El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Cali

Artículo

El alcohol un detonante de las muertes en Cali

No sólo las balas matan en Cali. ¿Cuántas vidas ahogan las botellas? Informe sobrio sobre cifras que dan resaca.

8 de mayo de 2011 Por: Elpais.com.co I Redacción

No sólo las balas matan en Cali. ¿Cuántas vidas ahogan las botellas? Informe sobrio sobre cifras que dan resaca.

892 personas: el cupo completo de 2 discotecas, 5 buses del MÍO, 29 salones universitarios, la iglesia del bario El Templete, el Teatro Municipal.892 personas: padres de familia, madres, abuelos, estudiantes, deportistas, genios en formación, quién sabe. 892: ese es el número de vidas que habrían podido salvarse en Cali, si entre el 2004 y el 2008 las medidas de control al consumo y venta de alcohol se hubieran aplicado con mayor rigurosidad. Los muertos, contrario a lo supuesto, no son el resultado de accidentes de tránsito; los muertos, los 892, son víctimas de hechos violentos en los que el licor fue uno de los detonantes.El dato está consignado en el International Journal of Epidemiology, una de las publicaciones más serias del mundo que incluyó en una de sus ediciones recientes un estudio del Instituto de Investigación y Desarrollo en Prevención de la Violencia en Cali, Cisalva, de donde se desprende el análisis.El estudio se hizo teniendo en cuenta registros del Observatorio Social del Municipio. A partir de éstos, fueron realizadas mediciones específicas sobre los períodos y las horas exactas en los que se aplicó la llamada Ley Zanahoria durante esos cuatro años. María Isabel Gutiérrez, directora de Cisalva, explica la razón por la cual se direccionó el estudio hacia los homicidios: “Siempre se había evidenciado que el problema estaba más relacionado con las muertes de tránsito. Sin embargo el seguimiento a la medida mostró que, en un alto grado, la ingesta excesiva de alcohol estaba relacionada con la resolución violenta de conflictos. Bajo esta premisa se hizo el análisis, evidenciando la efectividad de la Ley Zanahoria”.La principal conclusión: con horarios más prolongados de consumo y venta de licor, irremediablemente, se incrementaron las muertes violentas en Cali. 5.227 homicidas en potenciaSeguramente habrá quienes digan que el cálculo es sólo eso, un cálculo. Y que para que se hayan dado más muertes cuando hubo menor restricción al consumo, jugaron otros factores; puede ser. Pero la incidencia que el alcohol tiene en los hechos violentos que año tras año se contabilizan en la ciudad no es una novedad. No realmente. El médico Jorge Quiñónez, toxicólogo de la Secretaría de Salud, habla de un registro histórico: desde hace al menos veinte años la mitad de los muertos que ingresan a Medicina Legal tienen alguna relación con la ingesta de alcohol; ya sea la víctima o el victimario, explica, tuvieron algún contacto con el licor antes de la tragedia. “Emborracharse hace parte de la intimidad de cada quien. El problema es la ausencia de Estado en la vida de las personas, el problema es la impunidad. Embriagarse en este país es exponerse frente a frente con la muerte”.El toxicólogo cree además que en el último tiempo se ha disparado el matrimonio entre alcohol y drogas. Sólo durante el último mes, precisa, cinco casos de ese tipo fueron atendidos: pacientes intoxicados por una mezcla de trago y cocaína de tales proporciones, que los afectados tendrán daños irreversibles en el corazón. En lo corrido del año van diez emergencias. Quiñónez sospecha que en esta ciudad también hay gente que cada tanto muere, literalmente, de la borrachera, “Pero eso casi nunca se registra oficialmente. Nadie va aceptar que su familar, su ser querido, murió así”.De lo que sí hay registro es de las muertes violentas que en el 2011 han estado relacionadas con el licor: de acuerdo con la Policía Judicial, Sijin, entre los 631 homicidios que se cuentan, 21 personas fallecieron en estado de embriaguez. Todas, entre las tres de la tarde y las doce de la noche; todas, entre viernes y domingo; todas, víctimas entre los 20 y 40 años de edad.La ocurrencia de estas muertes, en esos días, a esas horas, no es una novedad. No realmente. Pese a los esfuerzos de las autoridades, que invierten millones en campañas para hacer prevención en eventos masivos y fechas especiales, los supuestos días de celebración continúan marcados por las mismas tristezas reiteradas: el Día de la Madre, por ejemplo, que supone un tributo a los seres que dan la vida, sigue siendo en Cali una fecha mortal. El año pasado, en comparación con el 2009, hubo un incremento del 140% en las muertes violentas ¿Qué refleja una ciudad que no puede celebrar sus fiestas en sobriedad? En esta supuesta capital de la alegría, los excesos del licor empiezan viajando por sus calles. Hace dos años, en las pruebas realizadas entre las víctimas de accidentes de tránsito, se halló que la mitad estaba bajo los efectos del alcohol. En los últimos tres años la Secretaría de Tránsito suspendió 5.227 licencias a conductores alicorados. Este año van 289 resoluciones por embriaguez. Eliana Salamanca, secretaria de Gobierno de Cali, sabe el tamaño de la problemática. Y habla de esfuerzos mayúsculos emprendidos por la Administración. Sin embargo, habla también de una particularidad de esta ciudad y de su devoción por la rumba sin fronteras: “Por más restricciones que pongamos, hay cosas que no cambiarían porque a pocos metros está Menga y Juanchito. Allí, no tenemos jurisdicción”.

AHORA EN Cali