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El Salsódromo de la Feria de Cali también se gozó por fuera de las graderías

No tener los $80.000 para pagar un cupo en las graderías fue lo de menos. Conozca las historias de caleños que disfrutaron de manera gratuita este desfile de apertura.

25 de diciembre de 2013 Por: Lina Uribe I Reportera de El País

No tener los $80.000 para pagar un cupo en las graderías fue lo de menos. Conozca las historias de caleños que disfrutaron de manera gratuita este desfile de apertura.

Ni la multitud ni el sol que azotó a la 'Sucursal del cielo' este 25 de diciembre fueron excusa para los miles de caleños que no compraron boleta para ocupar un lugar en la gradería del Salsódromo, el evento que desde hace seis años le da inicio a la Feria de Cali.Desde las 11:00 a.m., los costados de la Autopista de la Feria entre las carreras 46 y 39, las zonas de libre acceso, empezaron a llenarse de espectadores ansiosos, que lucieron sus mejores pintas para gozar con ese ritmo que hace tan famosa a nuestra ciudad: la salsa.Fueron precavidos. Llevaron sombrillas, gorros y gafas. Algunos, incluso, cargaron las sillas desde sus casas para no tener que pagar por el alquiler. Una de las grandes novedades de la Feria de Cali 2013 fue la ampliación de estas zonas de acceso gratuito, para que muchos más caleños pudieran disfrutar de los desfiles de forma libre y sin costo alguno.Así lo hicieron Angelo y sus amigos, un grupo de jóvenes que se conocieron cuando eran niños y que ahora viven en distintas partes del país y del mundo, pero que cada año se reencuentran en la Feria de Cali. A las 8:00 a.m. ya estaban en la Autopista con Carrera 45 para hacer un pequeño cerco con sillas plásticas, desde donde se gozarían el desfile. "Desde hace cinco años tenemos esta tradición. Llegamos muy temprano y ponemos nuestras sillas para que nadie nos quite el lugar. El Salsódromo es algo que no se ve en ninguna otra parte del mundo, por eso no nos lo perdemos", comentó uno de los jóvenes.Poco a poco, el pequeño cerco se fue llenando de gente: los amigos, los amigos de los amigos, los novios, los esposos, los invitados y uno que otro espectador al que dejaron pasar para que estuviera más cerca de la baranda. "Hay personas que se enojan porque no las dejamos entrar a nuestro espacio, dicen que lo privatizamos, pero todos los problemas los arreglamos por las buenas", agregó otro de los que ahí estaban. Y en efecto, apareció un hombre que quiso conseguir su entrada por medio de los golpes y armó un pequeño altercado. Por fortuna, las palabras y la alegría de la fiesta fueron más fuertes y el inconveniente se solucionó rápidamente. Finalmente, el hombre pudo ingresar. Ellos vienen de Bogotá, de Tokio, de Miami, de Australia y de muchas otras partes del mundo, pero son caleños de nacimiento y de corazón. A estas fiestas también invitan amigos de otros países, a los que les han contado que el baile caleño es inigualable. Por eso, su pequeño cerco también lo ocuparon algunos extranjeros que intentaban mover sus pies al ritmo de la salsa.Este pequeño punto fue una gran muestra de toda la alegría que inundó el desfile. El cerco con sillas es una de las tantas mañas que tienen los caleños para disfrutar el espectáculo, una de las muchas muestras de que "Cali es Cali y lo demás es loma".Además de esta zona de acceso gratuito para público general, los desfiles para esta versión de la Feria incluyeron cinco espacios preferenciales de libre ingreso: uno para las personas en situación de discapacidad, otro para los familiares de los artistas, uno más para los adultos mayores y dos para los periodistas. Así, quienes quisieran gozar de los espectáculos cómoda, gratuita y seguramente, no tenían excusa válida.El no tener boleta para las graderías tampoco fue un impedimento para los Loaiza Rodríguez, una familia caleña que llegó al medio día a la Autopista con Carrera 44 y ubicó sus sillas plásticas, las mismas que compró el año pasado durante desfile, en un sitio cercano a la baranda. Todos iban preparados para la jornada: se aplicaron protector solar, se pusieron gorras y sombreros, alistaron sus cámaras y empacaron el refrigerio, porque sabían que la media tarde era el momento perfecto para un sándwich de atún.En ocasiones anteriores, Luis, el hijo mayor, ha hecho parte de los músicos de las orquestas del desfile. Sin embargo, esta vez optó por estar del lado de los espectadores y apreciar las hermosas carrozas en su totalidad.Con su campana, Luis hizo el ritmo del titicó, mientras su primo Omar, un español que vino por primera vez a la Feria de Cali, intentaba coger el paso. "Nunca había venido, pero sí me habían contado que esto era lo más... que había mucha salsa, mucha rumba", dijo el extranjero.Omar quedó maravillado con el desfile. Su opinión se resumió en un pulgar levantado, que dio a entender que no se habían equivocado quienes tanto alabaron este espectáculo.La feria del rebusqueLos eventos multitudinarios se convierten en el escenario perfecto para que los caleños saquen a flote sus cualidades de negociantes. Espuma, gafas, sillas, carpas, lechona,maní, cholados, cerveza, chitos y sándwiches hacen parte de los productos que se podían conseguir en los alrededores de la Autopista de la Feria.Las tarifas fueron variadas: el alquiler de una silla costaba hasta $15.000, con opción de llevársela para la casa o devolverla si así lo deseaba; una carpa plástica, por si la lluvia, costaba $2.000; el tarro de espuma podía conseguirse en $5.000; y las gafas, para todos los gustos y de todos los precios, se encontraban desde $3.000.La amplia oferta gastronómica incluía desde chitos y maní de $1.000 hasta asados de $8.000, en las ventas ambulantes. Así, entre carrozas, músicos, espuma, comida, bailarines y el sol ardiente que se mantuvo en gran parte de la jornada, los caleños y visitantes le dieron la bienvenida a la Feria de Cali 2013, cinco días de fiesta y rumba que dejarán en alto, una vez más, el nombre de nuestra ciudad.

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