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El parque Yakú, un paraíso convertido en ruinas

¿Por qué la granja zoológico que construyó narcotraficante Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta, hoy es sólo un lote olvidado, sin animales y con 73 desempleados? Esta es la historia.

9 de febrero de 2011 Por: Redacción de El País

¿Por qué la granja zoológico que construyó narcotraficante Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta, hoy es sólo un lote olvidado, sin animales y con 73 desempleados? Esta es la historia.

Ni la gallineta Panchita ni la cabrita Naty volverán a ser la atracción del parque temático Yakú. Y los niños que iban a aprender las labores del campo ya no volverán porque desde el pasado 24 de enero el establecimiento cerró sus puertas.El espectáculo se acabó no sólo para los 279 animales que llegó a tener Yakú, sino para los 23 empleados fijos y los 50 más de fines de semana, quienes están a la espera que el 15 de febrero les paguen las últimas dos quincenas y la liquidación. Entre tanto, algunos siguen asistiendo a su lugar de trabajo para no ser acusados de abandono de puesto.En el parque, ubicado a cuatro kilómetros de Cali en el sector de Acopi en Yumbo, quedan dos caballos y dos llamas. El resto de los animales fueron retirados por sus propietarios y los lagos de pesca fueron secados.“Los animales estaban en préstamo con el compromiso de mantenerlos bien cuidados y alimentados, pero eso no se cumplió y los dueños se llevaron la principal atracción”, dijo un empleado.El acta de defunción del parque Yakú, a juicio de sus empleados, se firmó cuando la propiedad fue incautada por la DNE el 27 de agosto de 2007.Como se recordará, el negocio pertenecía al narcotraficante Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta, hoy preso en EE.UU. Este hacía parte de la sociedad Campo Libre a la Diversión EU.“Desde esa época todo se complicó porque cuando en las noticias se informó sobre la incautación, la gente pensó que Yakú se había acabado y bajó mucho la asistencia”, dijo uno de los empleados.Según las cuentas de los empleados, antes de la incautación al parque ingresaban 1.500 personas los días domingos. Luego la asistencia bajó a unas 1.000 personas los fines de semana.“Y cuando se lo entregaron al último depositario las visitas fueron mínimas porque ya no había actividades. Lo que sí había era un interés por acabar el parque porque ni la Gobernación ni el actual administrador eran idóneos para el manejo de este, que debió quedar en manos de un operador turístico o una caja de compensación, que sí saben del negocio”, dijeron los empleados.Según Álvaro José Aparicio, subdirector de Bienes de la Dirección Nacional de Estupefacientes, DNE, “en la Gobernación, durante el gobierno de Juan Carlos Abadía, hubo malos manejos del parque”.El funcionario aseguró que a Yakú le deben $102 millones, de los cuales $82 millones los debe el Departamento desde el 2009 por actividades que hizo en el sitio y que nunca pagó.La Alcaldía de Cali debe $2.300.000 y la Asamblea del Valle, $1.400.000. Otras empresas como Comfandi y Bavaria son también deudoras.Aparicio explicó que el actual depositario del parque es Héctor Aníbal Quintero, quien es también el propietario del terreno donde funciona el parque, y que no hace parte de lo que fue incautado por el Gobierno.Sin embargo, los empleados no conocen a esta persona como el depositario de la DNE. La relación la tienen con Ramón Eduardo Soto, quien le dijo a El País que el parque cerró sus puertas porque no pudo ser autosostenible. Soto también registra deudas con Yakú por $3.481.000.Ante el cierre de Yakú, la DNE informó que ya se abrieron investigaciones. “No entendemos como el dueño del lote resultó siendo el depositario del parque.Tampoco pueden decir que Yakú no era sostenible porque ese sitio permanecía lleno los fines de semana”, señaló Aparicio.

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