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CreeSer, fundación que lleva esperanza a los niños en el norte de Cali

La fundación, que cumple cinco años, ofrece refuerzo escolar y acompañamiento a 160 pequeños que viven en Altos de Menga y zonas aledañas.

25 de febrero de 2012 Por: Redacción de El País

La fundación, que cumple cinco años, ofrece refuerzo escolar y acompañamiento a 160 pequeños que viven en Altos de Menga y zonas aledañas.

El pequeño Miky Danyer Montaño mira concentrado la loma verde y llena de casas que imponente se alza a la vista. Señala que ahí está su hogar. Este niño, luego de descargar sus útiles escolares en la casa, debía salir a trabajar para buscar el sustento diario de su familia.Pero algo ha cambiado. Miky, así como otros 160 niños habitantes de Altos de Menga, en la Comuna 2, ahora pasan la mayoría de sus tardes en medio de cuadernos, clases y profesoras. Angélica Realpe, coordinadora de CreeSer, dice que el objetivo de la fundación es que cada vez más niños como estos sean alejados del trabajo infantil.Llegan a pie desde sus casas, en lo alto de la loma. Caminan por más de media hora un largo trayecto. Allá no tienen alcantarillado, los techos son de lata y las paredes de sus casas son mezcla de ladrillo y bahareque. La mayoría son viviendas de invasión.Ya en la fundación, ubicada en el barrio El Bosque, en el norte de Cali, olvidan las durezas de la vida para pensar y soñar con lo que quisieran ser. Eso lo hacen en salones dotados de televisores plasma y computadores con Internet. Artes plásticas, música, inglés y sistemas complementan el aprendizaje. María Victoria de Piedrahíta, directora de la fundación CreeSer, cuenta que esta organización nació hace cinco años, cuando su nieta, Mariana Cobo, aún estudiante de bachillerato del Colegio Bolívar, hizo su voluntariado escolar en el barrio Altos de Menga. Ahí, con cerca de diez niños, creó la fundación.“Cuando mi nieta se fue a Estados Unidos yo le dije ‘regáleme la fundación’. Y yo, como gerente de la Clínica Versalles, logré una alianza estratégica para llevar la fundación a donde está ahora”, relató.Anotó que apróximamente dos jóvenes de la fundación egresarán de bachillerato. Esos dos chicos, dice, simbolizan “el corte del ciclo de la miseria”, pues ya tienen asegurado un cupo en la universidad.Marcela Montoya, psicóloga de la fundación CreeSer, recuerda que para los niños en un comienzo la entrada a este grupo de trabajo significó un “choque” que implicó repensar sus comportamientos. “Fue una pared de disciplina. A los niños se les enseñaron normas. Al principio les dio duro, pero después comprendieron el sentido de los límites en la sociedad”, dijo Montoya.Durante una tarde cualquiera, se ve a un grupo de niños aprendiendo inglés en un salón. En otra aula están hablando sobre manualidades y al fondo debaten sobre el daño que causan los apodos. “Uno con esto también se transforma. Lograr que un niño deje de trabajar y te de las gracias en una carta, es para mí una lección de vida”, concluye Montoya.

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