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Ecos de los Juegos Mundiales: carta de una caleña agradecida

Catalina Montoya envió a El País una carta con el sentir que le dejó la realización de los Juegos Mundiales en la ciudad. Una voz de agradecimiento desde el corazón de una caleña raizal.

7 de agosto de 2013 Por: Catalina Montoya, especial para El País

Catalina Montoya envió a El País una carta con el sentir que le dejó la realización de los Juegos Mundiales en la ciudad. Una voz de agradecimiento desde el corazón de una caleña raizal.

Carta de despedida, o de bienvenida… Se acabaron los Juegos Mundiales y con lágrimas en los ojos, esas que están llenas de amor, me despido de un evento que mas que un encuentro deportivo fue un pretexto para cambiar, para volver a nuestra esencia, a lo que somos y que por el día a día habíamos olvidado que éramos: unas personas cálidas, sencillas y amorosas que viven en una ciudad que a pesar de los problemas es maravillosa. Estoy llena de optimismo, de orgullo y de agradecimiento. No se si fue Jorge Iván pero si fue él, gracias por habernos metido en esta vaca loca; gracias al alcalde Rodrigo Guerrero porque con esa forma de ser coloquial, como de la casa, se metió con toda en el compromiso, acompañó cada uno de los eventos, abrazo a cada uno de los deportistas y nos dio ejemplo de responsabilidad frente a algo que muchos pensaron que nos quedaría grande. Gracias a Otoya, que asumió el reto, a los empresarios que se metieron la “mano al dril” para apoyar los Juegos, a la Unidad de Acción Vallecaucana, a la Cámara de Comercio de Cali y a todas esas organizaciones que de una u otra forma invitaron a los caleños a revivir el cívico que tenemos adentro; gracias a los miles de voluntarios que con sonrisas ayudaron a los extranjeros a no sentirse perdidos en esta sucursal del cielo, al taxista al que con amabilidad devolvió la cámara, al que orgulloso transporto al deportista y al que le mostró la ciudad al visitante, a los vendedores de 'chitos' que en las tribunas no sólo calmaron nuestra hambre sino que nos agradecieron por la compra, a los transeúntes que hicieron sentir estrellas a los deportistas con un pitazo mientras trotaban o con un abrazo para la foto. Gracias al de la recepción en el hotel que con una sonrisa le deseo suerte al que tenia que competir, a los deportistas que vinieron, unos desde muy lejos a ganarse una medalla o simplemente a conocer a los colombianos y bailar al ritmo de Herencia de Timbiquí, a los periodistas, muchos de afuera, unos pocos de adentro, que pensaron que este evento era importante y valía la pena cubrirlo, y que en el cumplimiento de la tarea se dieron cuenta de que Colombia era una tierra mágica poblada por personas amables y llenas de amor. Gracias a los que fueron en familia a ver las competencias y ayudaron para que los espacios siempre estuvieran a explotar y la barra fuera para todos sin importar bandera. Gracias a nuestros deportistas, que sudaron para llenarnos de orgullo, deportistas como mi Rommy, de la que me declaro fan, gracias a su dedicación y juicio para entrenar. Ella y todos los demás lucieron con gallardía el uniforme de Colombia. Gracias al vendedor de la calle que no trató de tumbar a nadie, al niño que hizo bulla en los estadios, a los que trabajaron antes y durante para mantener la ciudad hermosa. Gracias a la policía, a los guardas de tránsito, al que manejaba el helicóptero y al de logística: entre todos lograron que lo que podía haber sido un caos, fuera un evento organizado y de mostrar. Gracias hasta para el que la embarró con las medallas. Ese error nos dejo ver lo unidos que estamos, no dejamos que un inconveniente lograra deslucir lo que en realidad resulto un éxito. Gracias a los que se dejaron llenar el corazón de regionalismo y se dieron cuenta de que ser caleño es una verraquera, y así con ese sentimiento, escribieron mensajes de orgullo y solidaridad en el Facebook, Twitter, en algún periódico, o simplemente compartieron su sentir con el vecino. Nos despedimos de los Juegos pero le damos la bienvenida al nuevo caleño, al que finalmente se dio cuenta de que si somos capaces, al que no come caleño sino que ayuda caleño, el que no se compara con nadie sino que quiere ser bueno por naturaleza y quiere brillar con luz propia. Los Juegos ayudaron a que se nos prendiera una llama, ahora no dejemos que se nos apague, no vivamos de la nostalgia, nuestro presente es el que importa y hoy cuando voy por la calle, veo a un vecino que no quiere dejar caer la ciudad, que la respeta y la quiere, que reconoce su papel dentro de ella y que sueña con que siga convirtiéndose en un paraíso para las nuevas generaciones. Gracias Cali, gracias totales (como diría Cerati) y bienvenidos todos a hacer parte de una Cali que tiene cosas buenas para ofrecer… Con amor y un profundo agradecimiento, Una ciudadana del común

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