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Conozca al biólogo caleño que descubrió el colibrí que ronca y el pájaro oruga

Gustavo Adolfo Londoño pasa la mitad de su vida siguiendo aves. Y tiene resultados asombrosos.

2 de septiembre de 2015 Por: Alda Mera, reportera de El País.

Gustavo Adolfo Londoño pasa la mitad de su vida siguiendo aves. Y tiene resultados asombrosos.

[inline_video:youtube:pj5huCuhD_Q:0:null]Su oficina parece un nido. Un berenjenal de plumas largas y cortas, fotos de pájaros y la palabra ‘bird’ que salta de  tapa en tapa,  como aves de rama en rama, en  muchos  libros dispersos, que se confunden con  linternas, cámaras y hasta las botas  de cuando está en misión. Esa es la vida del investigador Gustavo Adolfo Londoño Guerrero,  un caleño que estudió biología en la Universidad de Los Andes, con el sueño de enfocarse en la biología marina y conocer los peces a fondo. Hasta que se le atravesaron las aves en el horizonte y se doctoró  en todo lo que tenga alas y vuele: ornitología, así se llama  la ciencia  que estudia las aves. Aunque los ornitólogos  no abundan tanto como las aves,  este docente de la Universidad Icesi dirige varios grupos de investigación que suman dos descubrimientos, que sorprenden a los mismos especialistas en la materia. Como  que el  colibrí ‘Heliangelus amethysticollis’ ronca. Un estudiante del grupo de investigación en   Manú,  Perú, grabó a este diminuto volador mientras dormía y emitía una especie de silbido, lo más parecido a un ronquido de un humano o de otros   mamíferos. Hasta la fecha no se tenía registro de que un ave roncara como cualquier cristiano. El descubrimiento fue casual. Los investigadores estaban midiendo el cambio de  metabolismo del animalito a una temperatura de 10° C, un mecanismo para  ahorrar energía  en entornos muy fríos,  como una  hibernación muy corta. Cuando  Timothy Forester, un estudiante voluntario de trabajo de campo del profesor Londoño, abrió la recámara donde estaba ‘el colibrillo de Indias’, observó que  producía  este sonido o “ronquido”. De inmediato grabó el video que se volvió viral y que constató que no era ningún cuento en el  aire ni palabras al vuelo: era tan real como él lo vio. Los investigadores buscaban saber cuánto calor ahorra esta ave bajando su metabolismo, algo natural en esa especie  cuyo hábitat es entre 2000 y  3700 metros de altura, considerando que   su temperatura corporal normal de  42° C,  puede disminuir hasta 17° C en las noches frías de los Andes, de donde es nativa.  El experimento   dura diez horas seguidas. Y  fue cuando se toparon con  que  el colibrí ronca. Algo tan insólito como ver a un humano volar. Para el  biólogo Guerrero fue toda una revelación: él ha estudiado 20 especies de colibríes, de las 160 que hay en Colombia,  y cientos de aves, de las 9800 que hay en el planeta –1950 están en el país–  y nunca había encontrado algo así. El otro descubrimiento que les ameritó artículo en The  New York Times y en National Geographic, fue el pájaro oruga. Un ave que en forma sorprendente, cuando nace, toma  la forma de una oruga hipervenenosa, para engañar a potenciales  depredadores. En 2012, cuando lo descubrieron, dos autores habían reseñado ya que el polluelo de la especie ‘Laniocera hypopyrra’,  nacía con plumones naranja y barbas terminadas en punta blanca, como la oruga de la familia ‘Megalopygidae’, temida por su toxicidad. Nada parecido a los padres,  de plumaje gris. Uno de los autores decía que el pájaro trataba de camuflarse como un hongo. Otro sí atinaba a decir que imitaba la oruga venenosa.  Pero nadie tenía la prueba reina. Hasta que    el grupo de investigación del profesor Londoño, en el Parque Natural Nacional  de Manú, Perú, donde tienen nidos de 300 aves diversas, halló un nido de esa especie, con un polluelo recién nacido, y grabó  el video que muestra que el pájaro camufla su cabeza de ave como una oruga y la  mueve de  lado a lado, como lo hace el insecto.  Y  cuando llega la mamá para alimentarlo, esta mira a todos lados para comprobar que no hay enemigos, emite un sonido que el polluelo reconoce y entonces comienza a desdoblarse y a comportarse como lo que es: un pájaro, y recibe el alimento del pico de la madre. [[nid:459659;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/09/ep001014905.jpg;full;{Un nido es un tesoro para un biólogo doctorado en aves como Gustavo Adolfo Londoño Guerrero. En sus investigaciones ha recorrido las montañas de los Farallones, La Macarena, Tinigua, Tamaná, entre otros.Especial para El País.}]] Es un caso de  doble personalidad animal. De mimetismo salvaje muy sofisticado para sobrevivir. Y no de infidelidad, muy factible. “Las aves no son tan monógamas como se ha creído. En ellas se presenta un fenómeno llamado cópula extrapareja”, dice el investigador. Esto y  más ha ido aprendiendo Londoño en el camino a la montaña, a la selva, a la manigua, o en las estaciones biológicas. Es que desde que estudió en la Universidad de los Andes, no ha hecho sino perseguir pájaros. Empezó acompañando a unos amigos a hacer avistamiento de aves, pero terminó en un curso con Loretta Roselli, especialista en el tema. Y conoció al  esposo de ella, Gary Stiles, profesor de la Universidad Nacional, el biólogo que más sabe de aves y de colibríes en el mundo. Desde entonces empezó a tomar cursos en técnicas de campo. Es decir, salir a  campamentos a atrapar murciélagos, coger culebras,  cazar mariposas, capturar micos, aves y cuanto animal se les atravesara en el monte. Hasta  escarabajos coprófagos (mierderos).   Para graduarse, se internó por siete meses con cuatro compañeros más, a observar dos parejas de paujiles, de las especies Mitu Salvini y Crax Alector,  amenazadas por la deforestación y los depredadores, en el Parque Nacional Natural de Tinigua, cerca a La Macarena. Durante 210 días observaron que el 90 % de su alimentación se compone de frutos que caen al suelo, pero si hay tala de árboles, la supervivencia se les hace más difícil. Y el resto del menú del paujil se compone de ratones, culebras, tortugas, pescados, flores y hojas. Con Ecoandina dirigió un estudio de la pava caucana, una especie que estaba a punto de ser declarada en extinción porque hacía muchos años que no se veía un solo ejemplar. Hasta que  aparecieron 80 individuos en el Eje Caferero. Londoño se internó de nuevo en Otún, Quimbaya,  a estudiarlas. La idea es tener  conocimiento que ayude a establecer prácticas de preservación, el primer y más importante objetivo de la biología.    Para llegar a esas y otras conclusiones, Londoño y compañía   tuvieron que pasar muchas  noches en vela, analizando el comportamiento de los plumíferos. De la misma manera que lo han hecho para saber,  por ejemplo,  que las aves no duermen totalmente,  que la mitad de su cerebro permanece en estado de alerta. O que los colibríes, cuando están en una rama “haciendo nada”, es porque han tomado el néctar de las flores y están en la digestión. Como una vaca  rumiando. Pero en esas misiones también se encuentran con otros ejemplares igual de hermosos e importantes, pero depredadores. Como la vez que Londoño iba armado de binóculos y cámaras y encontró huellas de jaguar frescas. Aguzó el ojo y en efecto, vio a una jaguar hembra subiendo. El biólogo que lleva dentro le ganó  al miedo y en vez de huir, sacó la cámara, pero al enfocar, la cámara hizo un ruido: el animal alzó la cara y lo miró de frente,  pero saltó el barranco al otro lado del río, donde tenía cría y degustaban un cocodrilo. [[nid:459662;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/09/ep001014901.jpg;full;{Pájaro oruga: se transforma en apariencia y comportamiento como este gusano.Especial para El País.}]] Ser biólogo es un oficio de paciencia y cabeza fría, perder los nervios puede ser mortal. Una compañera de estudio se encontró un puma de frente, pero arrancó a  correr y el animal a perseguirla. “Por fortuna, ella alcanzó a llegar a la estación”, recuerda Londoño. Él se  divierte haciendo lo que le gusta, e internarse en los campamentos,  aislado de la publicidad, los correos electrónicos y el ruido citadino, pero sufre y goza con otras situaciones. Sufre como aquella vez que les explotó la estufa de gasolina, cuando les toca  pasar  días sin bañarse porque solo se pueden bañar en el río, pero baja tan enlodado que es imposible. O la vez que unos traficantes de madera en Perú entraron dando bala y les robaron los equipos, computadores y lo más importante, la información de sus estudios. Pero goza cuando comparten campamento con estudiantes de otros países y  culturas. O que padecen trastornos como una colega sonámbula, que se levantó dormida porque soñaba que se habían enfermado y quería ir al pueblo a buscar un médico. “Cuando se despertó estaba cruzando el río con el agua al cuello y flotando en la colchoneta”, dice con mucha risa. 

 RarezasHay aves  que en América  del Norte ponen hasta 8  huevos. En el trópico, solo dos.La depredación  en el trópico es del 90 %, allá solo del 60 %. Allá se demoran  13 días en el nido antes de volar, en el trópico hasta 17 días.Los pájaros  son muy aseados y recogen sus heces en un saco que eliminan luego del nido.Los colibríes  que comen flores tienen rutas de alimentación.Despliegues nupciales: ruidos con la cola y las alas para seducir.

 

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