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¿Cómo ha cambiado la cultura caleña la ley que sanciona a conductores ebrios?

Tras seis meses de la ley que sanciona a los conductores alicorados, en Cali se han duplicado las multas, aunque la mayoría por grado cero. ¿Es exagerada la norma y sus castigos?

20 de julio de 2014 Por: Santiago Cruz Hoyos | Periodista de El País

Tras seis meses de la ley que sanciona a los conductores alicorados, en Cali se han duplicado las multas, aunque la mayoría por grado cero. ¿Es exagerada la norma y sus castigos?

Algunos en Cali no le temen a la ley que sanciona el mínimo grado de alcohol en la sangre mientras se está conduciendo. Pese a que saben que si los detiene un agente de tránsito estarán perdidos, siguen bailando en la pista al tiempo que beben una copa de aguardiente. Una más. Extrañamente, la ciudad es una de las pocas capitales de Colombia en donde se han duplicado las multas de conductores que han tomado licor, así sea una cantidad ínfima, pese a lo severa de la ley que desde diciembre prohibe hacerlo.En Bogotá, por ejemplo, los comparendos por embriaguez bajaron en un 49% y en todo el país se registraron 16.366 sanciones menos desde que se aplica la nueva legislación. En Cali, en el primer semestre de 2014, en cambio, se han puesto 451 multas por alcoholemia según la Secretaría de Tránsito, lo que representa un incremento de por lo menos el 80% en los comparendos con respecto al mismo periodo del año anterior.La diferencia, sin embargo, es que hasta el 2013 no se penalizaba el grado cero de alcohol con tanta severidad como sí ocurre este año. Y la mayoría de las 451 multas por alcoholemia de 2014 en Cali corresponden al grado cero: 404 sanciones exactamente. Adalberth Clavijo, el Jefe de Guardas de Tránsito de la ciudad, supone que el dato se explica porque hay algunos ciudadanos que se confían. Creen que si toman poco – un par de cervezas- su prueba de alcoholemia resultará negativa. La trampa de creer que “eso no me pasará a mí” está atrapando a cientos de ciudadanos. Clavijo advierte además que los controles se han incrementado y las estrategias de los mismos fueron modificadas. Aquello también podría explicar el incremento de las multas. Desde hace meses que los retenes para atrapar a los borrachos al volante dejaron de instalarse en sitios fijos – la salida de Menga, la Avenida Sexta, la Calle Quinta justo al frente de la Loma de la Cruz - y ahora son retenes móviles que no necesariamente se ubican en avenidas principales.Alguien podría ir tranquilo por la Carrera Primera, voltear a la derecha en el Cementerio Central para llegar a su casa, y encontrarse inesperadamente un retén del Tránsito, sin posibilidad alguna para escabullirse. En el sitio menos imaginado como en los alrededores de un cementerio puede haber un operativo.La ciudad, además, cuenta con 534 guardas de tránsito y todos cargan un alcohosensor, un aparato que sirve para determinar si una persona ha tomado licor. Es decir que las pruebas se pueden hacer todos los días, a cualquier hora: cualquiera de los 534 guardas es un cazador de ebrios en potencia. El riesgo de caer es alto, aunque no lo parezca. En el Tránsito, por cierto, los dineros de las multas se destinan a seguridad vial: reparar semáforos, mejorar la demarcación en las calles, asegurar la dotación de los guardas, jamás para tapar un hueco porque, dicen, esa función no les corresponde. Sin embargo, pese a que los comparendos por el grado cero de alcohol son mayoría en la ciudad, por otro lado las multas por grados superiores han disminuido considerablemente, y eso indica que la nueva ley ha funcionado de alguna manera. En los primeros seis meses de 2014 se han puesto en Cali 13 multas por grado uno de alcohol en la sangre; 15 por grado 2 y 19 por grado 3. En el año anterior, en cambio, se hicieron 27 mil pruebas de alcoholemia y 710 resultaron positivas en grado 1 y 2.Eso también explica por qué la accidentalidad vial en Cali se ha reducido en un 45%. El dato es muy similar al de Bogotá, donde, antes de la nueva norma contra los ebrios al volante, ocurrían 14 accidentes viales cada semana y ahora se registran siete.Puede que sean cientos los confiados, entonces, pero en realidad son miles los que no se aventuran a manejar después de haber tomado licor. Las consecuencias pueden ser terribles y no solo se trata de dinero. A un estudiante de sistemas informáticos lo atraparon en su moto después de haberse tomado dos cervezas. No solo infringió la norma de cero tolerancia al alcohol, sino que además transitaba a la 1:00 de la mañana, lo que también, en moto, está prohibido. Le suspendieron su licencia de conducción, su moto fue llevada a los patios del tránsito y la multa que debe pagar asciende a cuatro millones de pesos. Además, mientras hacía los trámites para recuperar la moto, perdió su empleo. La transportadora para la que trabajaba le informó que no podía esperar a que tuviera de nuevo su herramienta de trabajo. El muchacho, para ir a estudiar en las noches, ahora utiliza su bicicleta.Los miles de ciudadanos que no quieren correr un riesgo como aquel están cambiando la cultura y los hábitos de la ciudad. Los vehículos se están quedando estacionados en casa mientras se sale de juerga.Un grupo de mujeres que prepara una despedida de solteras decidió hacer el festejo en La Mansión del Río exclusivamente por el servicio que prestan desde que entró en vigencia la ley de cero tolerancia al alcohol: el mismo restaurante se encarga de recoger y llevar a sus clientes hasta su casa sin ningún costo.“La ley de cero tolerancia al licor ha afectado las ventas de los restaurantes, pero aquí estamos convencidos del peligro de combinar gasolina con licor. Por eso decidimos ofrecer el servicio de recoger y llevar a los clientes hasta su casa. Contamos con dos camionetas con capacidad para doce personas y un automóvil para parejas. El servicio es solicitado, sobre todo, por mujeres”, explica Marta Isabel Rodríguez, una de las propietarias del lugar. El negocio de los restaurantes cambió tanto desde la expedición de la ley de cero tolerancia al alcohol, explica David Solórzano, que anteriormente quien iba a montar un restaurante pensaba primero en el chef, y hoy, en cambio, tan importante como contratar a un buen cocinero es incluir en la nómina a jóvenes que presten el servicio de conductor elegido.Esta estrategia se utiliza cada vez más para poder tomar vino durante la cena, aunque algunos clientes no están muy convencidos de que sea buena idea que un desconocido maneje su auto, por lo que prefieren escoger dentro del grupo que sale de fiesta o a comer a un conductor entre sus amigos. Solórzano, de 41 años, es propietario de Faró, un restaurante cuyas ventas han disminuido en un 25% tras la expedición de la ley para evitar ebrios al volante, pero que sin embargo está buscando estrategias para seguir seduciendo a sus clientes.En su menú de bebidas ya ofrece hasta cinco marcas de cervezas sin alcohol. Hace unos años, en cambio, pedir cervezas sin alcohol era tan extraño como ir en busca de una sopa de espinacas a una discoteca. En opinión del médico Laureano Quintero de la Clínica Amiga de Comfandi, ofrecer esas cervezas es una de las estrategias más interesantes que se está utilizando en la ciudad. Funciona como un efecto placebo. La gente supone que está consumiendo lo que quiere consumir sin exponerse a un riesgo, pero definitivamente la ley para prevenir a los borrachos que conducen está condicionando la dieta de los ciudadanos. En el restaurante La Trattoria del chef Tommaso Bernardi ha sucedido que algunos clientes han sentido temor de probar recetas preparadas con licor. El doctor Miguel Esmeral del Centro Médico Imbanaco asegura que nadie sale positivo en una prueba de alcoholemia después de haber comido algún alimento cocinado en vino o brandy, puesto que durante el proceso de cocción el alcohol se elimina, un asunto que también explican en el restaurante, pero no ha faltado el cliente que prefirió ordenar otro plato y en vez de vino, lo ideal para acompañar una buena pasta, solicitó gaseosas o té. En la Trattoria las ventas se han reducido en un 30% debido a la ley cero tolerancia al alcohol según su gerente Derling Castro, y lo mismo ocurre con restaurantes como La Sanduchería del Escudo y el Escudo del Quijote, un hecho que le genera cierta decepción al empresario David Solórzano: “En Cali se ha perdido de a poco una cultura que han impulsado los propietarios de los restaurantes: lograr que los clientes empezaran a disfrutar del vino con la comida”. Para Solórzano es triste que alguien se coma un salmón fresco con una gaseosa. Entonces, prosigue, “los restaurantes venían impulsando la cultura del vino, invitando a los ciudadanos a disfrutar nuevas experiencias, pero también haciendo pedagogía sobre la importancia de saber manejar el alcohol. Además, con una consideración: quien va a un restaurante a comer, por lo general, no se emborracha”. Lamentablemente, dice Solórzano, Cali está de nuevo en la época de las gaseosas.Y en la época, también, de las fiestas en casa. Las rumbas de hoy se están desplazando a los balcones de los apartamentos. Para ver un partido de fútbol se están planeando asados en las fincas. Solórzano invirtió una cantidad generosa de dinero en televisores esperando que sus clientes fueran a ver el Mundial de Fútbol de Brasil en su restaurante, pero en realidad apenas fueron sus familiares y uno que otro comensal.Y sin embargo, está de acuerdo con la ley de cero tolerancia al alcohol. Quienes incluyeron el grado cero en las sanciones – en realidad no se castiga el grado cero, por supuesto, sino quien registre en su sangre desde 20 miligramos de alcohol – lo hicieron con un argumento: la sociedad aún no sabe manejar el licor, no tiene idea de cómo celebrar sin arriesgar la vida.El primer trago conduce al segundo, y el segundo al tercero. Tomar licor aún es visto como algo heroico, quien no lo hace en una fiesta es un bicho raro, aunque con la nueva ley el argumento de que se está manejando es infalible para rechazar una copa. En resumidas cuentas, Colombia aún no sabe beber y eso quedó claro durante el Mundial de Fútbol de Brasil. Que la Selección ganara un partido significó decenas de disturbios, riñas, muertos. ¿Qué hubiera sucedido si Colombia ganaba el torneo? La norma, entonces, dice Solórzano, es necesaria, pero en su opinión debería ser más flexible para permitirle una sola copa de vino a quien quiera acompañar la cena. Derling Castro, gerente de la Trattoria, jura que jamás ha visto a un cliente dando tumbos después de haber acompañado su pasta con vino, aunque de otro lado el Director del Fondo de Prevención Vial del Valle, James Gómez, ha asegurado que existen estudios que demuestran que desde el primer trago se empiezan a perder facultades para conducir.Ese es el debate. Nadie niega que la ley es necesaria, pero algunos la consideran exagerada, otros bastante justa. En Chile, donde también se aplica, la llaman la “ley talibán”.Los médicos que todos los días deben tratar con víctimas de accidentes de tránsito como Miguel Esmeral y Laureano Quintero están del lado de quienes consideran que la norma debe continuar como está. Esmeral acepta que es exagerada y genera molestias, pero en una sociedad que no sabe celebrar es una buena manera de salvar vidas. Promoviendo más pedagogía y educación, quizá en 20 ó 30 años la ley pueda ser más flexible como para permitirle a los ciudadanos un poco más de alcohol en la sangre. Laureano Quintero agrega muy serio que una razón suficiente para asegurar que la ley es necesaria y no se debe modificar es el 18% de reducción de los pacientes que ingresan a la Clínica Amiga de Comfandi y al Hospital Universitario del Valle por traumas causados en los accidentes de tránsito. En todo el país, además, la accidentalidad vial por embriaguez se ha reducido en un 45% y las víctimas mortales en un 60%, lo que confirma que sancionar el grado mínimo de alcohol ha ayudado a que muchos, hoy, sigan con vida. Y sin embargo, a otros la norma les sigue pareciendo exagerada.Un forista de este diario se pregunta qué hacer con su padre, pues el médico le recomendó una copa de vino para el corazón durante el almuerzo, pero la multa que debe pagar por poco le genera un infarto.La ley, en cifrasEn opinión de la senadora Gloria Estela Díaz, integrante del Movimiento Político Mira que lideró la nueva ley de cero tolerancia al alcohol, en los primeros seis meses de la aplicación de la norma en Colombia los resultados han sido altamente positivos. Aunque aún no se ha cumplido el objetivo a largo plazo de la ley - cero muertes de colombianos en accidentes viales causados por embriaguez - la reducción de la accidentalidad por este motivo es muy significativa: 45% menos comparando años anteriores. “Del 19 de diciembre de 2013, fecha de expedición de la ley en el país, hasta mayo de este año, se han impuesto 13.766 multas por conducir en estado de embriaguez. En el mismo periodo (2012 - 2013) se habían colocado 30.133 comparendos. Eso significa que de alguna manera la ley preocupó a la sociedad por la drasticidad de las sanciones”, asegura la senadora. En Bogotá, por ejemplo, mientras que entre los meses de enero a mayo de 2013 se impusieron 4.960 multas por embriaguez, para el mismo periodo de 2014 se impusieron 2.518 multas por la misma causa, lo que indica una reducción de 49% en los comparendos. En ese mismo sentido, en todo el país se han registrado 1856 multas por grado cero y solo siete ciudadanos han reincidido, les han vuelto a poner una multa por el mismo motivo. La ley está cambiando la manera de disfrutar de los colombianos. “Con la norma de cero tolerancia al alcohol se está generando en las ciudades la conciencia de que sí se sanciona el grado cero, por lo que la gente evita conducir así se haya tomado una cerveza”, dice la senadora Díaz.

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