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Conozca la odisea de un ex policía que convirtió su tristeza en café

Antes de producir el mejor café del Valle, Arbey Yepes vivió en el exilio. Historia de éxito en las montañas de Cali.

12 de febrero de 2012 Por: Diana Carolina Ruiz Girón | Reportera de El País

Antes de producir el mejor café del Valle, Arbey Yepes vivió en el exilio. Historia de éxito en las montañas de Cali.

Arbey Yepes dice que su tristeza la volvió café. Y no es para menos. Para que él se convirtiera en el productor del mejor café del Valle del Cauca tuvo que sortear un exilio y una decepción amorosa.También debió afrontar un cambio de profesión. Sus manos pasaron de cargar un arma de dotación que lo acompañaba como suboficial de la Policía a labrar la tierra y arrancar de los cafetales sus frutos maduros en lo más alto de las montañas de Cali.Se trata de un camino de altibajos que en buena hora para Arbey, de 46 años, arrojó su primera gran recompensa: ganar el primer lugar en el séptimo Concurso Departamental de Calidad de Café convocado por el Comité Departamental de Cafeteros del Valle, que tiene como objetivo buscar la más alta calidad del grano en los cultivos de toda la región.El café de Arbey, cultivado en la vereda La Cajita, en la parte alta del corregimiento de Felidia, Cali, se destacó por su textura, fragancia, sabor y balance. Un grupo experto de catadores probó una tasa de su cosecha y lo privilegió con el primer puesto, superando otros granos recogidos en las parcelas de 182 caficultores que se postularon para competir.Quién lo diría. Arbey dice que ni siquiera le gustaba el café pese a que su mamá le daba una taza diaria al desayuno y que creció entre cafetales que sirvieron como el sustento económico de su familia. Fue el único de sus diez hermanos que labró un destino distinto al de ser agricultor.El aroma del peligroSu vocación, dice el ahora cafetero, era perseguir delincuentes y hacer cumplir la ley en las calles de Cali. Lo hizo como suboficial de la Policía Metropolitana, especializándose en combatir el contrabando en los principales centros comerciales del Centro. En 1998 su grupo de operaciones propinó uno de los más duros golpes contra bandas organizadas dedicadas a este delito en la ciudad. Ya no quiere hablar de eso porque fue en ese momento en el que comenzó a sentir el aroma del peligro. Primero llegaron las amenazas de muerte y luego el retiro discrecional de la Policía. Su trabajo y sus sueños desaparecieron con un exilio forzado que incluso le obligó a abandonar a la que consideraba la mujer de su vida, una uniformada.Su huida terminó en Holanda, donde buscó sobrevivir cultivando tulipanes. Poco le gustaba y el dinero no le alcanzaba. Entonces, se convirtió en vendedor en una tienda de recuerdos. Y vio como el café colombiano que se vendía en esa tienda era el preferido por holandeses y turistas. Se comercializa más que los cafés provenientes de Arabia Saudita y Marruecos porque su sabor es equilibrado y no tan fuerte como el de las otras naciones, tal como se lo expresaron muchos de sus clientes.La nostalgia obligó al ex policía a volver a Colombia. Con sus ahorros en los bolsillos y el despecho en el alma por perder a la mujer amada se internó en la montaña de la vereda La Cajita, en Felidia, zona rural de Cali, para olvidar y cómo dice Arbey, para convertir esa tristeza en café.¡Qué berraquera!Fue muy duro. Su primera siembra fue en 2009 y tuvo que esperar dos años para esperar el primer fruto. Lo hizo con ayuda de su padre, Samuel, de 75 años, y de la mano del Comité Departamental de Cafeteros del Valle del Cauca.Fueron dos años en los que literalmente, dice Arbey, comió arroz con huevo. Aún así nunca dejó de mimar el café.Desde entonces se levanta a las 5:45 a.m. a sobar una y otra vez los granos para que se sequen en las marquesinas solares donde reposa. Unas veces con la mano, otras con el trincho. Nunca perdió la disciplina policial.¡Qué berraquera! exclama Arbey para expresar lo que sintió cuando sacó sus dos primeros bultos en las parcelas de su padre. En 2011 se aventuró a probar suerte y participó en el concurso con su producido. Ganó entre los mejores.Arbey recuperó lo que sintió perdido. Dice que el café ahora es su pasión. Tiene moledora, tostadora y venta de producto con marca propia. Su alma también se curó. Una esposa y una hija conforma lo que para él es la vida perfecta que siempre soñó.

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