo que tendría que dejar de lado su prolífica carrera como administradora de empresas.

Nunca antes había estudiado de manera formal una carrera en Artes, su formación en ese mundo se dio de manera empírica, para nada académica, pero poblada de un interés muy profundo por la siempre trágica condición humana. 

Siendo entonces una artista novata, Carolina notó muy pronto que las galerías de arte, los museos y las fundaciones, eran en esa época tierras duras de conquistar, espacios que preferían acoger artistas con algo más de recorrido y renombre. 

“El día que decidí dejar todo para convertirme en artista, sufrí agónicamente. Supe de primera mano como era que las puertas se cerraran, que no hubiera un mercado para mostrarse. Empecé entonces a comprender como funcionaba todo”.

Sus primeros años como artista fueron difíciles. Durante ese tiempo pudo comprobar  que en ese nuevo mundo, aquel donde voluntariamente había decidido pasar el resto de su vida, pocas veces había espacio para el ser humano, pues “solo importaba la obra”. 

Tal vez por esta razón, Carolina es ahora una convencida de que los gestores culturales necesitan trabajar para que el espectador se interese en el artista, en el ser humano. “Porque si una obra no tiene un rostro visible detrás, (el rostro del artista), a nadie le llegará a importar si esa  persona come, si tiene salud, en fin, cuales son sus condiciones básicas de vida”.

Su obra gustó afuera. Pasó por un duro y pedregoso camino, pero al final gustó. Miami, Cuba, Nueva York, Barcelona, París, Mónaco, Florencia, son solo algunas de las ciudades donde Carolina ha viajado con su arte. Sin embargo gustar no fue suficiente. 

Siempre fiel a su interés por la condición humana, Carolina quiso compartir todo lo que había aprendido (y sufrido) durante sus épocas de victorias y derrotas, así como contribuir a que el espectro artístico de la ciudad fuera, por lo menos, una pizca más amplio.

Un museo al alcance de todos

El Museo Libre de Arte Público de Colombia, 'Muli',  el primer museo certificado de cielos abiertos que tiene el país, nació porque un amigo muy cercano a Carolina quería hacer una pequeña exposición.

La idea pronto mutó de manera vertiginosa, y de una modesta muestra, pasó a ser una bienal internacional de muralismo.

“Seis años antes de formar el museo empecé a hacer muralismo. Fui invitada a encuentros internacionales en Argentina, en Cuba, y allí encontré un espacio donde varios artistas de todas partes del mundo, podían sostener diálogos a profundidad sobre arte. Fue allí, al poder tener ese montón de maestros a mi disposición, viendo cómo planeaban una obra desde cero, que noté que era la mejor forma que tenía para construir ese público que necesitábamos”.

Formar público para acercar el arte a la gente. Para crear vínculos con la ciudad y sus espacios. Para fortalecer el carácter cultural de Cali. Para visibilizar al artista detrás de la obra. 

“45 mil artistas en Colombia sufren por no tener garantizada una profesión mediante la cual ellos puedan vivir. Adicional a eso tenemos ciudades desarraigadas que tienen monumentos invisibles”, dice Carolina.

La apuesta del ‘Muli’ con la Bienal Internacional de Muralismo, así como con las demás actividades artísticas que se desarrollan durante todo el año, también consiste en integrar a la ciudad con los procesos de creación de artistas nacionales y extranjeros, resignificando el uso de los espacios intervenidos y apoyando a las comunidades con las que se trabaja.

 Un ejemplo de ésto se puede observar en Siloé, donde ‘Mulí’ adelantó un proyecto de emprendimiento y autoconstrucción, llamado Club Smart. 

En este programa, que forma parte del componente pedagógico del museo, más de 70 jóvenes de seis sectores distintos de Siloé recibieron durante cuatro meses capacitación en la técnica de mosaico.

Al final de los talleres, los jóvenes pudieron decorar los escalones que se asoman en cada calle de su barrio; aves, flores y bosques pueden encontrarse ahora mientras se asciende por los barrios de la ladera de Cali.

 “Y es que nosotros somos un modelo sistémico, hacer murales no es suficiente. En el poblado II, también tenemos un pabellón de obras en el parque cuyo primer anillo de influencia es de 7000 personas. Con esto la comunidad ya tiene un nuevo sitio para visitar, para disfrutar, y se generan unas dinámicas que posibilitan la disminución de violencia en ese lugar, para que la gente pueda ir habitando y relacionándose de una manera distinta con ese espacio”.

Queda claro que a Carolina no la agobia la sofocante pregunta que reza ¿el arte para qué?. Ella prefiere preguntar ¿el arte para quién?, y responder inmediatamente, “el arte para todos”.

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