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¿Cómo son los perfiles de las mujeres preferidas por los mentirosos de la red?

Con la red cambió la forma de relacionarse el mundo y la tendencia de conocer gente y buscar amigos y parejas por Internet creció.

25 de marzo de 2012 Por: Alda Mera | Reportera de El País

Con la red cambió la forma de relacionarse el mundo y la tendencia de conocer gente y buscar amigos y parejas por Internet creció.

La mayoría de las mujeres que consultan en las salas de Internet con fines de buscar pareja, son ya “mayorcitas” o “maduras”, de más de 30 años, separadas, divorciadas o madres solteras que quieren estabilizar su vida afectiva y económica. Algunas, sin un grado de escolaridad y sin un proyecto de vida definido, ven en un matrimonio en el exterior una forma de ascenso social.Pero, a decir de la psicóloga Elizabeth Cárdenas, de la Asociación Mujeres Cabeza de Familia, de Cali, las que caen en las trampas virtuales con maltrato incluido, son las más desesperadas y muy solas, para quien su prioridad es conocer a alguien, no importa quién. La gente joven también es vulnerable porque tiene la tendencia a chatear con todo el que aparece.La psicóloga Gloria Enilsen Rodríguez, de la Red de Mujeres Ruta Pacífica, dice que son mujeres fácilmente manipulables, en su mayoría, con una vida afectiva difícil, lo que las hace frágiles emocionalmente. O sino se han recuperado de una separación, son víctimas fáciles de los embaucadores.También son mujeres que nunca crecieron emocionalmente, son muy inmaduras, porque hay unas más ingenuas que otras y excesivamente confiadas. Son mujeres muy sumisas y con una autoestima baja, que no se valoran a sí mismas, por lo tanto, cualquier opción es buena porque es la única que tienen.Otra característica de las víctimas potenciales es que son muy emocionales e impulsivas o ven la soledad como un motivo de tristeza o un problema.La más buscadasCon la red cambió la forma de relacionarse el mundo y la tendencia de conocer gente y buscar amigos y parejas por Internet creció. Tendencia que confirman administradores de salas de Internet. Yamilé Bernal, de Ciber Plaza, en el norte de Cali, atribuye el fenómeno a la fama de bonita y sexy que tiene la mujer colombiana. “A las que vienen para conectarse con hombres extranjeros, lo primero que ellos les piden es que muestren algo; entonces ellas se ponen de pie y dan la vuelta ante la webcam para que las vean; después no vuelven porque ellos mismos les mandan para que pongan Internet en sus casas y tener más privacidad”, cuenta. Otra causa es que “las mujeres colombianas tenemos el ‘estigma’ de que somos buenas amas de casa y como las europeas y las americanas ya no se someten a los deseos de los hombres allá, entonces vienen aquí a buscar esposa y terminan como empleadas domésticas”.Así le pasó a Julia*, una secretaria de 40 años que se casó con un jubilado español que conoció por una página de Internet. “Le tocaba cocinar, lavar, aplanchar y tener los pisos limpios. Ella logró plantearle que esa relación no cumplía sus expectativas y de común acuerdo retornó a Cali, luego de ocho meses de servicio doméstico encubierto”, relata una amiga que conoció su caso.Otra apreciación tienen las que han tenido experiencias positivas. “Las colombianas o latinas acuden a la búsqueda de pareja por Internet en el exterior porque en ellos encuentran la estabilidad y el respaldo que no encuentran aquí”. Marleny*, recepcionista de una empresa, lo ratifica. “Uno aquí se arregla, se pone bonita y se compra el mejor perfume y el hombre está mirando para otro lado. En cambio, ellos (los extranjeros) sí están pendientes de uno”, dice.Aún así, la pregunta que flota en el aire es: si son tan buenos o tan exitosos, ¿por qué no se han casado en su país?No tiene edadLe pasó a Leila*, una anciana portuguesa que vivía en Brasil y fue rescatada en Ibagué por la Fundación Esperanza, ONG dedicada a buscar víctimas del tráfico de personas o de la explotación sexual.La señora de 64 años no sabía manejar Internet, pero su hija y su yerno le crearon un perfil para que buscara un marido. Ella primero rechazó la idea, luego creyó que era un juego y al final entró en contacto con Alberto*.Se escribieron durante cuatro años, hasta hace un año, cuando la invitó a vivir con él en Colombia. Leila vivía bien en un ancianato con una pensión del gobierno portugués y todos en el hogar de ancianos conocieron su historia de amor porque ella les leía sus correos electrónicos. Hasta le hicieron torta de despedida y le dieron regalos para su nueva vida en pareja.Unos amigos le prestaron para el pasaje aéreo a cambio de su mesada, porque Alberto le dijo que “estaba pasando una mala situación económica, pero que entre los dos podrían salir adelante”. Pero el 25 de enero de 2011 llegó a Bogotá y Alberto la llevó en un bus destartalado a una pocilga sucia y en pésimo estado en Ibagué, relata Richard Cock, coordinador del Servicio de Atención Andina al Migrante de la Fundación Esperanza.Durante tres meses esta mujer pasó hambre y vejaciones de su supuesto amor. “Fui empleada doméstica, lavaba, planchaba, y hacía todo el oficio como una esclava, y él quería forzarme a pedir dinero a Brasil”, dijo ella, que finalmente fue repatriada por la Fundación Esperanza a Portugal.www.fundacionesperanza.org

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