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Según datos de la Secretaría de Salud, la mayoría de los caleños comienzan a consumir alcohol entre los 12 y los 17 años de edad. Condición que explica el fuerte arraigo cultural de este tipo de bebidas en la población de la ciudad. | Foto: Elpais.com.co | Archivo

POLICÍA

Consumo de drogas y alcohol, por lo que más multan a los caleños

El balance del nuevo Código de Policía evidencia que estas son aún infracciones constantes en los barrios de Cali.

27 de marzo de 2017 Por: Redacción de El País

Cumplidos dos meses de la entrada en vigencia del nuevo Código de Policía, se puede establecer que el comportamiento en el que más se han ‘rajado’ los caleños ha sido el consumo de licor y alucinógenos en espacios públicos. Lea también: Las normas del Código de Policía que pueden quedar en 'letra muerta'

Un total de 790 contravenciones se han impuesto por esta causa, y es, además, uno de los mayores detonantes de riñas, comisión de delitos y casos de irrespeto a la autoridad en Cali, según el teniente Alberto Valero, asesor jurídico y de convivencia ciudadana de la Policía.

“La ingesta de licor o de alucinógenos lleva a las personas a un estado de inconsciencia, en el que no saben cuáles son los límites de su actuar. En ese estado suelen ser suceptibles de ocasionar una riña, y de esta puede resultar un homicidio”, señala Valero.

La nueva norma, que rige desde el pasado 30 de enero, restringe el consumo de bebidas embriagantes en parques y calles de la ciudad, razón por la que un ciudadano puede ser multado hasta por $210.000. Esto busca disminuir los problemas de orden público y de convivencia entre los colombianos.

Sin embargo, algunos caleños aseguran no percibir mejoras en este asunto con la entrada de las nuevas disposiciones legales. En un sondeo realizado en la página de Facebook de El País, los usuarios respondieron negativamente a la efectividad que promete el nuevo Código respecto a la restricción de licores y estupefacientes en espacios públicos de sus barrios.

El ciudadano Óscar Agracé Roa, por ejemplo, asegura que en este aspecto el Código “no ha funcionado, ni lo hará. Es imposible, por ejemplo, que la Policía sancione a cada infractor que, en días como el del reciente partido de la Selección, consume licor o cigarrillos en la vía pública”.

En una línea similar se encuentra la usuaria Katherin Narváez, quien señala que “el nuevo Código no es más que una herramienta de control que no tiene un respaldo de políticas macro. Deberían existir también políticas públicas de niñez, de ciudadanía, etc”.

Otros usuarios además señalaron barrios como Granada, El Peñón, Pampalinda y San Antonio como algunos de los sectores de mayor consumo de drogas y alcohol.

Las demandas de estos ciudadanos son fácilmente entendibles si se tiene en cuenta que, a pesar de tener consecuencias graves para la convivencia, el consumo de estupefacientes y especialmente de licor es una costumbre arraigada en la ciudad. Así lo explica Fabio Bravo, director del grupo Salud y calidad de vida de la U. Javeriana.

“Los caleños desde temprana edad encuentran tanto disponibilidad del alcohol como modelos de consumo en sus padres y hermanos mayores. Y en las actividades de ocio en establecimientos nocturnos siempre está presente el alcohol”, explica.

Pero la cultura del consumo de bebidas psicoativas, especialmente el licor, no es exclusivo de la capital del Valle, sino un comportamiento común en la población colombiana. Según el Ministerio de Salud, el consumo nocivo de alcohol es el principal problema de salud mental en el país.

En cuanto al consumo de sustancias ilícitas, el Ministerio también ha identificado que el 13 % de los colombianos ha consumido este tipo de productos alguna vez en su vida.

¿Qué hacer?

Para la antropóloga Inge Valencia, especialista en políticas públicas y consumo de drogas, “el prohibicionismo no resuelve el problema del consumo”, por lo que se deben buscar soluciones de consenso al interior de la sociedad.

Valencia cuestiona las restricciones al consumo de estas sustancias en espacios públicos, pues para ella existe el uso recreativo “no problemático” de bebidas alcohólicas y estupefacientes.

El usuario de Facebook César Muñoz opina que “si las campañas de prevención y educación en el hogar y los colegios son más constantes, podríamos tener una población más sana y respetuosa de la vida y de sus congéneres”.

Por su parte, la Secretaría de Salud asegura tener programas de prevención del consumo de drogas y licor, y promoción de hábitos saludables, dentro de los que se encuentran doce Centros de Escucha, además de una ‘Ruta de atención' que se inicia en las entidades prestadoras de salud y continúa a través de la atención de operadores como Fundación Caminos, Samaritanos de la Calle y Viviendo.

De acuerdo con la implementación de actividades de prevención se encuentra el profesor Fabio Bravo, quien asegura que “no podemos aspirar a una abstinencia poblacional absoluta, y más bien se debe trabajar para que el uso del alcohol sea moderado. Para que por medio de educación, políticas y demás, se logre un consumo que no lleve a la afectación de la salud física y mental del consumidor y de terceros”.

¿Por qué el alto consumo?

Ocio y recreación:

“El consumo de licor y otras sustancias psicoactivas es una forma de celebración colectiva. Al consumir licor las personas dismimuyen su prevención y distanciamiento con sus pares, lo que hace que se logran las integraciones momentáneas", explica el toxicólogo de la Secretaría de Salud Municipal, Jorge Quiñones.

Aflicciones:


“Cuando las personas se encuentran en medio de situaciones complejas, y no tienen la capacidad para tolerar la frustración, tampoco tienen red de apoyo, ni las condiciones de vida que deben ser, suelen acudir al licor o las drogas. Consideran que estas sustancias psicoactivas son un escape, una especie de oportunidad de llenar un vacío o una carencia”, dice Adriana Millán, del cuerpo de Salud Mental de la Secretaría de Salud.

En redes

  • “Mi barrio sigue igual, es imposible hacer ejercicio en el parque sin sentir todo el tiempo la sombra del consumo de drogas”: Diego Martínez.
  • “El Código no funciona. Tengo vecinos que realizan reuniones hasta tarde, con licor y droga, en la madrugada se van y solo queda el mugrero”: Beatriz Martínez.
  • “Desde el día que comenzó a operar el Código los bachilleres fueron retirados del parque de la Carrera 53 con Calle 11A. Ahora es de
    jíbaros y marihuaneros”: María Vidal

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