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Con algunas estaciones juegan al tiro al blanco

A las estaciones les disparan con pistolas de balines. Vándalos han dañado 120 ventanas de buses. ¿Por qué el MIO es tan ajeno para muchos?

17 de julio de 2010 Por:

A las estaciones les disparan con pistolas de balines. Vándalos han dañado 120 ventanas de buses. ¿Por qué el MIO es tan ajeno para muchos?

Sí. Con las estaciones del MÍO juegan al tiro al blanco. En las noches. En las madrugadas, también. A veces los malhechores usan pistolas o rifles de balines, o de copas, para perforar las puertas telescópicas. También, ha pasado, en ocasiones a los vándalos les da por disparar balas de las de verdad. En enero del 2009 se supo de un carro blanco que pasó a toda velocidad por la Calle Quinta disparando balines contra las puertas de la estación ubicada frente a la Plaza de Toros. Una de esas puertas quedó averiada. Lo mismo pasó en la estación de El Refugio, también en una noche de enero del 2009. Esa vez los disparos se hicieron desde un taxi. Los guardas de seguridad de la estación dijeron que por la excesiva velocidad en que iban los vehículos, no alcanzaron a ver las placas. Y los casos siguen. Un funcionario de Metrocali hace memoria y se acuerda que la estación de San Pascual, en el Centro, también fue atacada a punta de balín. Y que en general las estaciones ubicadas en esa zona céntrica son las más afectadas por diferentes hechos vandálicos.Estos actos, advierte el funcionario, no son pan de cada día. Son esporádicos. Sin embargo, dejan un interrogante: ¿los caleños sí sienten como suyo al MÍO? Porque además de esos ataques con armas, en las estaciones se roban láminas y mallas, se pintan mensajes con consignas políticas, algunos, otros suenan a panfleto, se dibujan grafitis o también se quiebran las puertas a punta de piedra. Metrocali, para reponer estos daños, ha invertido una cifra cercana a los $300 millones. Además del deterioro estructural que padece el sistema y que fue denunciado en los últimos días por este diario, el vandalismo y la falta de cultura ciudadana también han dejado su huella destructora en el Sistema de Transporte Masivo. Fáber Johan Loaiza es guarda de seguridad. Custodia desde hace 9 meses la estación Manzana del Saber, en la Calle Quinta con Carrera 27. Con un radio teléfono en la mano y mirando hacia un lado recuerda los daños que ha sufrido la estación por parte de los vándalos: “Vidrios rotos; rayones a los murales; golpes a las láminas. Pero eso ha pasado cuando en la ciudad hay manifestaciones, marchas. Los días más complicados fueron los del paro de transportadores”, dice. En los días en que en Cali no se dan ese tipo de actividades de masas, el hombre asegura que debe lidiar no con delincuentes que quieren dañar el MÍO sino con usuarios bravos por rutas retrasadas o niños con cara feliz que entran con marcadores y rayan las puertas. El dato sugiere que la cultura ciudadana desaparece en medio del anonimato que ofrece una masa con ánimos de revuelta. Masas como las que se vieron el Día del Trabajo el pasado primero de mayo. Ese sábado, por ejemplo, los delincuentes camuflados entre los marchantes dañaron los vidrios de las taquillas y las puertas de acceso de las estaciones Estadio, Manzana del Saber y Petecuy. Los costos que asumió Metrocali por estos daños fueron de $80 millones. Cuando hay manifestaciones violentas en Univalle, las estaciones aledañas han salido afectas por papas explosivas. Y en días de protestas son comunes los daños como los ocurridos a inicios de junio de este año, cuando en la ciudad se inició el paro de transportadores. En esos días los afectados por el vandalismo fueron los buses articulados, atacados con piedras, que dejaron a varios usuarios heridos. Y es que además de las estaciones, los articulados también son objetivo de los delincuentes. En los 16 meses que lleva de funcionamiento, según estadísticas de Metrocali, los vándalos han quebrado 120 ventanas de los buses. También han dañado 25 cinturones de seguridad y se han robado 13 extintores. Dentro de los buses se han visto pocos rayones: 12, todos pintados este año.Por mes, calcula Francisco Mejía, gerente de ETM, uno de los cuatro operadores del MIO, debe hacer arreglar entre tres y cinco articulados atacados por vándalos. “Pero en la semana del paro de transportadores fue donde más afectación tuvimos: 22 buses, de los 111 de la flota, fueron averiados”, dijo. A los articulados del operador Unimetro, cuenta Luis Hernando Grisales, su representante legal, los han dañado a punta de piedras que fueron lanzadas desde el Puente de los Mil Días. “Pero en el paro de transportadores fue cuando más vandalismo se ha dado en la ciudad contra los buses. Nos dañaron 13 articulados de los 99 que tenemos. Les rompieron vidrios y las láminas se afectaron. La reparación de los daños costó $15 millones. Los costos los asumimos nosotros como operadores, responsables de los buses”.Ante estos hechos que atentan contra el sistema y la imagen de la ciudad aparece entonces un interrogante: ¿por qué el MIO parece tan ajeno para algunos ciudadanos? Beatriz Barros, del Comité Cívico de Cultura Ciudadana para Cali – 5C, asegura que el sistema ha impactado de manera positiva en el despertar cívico de los caleños, pero falta insistir con programas de cultura ciudadana para seguir preservando estos avances. “Y además, yo no creo que el vándalo dañe el MIO por dañarlo. Sucede que un ataque al sistema visibiliza más un acto de violencia que pretende dar a conocer una determinada inconformidad. Por eso escriben mensajes en el sistema o le tiran piedras. Entonces, es necesario que los ciudadanos nos convirtamos en guardianes de lo público”, dice. La nuez para resolver el problema parecería ser esta: lograr que el caleño cuide al MIO como si fuera su propia casa. Pero mientras se viaja en el bus, por los parlantes se escucha la voz de una mujer que habla de ese nuevo latir de Cali, cultura ciudadana y la importancia de cuidar el sistema. Algunos escuchan el mensaje. Otros miran por la ventana y con audífonos en los oídos, distraídos. La lección de TransmilenioVeedores ciudadanos, ante la noticia del deterioro del MIO, advirtieron que Cali no puede repetir la historia de Bogotá con Transmilenio. Para dar tan solo un ejemplo, en la Troncal de la Carrera Décima de Bogotá se dañaron 500 losas en tramos en donde ni siquiera había empezado a funcionar el sistema. “Los caleños aún estamos a tiempo de preservar la obra más importante que hemos logrado en las últimas décadas”.

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