Clases extra benefician a 24.500 estudiantes de Cali

Jornadas complementarias en 35 colegios de Cali buscan alejar a los niños de las calles.

Cristian, un joven de 14 años que desde hace dos vive en el barrio Desepaz, no quiere saber nada de pandillas ni bandas criminales en su tiempo libre. Él lo único que quiere es tocar la marimba y el tambor.  En menos de seis meses, gracias a las clases extra que recibe en su colegio,  aprendió cuatro canciones y es uno de los estudiantes más aventajados de su curso. Hay otra cosa que lo emociona más: jugar fútbol. En eso también le gusta invertir su tiempo. Este joven estudiante de la Institución Educativa Técnica Ciudadela Desepaz es uno de los 24.500 beneficiados de la Jornada Escolar Complementaria, programa que desde el 2012 lideran las secretarías municipales de Educación, Deporte y Cultura en 35 instituciones educativas  oficiales, ubicadas en zonas de alta vulnerabilidad. Para mostrar  lo aprendido con el programa, ayer algunos de los estudiantes protagonizaron en la Plazoleta del CAM un carnaval cargado de actos culturales y, además, expusieron los productos que durante los últimos meses trabajaron en sus clases de música, danza, teatro, zancos, artes plásticas, literatura creativa, emprendimiento, ciencias, fotografía, cine y artes plásticas. “Es muy grato ver que estas jornadas han logrado que los jóvenes inviertan su tiempo libre en descubrir sus talentos y desarrollen esas habilidades a través del aprendizaje lúdico y la recreación”, señaló el secretario de Educación, Édgar Polanco. Aunque hay instituciones educativas en las que esta estrategia se aplica con estudiantes de primaria, está disñada para impactar directamente a los estudiantes de los grados 6, 7, 8 y 9, dada su vulnerabilidad a factores de violencia y tráfico de estupefacientes en los barrios y los peligros que los rondan en las redes sociales. Inversión a largo plazoÁngela Rodríguez, coordinadora del módulo de lectura y escritura creativa que dicta la fundación Gases de Occidente para 615 niños de 34 colegios públicos, explica que “aunque había mucha resistencia para acercarse a los libros, poco a poco se ha roto esa barrera y los niños han cambiado sus hábitos y están leyendo más; incluso crearon clubes de lectura”. Algunos jóvenes ya empiezan a forjar su espíritu emprendedor y a liderar proyectos dentro de sus instituciones, comenta Enrique Olaya, facilitador  de la fundación Entretejidos. “Empezaron a trabajar en labores de ornamentación en sus barrios y colegios, pintando murales y haciendo pequeñas cosas. Ahora gestionan recursos y diligencias que identifican como necesidades, como las clases de educación sexual. Esa unión mejoró la comunicación entre ellos y permite resolver conflictos que antes los dividían”, comenta Olaya, cuyo módulo de emprendimiento y liderazgo es atendido por 450 jóvenes de barrios vulnerables.