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El río Cali, un afluente con muy poca agua y muchos males

Si el caudal sigue bajando no se descarta racionamiento en comunas que se abastecen del afluente. A ponerse la camiseta por el río Cali.

3 de agosto de 2015 Por: Redacción de El País

Si el caudal sigue bajando no se descarta racionamiento en comunas que se abastecen del afluente. A ponerse la camiseta por el río Cali.

[[nid:450551;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/08/rio-cali-galeria.jpg;full;{Poca agua, contaminación y basuras en las riberas son algunos de los males que tienen enfermo al río Cali. Dagma asegura que el afluente entra a la ciudad en condiciones buenas, pero luego disminuyen a una clasificación regular por las actividades urbanas y rurales. Fotos: Jorge Orozco | El PaísJorge Orozco | El País}]]

Vecinos del río Cali como Carlos Alberto Díaz y Guillermo Maya en el sector de Santa Rita se lamentan del estado en que se encuentra hoy el afluente: “seco, es un río de piedras y no de aguas en este momento”, dicen. Vea también el especial multimedia: Cali, ¿Un sueño atravesado por un río?

 Un río que en esta zona emana malos olores día y noche,  que recibe aguas negras desde Terrón Colorado  y recepciona toda clase de basura, incluso heces  de perros cuyos amos o paseantes sí recogen en chuspas los desechos, pero que tiran a sus riberas.

Canales destapados del río como el de la Avenida 3 Oeste con Calle 13 se han convertido también en refugio de avispas y de unos mosquitos negros que, aunque diminutos, dejan secuelas en la piel, como lo evidencia la pierna del contador y administrador  Guillermo Maya, residente en el barrio Santa Rita desde hace 35 años.

 Luego de rememorar cómo en dos ocasiones el río tutelar se salió de su cauce “cogiendo la Avenida Santa Teresita hasta el Hotel Continental”, Álvaro Hernández Sánchez,   que reside en el sector hace 49 años, dice que le da “miedo” que  por el poco caudal que tiene hoy el río “podamos llegar al racionamiento, porque el acueducto de este barrio es el de San Antonio”, que se surte de las aguas de esta fuente hídrica que abastece a 600.000 caleños (comunas 1, 2, 3, 4, 9, 10, 17 y 19).

Roberto Pomar, jefe del Departamento de Agua Potable de Emcali,  comenta que el caudal actual es de 1000 litros por segundo, pero que si se baja de 850 litros por segundo “nos toca pensar en un suministro igual al que estamos haciendo en las Comunas 18 y 20”, es decir, brindar el líquido solo  ciertos días a la semana. “Y habría que empezar a suspender las salidas Norte y Centro. La que nunca tocamos es la Sur porque de esta depende la red hospitalaria de la ciudad”. 

Sin embargo, Pomar da un parte de tranquilidad: no hay antecedentes históricos de que el río baje de ese valor (850 litros por segundo).

[[nid:343732;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2014/09/modulocomplejo-riocali.jpg;full;{El río Cali, ese afluente de 50 kilómetros que refresca la ciudad, está muriendo. Los 600 mil caleños asentados sobre sus cuenca y riberas lo convirtieron en una cloaca y en basurero. Recorrido desde el aire. El País}]]

Agridulce recorrido

Según Camilo Vélez, líder del Grupo  Recurso Hídrico del Dagma,  el río Cali entra a la ciudad en condiciones buenas, pero luego  disminuyen a una clasificación regular por las actividades urbanas y rurales que generan todo tipo de impactos en el agua. 

Entre el sector comprendido entre el Zoológico y el CAM, advierte, se han hecho controles durante los últimos cuatro años, logrando disminuir vertimientos, así como en el río Aguacatal, uno de los principales aportantes a la contaminación del río Cali. En el río Aguacatal se han hecho más de 5 colectores para la recepción  directa de aguas residuales con una  inversión de $1800 millones y con esto se ha logrado que el agua que entrega al  Cali sean menos contaminadas.

   En el recorrido que hizo El País de Sur a Norte, aguas más abajo, a la altura de la Avenida 4 con Quinta, a un  costado del puente vehicular,  llamó la atención el cambio de color del agua, que se torna muy anaranjada, incluso, las rocas dan la apariencia de estar recubiertas con óxido.

    La explicación a este fenómeno la da el funcionario del Dagma: la afectación sobre las características del río en esa zona tiene que ver  con la Quebrada Las Minas, una fuente de agua superficial que proviene de minas clausuradas hace muchos altos, en la parte alta de Normandía. Ese afluente trae unas sustancias que al combinarse con el río Cali  torna un color café que da como apariencia de que estuviera contaminado el río.

Kilómetros más adelante, las orillas del río, cerca al Puente Ortiz, lucen un poco limpias, pero el olor a orines y heces fecales humanas, cerca a los arcos de esta estructura, espantan.

   Luis Guerrero, funcionario de la Corporación para la Recreación Popular, comenta que en esa zona él y otros empleados de la entidad hacen voluntariamente un trabajo de limpieza en las riberas del río porque les nace hacerlo, pues con el río conviven todos los días. Y cuenta que hay personas que aun cuando la entidad ofrece baños públicos gratuitos al frente de la Retreta, quieren orinar en el río y si ellos les llaman la atención se enojan “y nos han querido hasta agredir”.

 Pero los problemas del río siguen.  De la Calle 34 hacia abajo, en los sectores Camilo Torres, La Isla, hay un asentamiento en la franja de protección del río, en la margen derecha. Las casas, en toda la orilla del río,  hacen vertimientos directos a la fuente.

El Dagma solicitó a la Administración Municipal la reubicación de las viviendas, anota Camilo Vélez,  porque no se les puede dar solución  con un sistema de alcantarillado, ya que está en una franja de protección que necesita el río Cali, una fuente hídrica que se niega a morir, a pesar de tantos males que la enferman.

A luchar por el río El biólogo  Jorge Orejuela, docente de la U. Autónoma advierte que los dos problemas graves del río Cali son la falta de agua y la pérdida de suelo en sus laderas, lo que es una bomba de tiempo. La calidad y la  cantidad de agua se pueden recuperar si se hacen inversiones en la cuenca ya y no las irrisorias de $150 millones o $250 millones, advierte.  Hay que por ejemplo, proteger las zonas boscosas.  En Colombia  los municipios deben invertir el 1 % de su presupuesto en la protección de las cuencas hidrográficas “y en Cali eso es una cantidad de plata, que no se ha invertido nunca. Ya es hora de hacerlo”, dice.  Andrés Urcuqui,  administrador ambiental, invita a hacer uso racional y eficiente del agua. “La falta de compromiso de los ciudadanos con las fuentes hídricas es muy alta, se requiere un cambio de comportamiento”.

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