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Tres años completa Sebastián Torres como ingeniero de base en SpaceX, donde coordina el equipo que fabrica los motores Raptor, corazón de los cohetes BFR. | Foto: Foto: Especial para El País

TECNOLOGÍA

El ingeniero caleño que tiene la misión de potenciar los cohetes que irán a Marte

Un ingeniero del colegio Bennett tiene la misión de potenciar los cohetes que irán al planeta rojo.

21 de octubre de 2018 Por: Felipe Salazar Gil / reportero de El País

Cuando sonó el celular, hace ya tres años, Sebastián Torres no quería contestar. Había renunciado a su trabajo como ingeniero de manufactura de nuevos productos en una compañía dedicada al desarrollo de soluciones para trastornos aórticos en Irvine, California (Estados Unidos). Un trabajo bien pago, pero tan agotador como leer a lo que se ocupaba esa empresa.

Había laborado en Baxter durante cinco años como supervisor de producción e ingeniero de calidad y producía un equipo para infusiones que mejoraba el bombeo del corazón. Ya finalizando el 2012 pasó a Endologix, una empresa más pequeña en la que trabajó tres años en el desarrollo de una bomba para prevenir aneurismas.

En sus días sabáticos se estaba dedicando a certificarse como instructor de yoga y a dar clases de tenis, una de sus pasiones que había dejado cesante años atrás cuando fue capitán del equipo de la Universidad Politécnica Estatal de California, donde estudió ingeniería industrial. Eran días de paz, plenos.

El teléfono repicó de nuevo. Número desconocido. Del otro lado de la línea buscaban a un ingeniero que tuviera experiencia manejando personal y mejorando producciones, que supiera de materiales exóticos, que conociera proveedores y cómo arreglar una cadena de suministros. El entrevistador no dijo de dónde llamaba, solo dio un día, una hora y una dirección: 1 Rocket Road.

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Precisamente en esa esquina de la ciudad de Hawthorne, en el condado de Los Ángeles, hay un contenedor gigante con grandes ventanales donde hoy se está rediseñando la industria aeroespacial. Se trata de SpaceX, la compañía propiedad del multimillonario sudafricano Elon Musk que en pocos años ha logrado desarrollos utópicos y se ha convertido en la principal iniciativa privada en exploración espacial.

Llegaron a él por LinkedIn, esa red social en la que la gente exhibe su historial profesional y laboral y que hace de las hojas de vida Minerva un garabato inservible, una plataforma por la que SpaceX ha contactado a la mayoría de sus 6000 empleados.

Sebastián no sabía qué era SpaceX ni qué hacía esa compañía. Claro, era el 2015 y entonces, pese a fundarse en el 2002, la compañía no tenía ninguna resonancia en el mundo aeroespacial. Pero, sin importar tradición alguna, la oferta para empezar trabajando como ingeniero de desarrollo de proveedores y encargarse de mejorar la producción de las partes para construir los cohetes lo hizo dejar a un lado las raquetas y despertó la inquietud propia de un niño que quiere explorar nuevos planetas.

Una de sus primeras misiones, cuenta, fue la de encontrar suministros para construir las patas que ayudarían a los cohetes a aterrizar sobre plataformas en el mar o en tierra, en lugar de caer estrepitosamente. Un reto que parecía imposible, pero que se convirtió en un sello de esta compañía que logró una proeza perseguida desde hace más de cincuenta años: reutilizar los cohetes para reducir los costos de los viajes espaciales.

Desde abril de este año Sebastián es el jefe de proyecto técnico del equipo encargado de fabricar los motores Raptor, que son los que se instalarán en los cohetes con los que SpaceX busca llevar pasajeros a Marte, el proyecto estrella de esa compañía. Es así como este caleño se ocupa de coordinar las áreas de producción, ingeniería, cadena de suministros y calidad para hacer las partes que requieren los motores de la flota de cohetes que se reusarán para colonizar el planeta rojo.

“Por lo general los cohetes tienen oxígeno líquido, queroseno y otro combustible, pero nosotros vamos a utilizar metano; este es un proceso de combustión diferente y más potente. Para llegar a Marte necesitamos más propulsión, un motor distinto. En este momento estamos sacando la primera línea de producción de los motores en Texas”, comenta Sebastián, quien señala que el primer motor Raptor completo se ensamblará y probará este año. Será el primero de 31 motores que debe llevar cada cohete que irá hasta Marte.

Este ingeniero caleño habla siempre del futuro como una certeza, algo que dice haber apropiado de la filosofía de Musk, un personaje excéntrico que empezó rompiendo paradigmas de movilidad sostenible hace quince años con su empresa de vehículos eléctricos Tesla y que ahora ha transformado la quimera del viaje espacial en algo posible.

De hecho, la primera prueba de fuego para los motores Raptor será llevar hasta la Luna al empresario japonés Yusaku Maezawa, quien estará a bordo del primer vuelo privado que SpaceX lanzará en 2023. Maezawa será el primer pasajero que haga un viaje lunar privado y que realice una misión de una semana en el espacio. De concretarse, será el primer particular en visitar el satélite natural, un privilegio que solo han tenido 24 personas hasta ahora; el último de ellos lo hizo en 1972.

“Hoy el que puede pagar un viaje al espacio es un multimillonario, pero cada vez se va a hacer más accesible este tema si se logran reusar los cohetes; eso disminuye los costos y abre las puertas a los viajes interplanetarios a personas del común”, asegura.

Entre el barrio Antonio Nariño, en el oriente de Cali, y Hawthorne son incontables las diferencias. Sin embargo, Sebastián está convencido de que no son tantas en cuanto a la gente, pues los sueños y las ganas de crecer que tienen las personas de ambos sitios son igual de ambiciosas.

“Para crecer hay que pensar global. Estamos capacitando líderes integrales para generar un cambio porque creemos que en Cali hay oportunidad de desarrollar muchas áreas y de crear cosas importantes. Por eso formando gente para que sean emprendedores y empiecen a crecer con cosas locales, pero que a futuro pueden tener un impacto más allá de las fronteras físicas que puedan atar a la gente”, afirma Torres.

Este ingeniero hace parte del Movimiento Creemos, una ONG que fundaron sus compañeros de clase del Colegio Bennett para empoderar a comunidades vulnerables de la ciudad. Es así como en el último año han capacitado a 19 personas del barrio Antonio Nariño en liderazgo y emprendimiento para que empiecen a transformar ese territorio golpeado por la violencia.

“Esas personas que empiezan a capacitarse en ‘coaching’ y liderazgo van a convertirse en agentes de cambio para sus comunidades, porque lo principal es que ellos empiecen a creer en sí mismos y sepan que en Cali se pueden forjar grandes cosas si hay constancia y se tienen ganas de progresar”, explica Edison Carvajal, líder de Creemos.

La nave con la que SpaceX quiere conquistar Marte se llama BFR, que son las iniciales de dos posibles nombres: ‘Big Falcon Rocket’ o ‘Big Fucking Rocket’.

Será una mole de 118 metros de altura y 12 metros de diámetro, dimensiones que lo convertirán en el cohete más grande que la humanidad haya construido, pues tiene más de tres veces la masa y genera más de tres veces el empuje del gigantesco Saturno V -el cohete usado en la misión Apolo-, que es el mayor cohete que se haya fabricado a la fecha.

El BFR tendrá 31 motores Raptor, un peso de 4400 toneladas y un impulso de despegue de 5400 toneladas. En su interior tendrá capacidad para llevar a 100 personas a una velocidad de 27.000 kilómetros por hora, una medida que hará que el viaje al planeta rojo tarde entre seis y nueve meses, teniendo en cuenta que Marte está a 225 millones de kilómetros de la Tierra.

Este monstruo espacial, tal como sus predecesores ‘Falcon 9’, ‘Falcon Heavy’ y ‘Dragon’, también será reutilizable.

Según los cálculos de SpaceX la primera misión de carga se enviaría a Marte en 2022, con el propósito de confirmar los recursos hídricos, identificar peligros y establecer la infraestructura inicial de energía, minería y soporte vital. Dos años más tarde se podría enviar una segunda misión con carga y tripulación para construir un depósito de combustible y prepararse para futuros vuelos de tripulación.

“Los barcos de estas misiones iniciales también servirán como el comienzo de la primera base de Marte, desde la cual podemos construir una ciudad próspera y, finalmente, una civilización autosuficiente en Marte”, advierte la empresa.

Pese a que maneja los presupuestos del proyecto, Sebastián es precavido a la hora de hablar de los costos que tiene fabricar estos propulsores para los vehículos espaciales. Son datos casi confidenciales, advierte. Sin embargo, esa reserva sumarial casi propia de un mudo, es desvelada sin mayor tapujo por Musk, quien asegura que el ‘Falcon Heavy’, el vehículo espacial que en febrero de este año lanzó a la fama a SpaceX, cuesta 150 millones de dólares.

Aunque los cohetes son utilizados para atravesar el espacio, los vehículos que están siendo potenciados por este caleño también serían utilizados en un futuro para reemplazar los aviones que cubren largas distancias para viajar entre un país y otro.

Por ejemplo, de Los Ángeles a Nueva York hay una distancia de 3983 kilómetros, algo que las aerolíneas comerciales cubren en 5 horas y 25 minutos pero que SpaceX promete conectar en los próximos años solo en 27 minutos. Entre tanto, el viaje de Londres a Hong Kong, ciudades que las separan 9648 kilómetros y que por avión un viaje puede tardar 11 horas y 50 minutos, los cohetes podrían hacer posible la conexión en 34 minutos.

Se lee como una ilusión, una utopía. Sin embargo, Sebastián dice que no es algo lejano: “Cuando empezó el proyecto de ir a Marte las probabilidades solo eran del 10 %, pero ya las cosas se están materializando y la gente está viendo que es posible hacer que la humanidad sea interplanetaria. Solo hay que soñar en grande y actuar”.

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