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El drama de los padres de la ambientalista desaparecida

José Dumar Cuéllar y María Helena Gallego llevan buscando a su hija Sandra desde el 12 de febrero pasado. Dicen que ella era una chica estudiosa y trabajadora y que amaba trabajar por el medio ambiente.

25 de febrero de 2011 Por: Adolfo Ochoa | Elpais.com.co

José Dumar Cuéllar y María Helena Gallego llevan buscando a su hija Sandra desde el 12 de febrero pasado. Dicen que ella era una chica estudiosa y trabajadora y que amaba trabajar por el medio ambiente.

Doña María sonríe pero parece que es apenas una reacción física. Su cuerpo lo hace porque lo recuerda, porque es natural. Pero, sus ojos están como muertos. Sonríe pero quiere llorar. Y es que no sabe qué más hacer: lleva trece días buscando a su hija Sandra. Sandra Viviana Cuéllar, dice el padre de la muchacha, José Dumar Cuéllar. Y jura que nadie le dice nada. Ni la Policía ni sus allegados ni Medicina Legal. Nadie. Luego doña María insiste que a pesar de eso sabe que su hija está viva en alguna parte. Entonces sonríe pero sus ojos siguen como muertos.Lo último que supieron ambos padres de Sandra Viviana es que iba para Palmira. Allí iba a encontrarse con un profesor de la Univeridad Nacional. Alguien les contó que su hija abordó un vehículo. Era jueves 17 de febrero del 2011 y no pasaba del medio día. Nada podía salir mal, dice doña María. Era un día como otro, lleno de la misma rutina. La chica, una ambientalista y profesora, iba a trabajar. Hizo, dice su padre, lo que todos los días: agarrar una poca ropa, meterla a una maleta y salir a abordar un transporte en la recta Cali - Palmira. Rutina.Ese jueves, ya a las 5:00 de la tarde sus padres la llamaron al celular por primera vez. Se suponía que a esa hora ya se habría desocupado de sus actividades del día. La reunión con el profesor de la Nacional, la clase de danza en la que estaba inscrita, una asesoría a algún alumno. Pero, el celular estaba apagado. Ambos padres confiaron en que la batería se había terminado y que como su hija avisó que dormiría en Palmira no le dieron importancia.Al día siguiente, el viernes 13 de febrero, un amigo de la familia llamó a decir que un desconocido se había comunicado con él. Ese desconocido lo llamó desde el celular de Sandra Viviana y aseguró que lo había encontrado cerca a su casa, en el barrio Floralia, y que quería devolverlo.Entonces doña María y don José Dumar temieron lo peor. La denuncia llegó a la Policía y pronto la sonrisa se empezó a convertir en menos que un reflejo de la alegría y más en un reflejo involuntario. Horas y horas y sin señales de Sandra. Luego días.Y una semana. Luego dos. Nadie sabe dónde está Sandra. La ambientalista, aficionada a la danza, la chica alegre y enamorada de leer.Nadie entiende qué pasó. ¿Enemigos? Ninguno, dice su padre, un jubilado de la Policía. Si ella era de lo más feliz y todos la querían, dice. Ella se preocupaba por el medio ambiente a más no poder. Incluso, hacía apenas tres meses había regresado de un viaje por los países andinos donde aprendió de permacultura, una manera de fabricar hábitats humanos sostenibles basados en patrones de la naturaleza.Años antes, antes de la permacultura y de un voluntariado en Bolivia, se dedicó a hacer campañas que combinaban cultura y medio ambiente: para defender el agua, para evitar el calentamiento global.El 2011 lo arrancó trabajando en la zona deprimida de El Hormiguero, en Puerto Tejada, para crear proyectos ambientales. Todos la querían repite su padre. Y dice de nuevo que nadie le dice nada.Ya fueron a medicina legal a ver cuerpos que no son de ella. Ya fueron a hospitales, a morgues de ciudades vecinas. Nada. La Alcaldía de Cali ofreció una recompensa de $50 millones para quien dé información sobre Sandra, la chica de tez morena y aficionada a bailar.Su padre se permite bromear. Dice que la recompensa desató un flujo innecesario de llamadas. Todas dicen algo distinto: que la vieron caminar en Palmira, que está en un hospital sin recuerdos, que está en el centro de Cali, metida en El Calvario. Él también sonríe con apenas un esbozo de tranquilidad. Su esposa, sentada a su lado, se frota las manos como si necesitara moverse sólo porque sí, como para no perderse de algo importante.Ambos dicen que no van a dejar de buscar a su Sandra. Que ella no se merece nada malo porque es apenas una chica que iba a trabajar. Ambos piden que regrese al seno de su familia y agradecen a quienes ayudan. Que vuelva pronto a casa, ruegan antes de seguir buscando. Y hoy, Cali pide con ellos así que una vez más todos juntos rogamos aquí, en este texto: que regrese Sandra.

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