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Árboles ubicados en la Avenida Sexta. | Foto: Jorge Orozco / El País

Cuatro caleños notables que pocos conocen

Han sido protagonistas de la historia de la ciudad por décadas. Y han sufrido abandono y olvido, pero ahora se busca recuperarlos. Historias urbanas.

5 de marzo de 2017 Por: Felipe Salazar Gil/ Reportero de El País

Son tesoros que desde hace años sobreviven entre andenes, jardines, parques y grandes avenidas. Todos tienen cosas en común: son frondosos, de gran altura y tallo de buen diámetro, reconocidos por la gente. Son árboles notables.

En Cali, 296 de los 296.499 árboles de la ciudad, son notables. Fueron seleccionados por el Dagma y la fundación Agua Viva, Funagua, por lo que se identificaron con placas que los diferencian de los demás.
Eliécer Rodríguez, del grupo de Arborización del Dagma, dijo que para preservar estos individuos serán objeto de tratamientos a partir de este año, con el fin de mejorar su estado fitosanitario.

El País presenta cuatro historias detrás de los árboles insignias de Cali.

Ícono del Oeste

Ha estado ahí por más de setenta años. Por eso, la descripción más precisa sobre este samán de 17 metros de altura y una copa de 23 metros de diámetro, la da Ana Lucía Llano, directora del Museo de Arte Moderno La Tertulia: es el testigo de la transformación del oeste de Cali. “Es un referente que embellece el Museo y un símbolo del ser caleño, porque es inconcebible pasar por la ribera del río sin notar la exuberancia del árbol”, asegura Llano. En 2014, el samán jugó un rol protagónico en una de las exposiciones del Museo: entre sus ramas, el artista Adrián Gaitán construyó una casa de árbol rústica, que simulaba el estudio abandonado por un autor y que podía ser visitada por el público. El proyecto, recuerda Llano, tuvo voces a favor y en contra, debido a los posibles daños que sufriera el viejo árbol; sin embargo, nada pasó. Allí, sobre la Avenida Colombia, sigue en pie uno de los últimos testigos del cambio de la ciudad. Este samán de copa con forma de parasol tiene fungosis, la presencia de hongos en su tronco. Su estado es regular y, según la CVC, requiere de limpieza, poda y fertilización.

La palma que se salvó de ser basura

“Cuando la recogimos, medía poco más de 1 metro y la iban a tirar a la basura en la Calle 56 con 1C. Mi exesposa la trajo y la sembramos frente a la casa. Hoy la palma está enorme, es el orgullo de la cuadra y del barrio”. El que habla es Walter Sterling, un vecino del barrio Palmeras del Norte, quien dice que la palma mapora que sembró su familia hace más de veinte años frente a su casa no siempre ha contado con buena suerte, pues hasta hace un tiempo varios residentes del sector recogieron firmas para pedir su tala. “La gente dice que está enferma porque se le caen las hojas secas, pero desconocen que esa es su naturaleza. Un funcionario del Dagma dijo que quien quisiera quitarla, tenía que pagar $20 millones. Nadie se ha animado”, agrega Sterling. Farley Domínguez, vecina de la palma, dice que esta es el atractivo del barrio pues a diario los niños se acercan a leer la placa que identifica a este notable.

Un chocho olvidado

Sobre esa acera de la Calle 59D del barrio Los Andes hay ocho casas, una iglesia de mormones y cinco árboles: una palma pequeña, una mata de plátano que agoniza entre la tierra, un naranjo, una veranera con incipientes flores fucsia y un chocho. Pero es ese chocho rojo y longevo, el de la 2A - 05, el único que por sus 13 metros de altura no pasa desapercibido para quienes caminan o van en carro por ese sector del nororiente de Cali. Cuenta Eliana Arenas, una comerciante vecina del árbol, que este además de ser la única sombra natural en la cuadra también es utilizado como escombrera y baño público, pues no son pocos quienes aprovechan el diámetro de su tronco para hacer sus necesidades. Hace unos días, la placa azul que lo distiguía como uno de los 296 árboles notables de Cali, fue robada. Nadie en el sector supo cómo ni cuándo, pero el único chocho rojo destacado de Cali, hoy es un cesto de basura más.

Las gigantes de la Avenida Sexta

En medio de bares y hoteles de la Avenida Sexta y en menos de veinte pasos, el aire que se respira sobre ese corredor de rumba venido a menos es diferente. En la Calle 16N levantan tres ceibas tan notables que enlucen la zona y se roban todas las miradas. Son íconos, dice James Quintana, el vendedor de un puesto de dulces y revistas que está incrustado bajo los árboles. “No hay una persona que pase por aquí y no se quede embelesado o no se tome una foto con estas ceibas, son demasiado imponentes”, asegura mientras contempla la más alta de las tres, la de la placa 71.295, que mide 23 metros de alto y está frente al Apartahotel Sexta Avenida. Durante años, cuenta Quintana, estas ceibas de regular estado fitosanitario también han servido de orinal para habitantes de calle y uno que otro borracho.

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