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El japonés que cumplió el sueño de estudiar en Colombia

Satoshi Ogawa, pionero del programa ‘Extranjeros en Colombia’, recibió su Maestría en Ciencias y Biología de la Universidad del Valle.

16 de abril de 2014 Por: Germán González Barco, reportero de El País.

Satoshi Ogawa, pionero del programa ‘Extranjeros en Colombia’, recibió su Maestría en Ciencias y Biología de la Universidad del Valle.

Ayudar a los demás. Ese era su anhelo de infancia. Ser bombero como su padre, a quien observaba desde la ventana de su cuarto, que quedaba justo encima de la estación. No fue luchando contra el fuego, pero cumplió.En un cultivo de arroz a quince minutos de Cali, en la vía a Palmira, desarrolla un proyecto con el que busca contribuir a la seguridad alimentaria de Latinoamérica y el mundo. En el Centro Internacional de Agricultura Tropical, Ciat, realiza investigaciones para mejorar la productividad del cultivo de este grano, haciéndolo más resistente a la sequía.El mes pasado recibió su Maestría en Ciencias y Biología de la Universidad del Valle. Contrario a lo que se podría imaginar, no se trata de uno de los caleños o vallecaucanos que le saca el jugo a todo lo que tiene que ofrecer esta institución insignia de la región. Satoshi Ogawa nació hace 29 años en Tokio (Japón) y fue el primer estudiante que aplicó a la beca de posgrado del programa ‘Extranjeros en Colombia’, que ofrece el Icetex.Llegó hace tres años, tras una entrevista vía Skype para su admisión. Entonces arribó a Colombia, un país del que escuchó por primera vez cuando tenía cinco años, al que sus interlocutores asociaron con un inigualable café y con la marihuana. Cree que los estudiantes japoneses, al igual que los colombianos, son comprometidos y dedicados. La diferencia: los primeros piensan en trabajo, los otros, en novia. Este es todavía un punto pendiente para este científico con nombre de personaje de anime. De las caleñas opina que son muy amables, aunque asustadizas por la diferencia cultural. Planea traer a su familia desde Saitama a visitarlo antes de que se termine su proyecto de investigación en 2018. “Si gano esposa colombiana puedo quedarme aquí. Si no puedo tener visa, tengo que regresar”, dice entre risas.Alba Lucía Chávez, la jefa de Satoshi, lo describe como una persona “extraordinaria”. Un ejemplo de superación en todo sentido. “Es un modelo como joven investigador, identificado con la ciencia y comprometido en solucionar problemas reales que él mismo identifica para ayudar a los agricultores de todo el mundo”.Los lentes gruesos como lupas, la contextura delgada, los ojos rasgados y un cuidadoso peinado pueden hacerlo pasar como un turista japonés cualquiera. Pero este ingeniero se ha apropiado tanto del espíritu caleño que ya tiene entre sus sitios favoritos para bailar las tradicionales pistas de Tin Tin Deo, el Parque de la Caña y la Avenida Sexta. Fue voluntario en los Juegos Mundiales y practica deportes en sus tiempos libres. De la tierra del sol naciente extraña el pescado crudo y el arroz más pegajoso. Con las demás cosas se las arregla. Internet le ayuda a acortar las distancias. Menos agua, más arrozCon botas de caucho, instrumentos de medición, una versión criolla del ‘Kasa’ (sombrero tejido de paja de arroz) para protegerse y su bata de trabajo, Satoshi camina a diario bajo el inclemente sol de Palmira. Cumple su rutina en el invernadero, hogar de sus ‘hijas’, a las que cuida con fervor.Este mismo ejercicio lo siguió religiosamente en sus épocas de pasante de Maestría en el Ciat, logrando crear una sistema de cultivo de arroz parecido al japonés mediante el cruce de las variedades IR64 (Latinoamericana) y ANAR2006 (asiática), a las que intervino con el gen DRO1.El resultado: plantas más tolerantes a los largos períodos de sequía, capaces de ahorrar un 25% del agua de irrigación necesaria durante el cultivo, sin afectar el rendimiento y las características del grano. Ahora sus días los divide entre el invernadero y los laboratorios. Trabaja en un proyecto financiado por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón, Jica, con la participación del Ministerio de Agricultura, que busca mejorar la productividad del cultivo del arroz en Colombia, trabajo con el que aplica para sus tesis doctoral en la Universidad de Tokio.El clima hace de Colombia un paraíso para Satoshi. “En Japón hay cuatros estaciones y se cultiva una vez por año, mientras que acá se puede hacer siembra en cualquier momento. En un año podemos hacer el experimento tres veces, es una gran ventaja para mí estudiar acá”.Este avance sería de gran importancia para la agricultura en nuestro país, debido a que en temporadas de falta de lluvias, se podría aprovechar mejor este recurso. Situación opuesta a Japón, donde gran parte del año los cultivos permanecen inundados. El investigador no olvida su objetivo: ayudar. Asegura que los científicos tienen la obligación de desarrollar variedades que se adapten al cambio climático, de lo contrario en muchas zonas del mundo las personas pueden morir. Por eso, piensa en África como su motivación.Recorrido Estudió ingeniería agrónoma en la Universidad de Tsukuba, la ciudad japonesa de las ciencias, y al terminar su pregrado viajó a El Tigre, Venezuela, en un proyecto de intercambio de Gobierno. Allí, además de enseñar su lengua materna y sistemas de agricultura a jóvenes de secundaria, conoció la beca y la línea de investigación en biología molecular y genética de Univalle.

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