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Con palabras buscan desterrar el ‘bullying' de los colegios públicos de Cali

570 estudiantes hoy sirven como mediadores entre agresores y víctimas de ‘bullying’. Diálogo entre chicos con grandes soluciones.

31 de marzo de 2013 Por: Diana Carolina Ruiz Girón | Reportera de El País

570 estudiantes hoy sirven como mediadores entre agresores y víctimas de ‘bullying’. Diálogo entre chicos con grandes soluciones.

Para resolver un conflicto solo se necesita hablar. Y hablar, para Manuel Cano, tiene su ciencia. Lo del diálogo es algo que requiere tacto y poder de convencimiento sobre las partes que no logran ponerse de acuerdo. Así lo dice la teoría que aprendió como estudiante en el colegio José María Carbonell de Cali a los once años. Sucede que el diálogo es un arma tan poderosa que, según Manuel, quien hoy tiene 16 años, es capaz de frenar la hostilidad en cualquiera escenario. Incluso, la que se vive en algunos colegios de Cali por cuenta del ‘bullying’ o intimidación y acoso escolar. De ahí que desde hace algún tiempo existan 570 niños y adolescentes dedicados a ser mediadores de conflictos. Su función es servir como árbitros entre víctimas y victimarios de ‘matoneo’. No como lo hacen los adultos que, de acuerdo con Manuel, utilizan la imposición y las amenazas sancionatorias para acabar con el conflicto.Fue una fórmula exitosa para lograr, por ejemplo, que la niña rubia, de ojos claros y de apariencia casi similar a la de una muñeca, dejara de decirle a su compañera, la de piel negra, de poco cabello y con un espacio entre sus dientes delanteros, que era la persona más fea del mundo.Solo cuando estuvieron frente a frente, la estudiante afrodescendiente le rogó, delante de mediadores como Manuel, que no la atormentara más. Que admiraba su belleza, pero que no era su culpa ser poco agraciada. Ambas tienen 14 años. “Como somos iguales, podemos hacer que se sientan cómodos y que nos digan cosas que a los mayores nunca le dirían, porque se expresan con libertad. Nosotros tratamos el problema sin juzgar y hacemos que cada uno se ponga en los zapatos del otro”, explica Manuel, quien lleva cinco años siendo mediador. En resumen, la palabra ayuda a generar catársis.Hoy, en una ciudad donde el 79% de sus estudiantes dice sentirse inseguros en los centros educativos (según cifras de la Secretaría de Educación Municipal); y el 88% de la población estudiantil ha sido víctimas de algún tipo de agresión física o verbal en las aulas de clase (lo dicen estudios de la Personería de Cali), el diálogo parece ser la mejor herramienta para combatir estos males.La génesis de la mediaciónMucho antes de que se creara la hoy sancionada ‘ley anti-matoneo’, que incluye, entre otras, una ruta de atención para alumnos relacionados con intimidación y violencia escolar, en Cali desde hace algunos años ya se hablaba de mediación en la convivencia escolar.La raíz de este movimiento nació en el Colegio José María Carbonell en el 2007, cuando los casos de intimidación y violencia escolar desbordaban el control de maestros y directivas.Fue una época, según Carlos Arturo Morales, rector del Carbonell, en la que se volvió costumbre que los más grandes le quitaran la plata del recreo a los niños más pequeños en los baños. Se formaron pandillas dentro y fuera de las aulas, y los conflictos entre alumnos terminaban en peleas callejeras entre ellos y otros colegios. “La mediación escolar es una técnica que se ha aplicado con éxito en países como Estados Unidos y España. Entonces, escogimos a 50 alumnos para educarlos en derechos humanos, comunicación, conflicto, manejo de emociones y técnicas para mediar”, explicó Morales.El resultado: la disminución de violencia e intimidación escolar en más de un 90% en el colegio. El diálogo entre pares, en ese entonces, pudo más que las acciones de 48 profesores que debían velar por más de 1500 estudiantes.No quiere decir que los adultos sean incapaces. Margarita Ramírez, encargada actual de la capacitación de mediadores de conflictos en los colegios, explica que “a veces es más sencillo hablar entre iguales. Hay conflictos que como adultos nos asustan. Pero cuando los niños se sientan y hablan pueden entender lo que nosotros no podemos”.“En una mediación nos enteramos que un niño que le pegaba a sus compañeros de clase era maltratado en la casa. Decía que su comportamiento era así porque sus papás le pegaban por todo, hasta por salir del cuarto”, contó la mediadora de 17 años, Laura Andrea Yepes.Hoy la experiencia de mediación escolar se está comenzando a aplicar en 21 colegios públicos de Cali, 13 de ellos en zona rural y ocho en la parte urbana. Los mediadores son estudiantes entre cuarto grado de primaria y once de bachillerato (con edades entre los 9 y 17 años). Pueden ser los más inquietos del colegio o los más aplicados, lo importante es que tengan el don de liderazgo. No es raro que entre ellos hayan agresores y víctimas de ‘bullying’.Los mediadores funcionan en un espacio que se llama la mesa de concertación. Generalmente, es un salón de clase u otro espacio en el colegio donde a puerta cerrada, y sin presencia de adultos, los niños cuentan las razones de la pelea y dicen cómo se sienten para luego acordar soluciones. Allí la confidencialidad es un voto sagrado. Acudir a concertar puede significar rebajas en las sanciones de los involucrados en el conflicto que, de acuerdo a su comportamiento, aplican las directivas del colegio. Es un principio de justicia restaurativa, explica Carlos Arturo Morales, que resulta popular entre los muchachos pero que no impide que se tomen medidas sancionatorias ejemplares en casos más graves.“A nosotros, a veces, también nos llaman “sapos” pero finalmente nos respetan”, dijo Laura Yepes. Que no sigan los conflictosCon todo y los mediadores escolares, aún el ‘matoneo’ sigue latente. En el Colegio José María Carbonell, líder en el programa, persisten conflictos.Carlos Mauricio Yusti, coordinador de la institución, dijo que ahora el reto es combatir las nuevas técnicas de agresión entre estudiantes. Se refiere a casos como el del ‘Cyberbullying’, que se da a través de las redes sociales. La Personería de Cali estima que el 45% de los estudiantes caleños ha sufrido algún tipo de intimidación por Internet. “Los muchachos ya no se descargan de sus problemas físicamente. Esperan a llegar a la casa para agredirse porque se miraron mal, le cortaron la palabra en la clase o por los novios o novias”, explicó Yusti, al indicar que las mesas de concertación también sirven para revelar este tipo de acoso.Para otras instituciones educativas, donde pareciera que la autoridad de los adultos es casi que inoperante, los mediadores son la esperanza para evitar que los colegios se asemejen a campos de batalla en los que, además de estudiar, se libren luchas tan intensas por detalles tan simples como ser estudioso, ser feo o débil. Así lo piensa una maestra afrodescendiente que trabaja en un colegio del Oriente y que no quiere que el nombre se publique para evitar problemas.Dice que es agobiante ver ejemplos de ‘bullying’ tan crueles como el de la niña con discapacidad en sus piernas a la que sus compañeros de clase le quitan el caminador para que se caiga y no pueda moverse. La menor, en defensa propia, responde con un rosario incontrolable de groserías a gritos.“Tristemente, lo que pasa hoy en nuestras escuelas es un reflejo de lo que acontece en la sociedad. Con la ley aprobada (‘anti-matoneo’) podremos articular esta estrategia en colegios públicos y privados. Esto sin duda traerá a futuro una sociedad mucho más pacífica y tolerante”, dijo Édgar Polanco, secretario de Educación de Cali, entidad que hoy apoya la formación de mediadores de conflicto.

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