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El baile que choca

El polémico baile del choque que tanto gusta a los jóvenes caleños escandaliza a los adultos. Psicólogos advierten que ritmos como éste son una incitación directa y una insinuación explícita a una actividad sexual precoz.

23 de mayo de 2010 Por: Por Alda Mera, reportera de El País.

El polémico baile del choque que tanto gusta a los jóvenes caleños escandaliza a los adultos. Psicólogos advierten que ritmos como éste son una incitación directa y una insinuación explícita a una actividad sexual precoz.

Las 3:00 p.m. de un domingo de ‘perreo’. Frente a una discoteca del sur de Cali hay una aglomeración de adolescentes. Ellas en shorts, blusas cortas, sandalias planas y el cabello grafilado. Ellos con jeans cortados abajo de la rodilla, camiseta y bolso manos libres.Unos y otros hacen fila como niños entre los 13 y 17 años que son, para la requisa de seguridad y cancelar el cover: ellas pagan $2.000 y ellos $5.000. Adentro las luces robóticas explotan al ritmo del reggaetón con letras subidas de tono que invitan “al baile del choque”, o ‘bailes de poses’ o ‘contra la pared’, variaciones del ‘perreo’, pero con la misma posición: la mujer siempre de espalda al hombre.Algunos suben a la barra, una especie de balcón donde ellas, de frente, se apoyan a la espera del choque masculino. Y ellos cuentan con vigas o lazos que penden del techo para sostenerse, mientras jadean en este nuevo juego de seducción de los adolescentes que cobra fuerza en Cali. Cualquier mesa o muro sirve de barra para los que no alcanzan puesto en el balcón y quieren bailar ‘contra la pared’.Estos jóvenes no se hablan, casi ni se miran, sólo sus cuerpos se contorsionan con movimientos que van desde espasmos de caderas femeninas hasta el contorneo de ella adelante y él atrás, pero siempre al ritmo del golpeteo reggaetonero. Las más excéntricas se inclinan bien contra el piso y sostenidas sobre las manos, ofrecen sus glúteos contra la pelvis de su parejo, que les corresponde con su dosis de “choque”.Los más osados toman su chica por las caderas y suben las piernas de ella a lado y lado de su cintura –pose de carretilla–, y el choque es más fuerte. Otras se dan media vuelta y ponen una pierna sobre el hombro del joven para un “choque” más electrizante. Una pareja se lanza al piso, él bocarriba, mientras ella se sienta y contorsiona su área genital sobre la de él, ante la mirada morbosa de los demás.La música no se detiene, pero si la pareja desea, cada uno toma por su lado para descansar los cuerpos empapados de sudor, tomar agua o gaseosa, lo único que se les vende a menores de edad.Y vuelven al ‘perreo’, una tendencia de baile que recrea las poses más instintivas del acto sexual, en una suerte de performance en el que los jóvenes parecieran disfrutar escandalizando a los adultos.Y lo logran. Aunque la mayoría dice que sus padres saben qué hacen en un ‘perreo’, parece que muchos de los papás sólo comprendieron el significado del ‘baile del choque’ desde que un noticiero de Tv. publicó el polémico video que cuestionó el papel de los adultos sobre sus hijos.Aunque es un baile con gran acogida en sectores populares, un psicólogo admite: “Me tocó verlo en una fiesta de 15 años y eso que yo voy a fiestas serias. Había una chica en pose contra el piso y dos jóvenes la chocaban; contrastaba mucho la elegancia de su vestidito de gala con la forma como la tenían tirada en el piso”. “Estos ritmos son una incitación directa y una insinuación explícita a la actividad sexual porque resultan estimulantes para los jóvenes que tienen sus sentidos y hormonas muy sensibles y con menor formación y poder de control”, dice el psicólogo clínico Carlos Alberto Segura, egresado de la Universidad del Valle.Y es que las palabras son lo de menos, pero los movimientos son de abierto contenido sexual. “Esa combinación de música, licor, trasnocho y el ambiente producen el contexto para inducir actividades sexuales”, explica el psicólogo.Los especialistas coinciden en que con estos bailes quedan más expuestos los jóvenes y las chicas en la incursión sexual precoz porque en ‘el perreo’ se ven niños de hasta 12 años o menos.“Me han contado que por los clubes de ‘perreo’ del barrio La Base, pasan del baile de poses al sexo en vivo”, dice un mesero de un club que pidió reserva de su nombre, y mientras se toca la cabeza en señal de preocupación repite: “Es que manejar a estos pelados es muy complicado”.Los especialistas afirman que la educación, formación del ser y la sana cultura de recreación de los hijos es responsabilidad de los padres de familia. Por eso extrañan que en fiestas infantiles los adultos les celebren a niños de 10 años o menos si emulan el ‘perreo’ y el ‘choque’ y que cuando son adolescentes se los aprueben como parte del jolgorio de una fiesta.Como dice el psicólogo Carlos Segura, siempre hay quien diga que “no es más que un baile”, pero tiene sus connotaciones sexuales. “Como las tienen el bolero, el tango, la salsa, la samba, la champeta, todos los bailes son sensuales, tienen una carga erótica porque son la representación simbólica de la unión de un hombre y una mujer, incluso el mapalé, con su valor folclórico, también lo es, pero la diferencia está en que todos éstos son elegantes, mientras que los bailes del ‘choque’ y ‘el perreo’ rayan en lo vulgar”.No piensan así los adolescentes que asisten a estos ‘perreos’. Kevin* es uno de ellos, que viene desde el barrio Alfonso López y cruza la mitad de la ciudad hasta el Sur, donde se reúnen hasta 200 chicos y chicas un domingo para disfrutar de este fenómeno que enloquece a los de su edad.Kevin, de 15 años, dice que sus padres saben que él va allí, que no le da pena hacer los bailes de poses, como el del ‘choque’, “que es muy bacano”. Igual opina Mayra*, de 16 años que le gusta ir “porque es una rumba sana. Aquí no hacemos nada malo, además, yo sólo bailo con mis amigos”.José*, quien prefiere bailarlo en las fiestas para ahorrarse incomodidades por ser menor de edad, dice con toda naturalidad que los acrobáticos pasos del ‘baile del choque’ los aprendió en “el Kamasutra; ahí están todas las posiciones, desde la carretilla hasta en el piso, uno empieza viendo a los otros y así aprende”.Y agrega: “Muchos dicen que eso tan feo, pero es normal, es como cuando uno está haciendo el amor, pero no es por ser morboso sino que es nuestro estilo de bailar, así mismo como ustedes bailaban ‘Thriller’ en los años 80”.Sin embargo, aclara: “Eso sí, a mí me gusta el ‘choque’ normal, dando la vuelta, de espaldas o por los lados, pero a esos que les gusta tirarse al piso y hacer poses son unos guisos, unos ordinarios, eso sí apesta y si es una mujer, se ve muy ordinaria”.El adolescente dice que cuando sus padres vieron “eso en televisión, comenzaron a decirme que ‘tan horrible, es muy vulgar’ y que no querían volver a verme bailar eso, pero les expliqué que yo no bailo así. Es que el ‘baile del choque’ hay que tomarlo en serio y no molestar a la pelada porque lo van a ver como muy hot”.A John, un estudiante de noveno grado de 15 años, también le gusta el ‘baile del choque’, el normal, pero “hay gente muy vulgar que se tira al piso y hacen de todo y eso a mí sí no me gusta”.Sobre la reacción de sus padres, confiesa: “Mi mamá sólo lo supo cuando lo vio en televisión, pero le dije que eso lo hacen los guisos, que eso ya no se baila así y ya; los papás quieren estar encima de uno, pero si yo voy a bailar voy es a hacer lo mío, qué pereza una mamá como la de Marbelle, qué estrés esa señora...” El negocioUn mesero de un sitio dedicado a este tipo de rumbas dice: “Aquí se reunían hasta 800 o mil pelados, pero mi jefe acabó con eso para evitar problemas desde que se enfrentaron dos bandas y causaron unos destrozos por allá por la Calle 5”, explica. Ahora funciona como discoteca crossover.El hombre señala que tenían 16 personas para la seguridad, incluidas dos mujeres, para hacer tres requisas de rigor y evitar problemas. “Aquí venían pelados de todas partes, del Distrito de Aguablanca, Siloé, Alfonso López, pero también niños de carro fino, hijos de papi y mami, unos llenos de joyas, otros enfierrados”.El hombre dice que el negocio era bueno por el cover y a pesar de que “sólo se les vendían papitas y gaseosa, pero ellos ya venían locos”, referiéndose a que ya habían consumido previamente licor o drogas.La psicóloga Rebeca Polo ratifica que “son los padres los que transmiten los valores del respeto e integridad a sus hijos. Así que antes de cuestionar a esos niños, hay que cuestionar es a los padres porque sus hijos son el resultado de la crianza que ellos les han dado” y advierte que quien da los permisos para las rumbas y otras actividades a los niños, son los padres.Esta especialista en aprendizaje, explica que estos comportamientos de los menores pueden ser resultado de que hoy en día los padres no les enseñan valores, en especial ética y moral a sus hijos, porque temen perder su amor, parecer demasiado anticuados, o frustrarlos o porque ‘no quiero cometer los mismos errores que cometieron mis padres conmigo”.Otra causa que Rebeca señala es que los jóvenes que se matriculan en un grupo o ‘parche’, como el del ‘baile del choque’ o del ‘perreo’, es porque carecen de familia. “Esos niños buscan un grupo es para ser alguien en ellos, buscan es quién les hable, un líder que los reconozcan y les pongan normas; una familia que les dé el amor y la contención que no tienen en casa”.*Nombres ficticios para proteger la identidad de los menores y fuentes.

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