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Calles de Cali se convierten en pabellones del arte

El equipo del Museo Libre de Arte Público de Colombia trabaja desde hace tres años en la titánica tarea de hacer de la ciudad un museo.

2 de junio de 2015 Por: Redacción de El País

El equipo del Museo Libre de Arte Público de Colombia trabaja desde hace tres años en la titánica tarea de hacer de la ciudad un museo.

Muros sucios, puentes y lugares olvidados  son hoy los ‘lienzos’ a través de los cuales muchos ciudadanos intentan  reconstruir y reforzar sus lazos, especialmente en aquellas zonas donde la violencia y las tasas de homicidios son las más altas.    

Con el objetivo de llevar el arte a todos los caleños,  la artista Carolina Jaramillo fundó hace tres años el Museo  Libre de Arte Público de Colombia, idea que se materializó  con la realización de la I Bienal Internacional de Muralismo y Arte Público en el 2012, evento con el que se trabajó en  transformar la relación entre los artistas y el público, así como en  reflexionar sobre la convivencia en la ciudad.

“La gente asiste a la  creación de las obras y participa. Hay una anécdota de un artista que estaba haciendo un mural y una señora le preguntó qué significaba su obra, él le dijo que la reconciliación y ella se puso a llorar porque en ese lugar habían matado a su hijo”, dice Carolina.

A través del muralismo, el museo pretende además crear espacios de paz y por ello ha realizado persas actividades con grupos  de víctimas, reinsertados, mujeres, jóvenes pertenecientes a pandillas,  y todas aquellas personas que han participado de las dos versiones de la Bienal y los talleres permanentes.

Laberintos de reconciliación es un ejemplo de ello. En la obra, que se exhibe en el puente de la Calle 13 con Autopista Sur, se pueden observar los sueños de víctimas y reinsertados que desde cada extremo, recorren serpenteados caminos para encontrarse en un mismo lugar.   

“Trabajamos con baldosa. Cada persona  plasmaba su sueño, qué esperaba de su vida en  cinco años. Y surgió  una cosa muy interesante y es que cuando ves los sueños de un lado y   del otro,  son lo mismo. Entonces, si los dos soñamos lo mismo podemos construir esos caminos que nos lleven a podernos encontrar”, cuenta la artista. 

Actualmente el museo cuenta con 40 pabellones distribuidos por toda la ciudad en los que se exhiben obras de artistas nacionales y extranjeros. Algunos están en proceso de construcción, pues el trabajo de la II Bienal, celebrada el año pasado y que dejó  75 obras para Cali, no ha terminado.   

“La Bienal duró diez días, pero el trabajo es más que eso.  Aún estamos instalando  y además tenemos  obras como las del hundimiento de Comfandi el Prado, que se convirtieron   en proyectos a gran escala”, dice.

Lea también: Cali se convertirá en un lienzo en la II Bienal Internacional de Muralismo.

Se espera que para finalizar el año, los 2000 metros cuadrados de paredes de todo el hundimiento sean un mural gigantesco que albergue la imagen de 150 especies de aves nativas del Valle del Cauca. En principio, sólo eran 29.

 “Lo que nosotros queremos es que la gente en estos lugares se pueda encontrar, se sienta segura, se solidarice con el otro. De hecho,  los territorios donde trabajamos los llamamos así: de encuentro, de confianza y de solidaridad. Porque hay reunión, sanación y un compartir de saberes”, explica Carolina.

 Por el momento, una de las intervenciones más grandes se hace en el túnel peatonal de la Terminal de Transporte, que según la artista era un ‘lugar de nadie’, pues ni siquiera estaba claro a quién podían solicitarle el permiso para exponer las obras.

“Ya se nota el cambio. En ese y en muchos lugares. Hay por ejemplo, un parque que era una frontera invisible, y  luego de que los mismos chicos de las pandillas lo intervinieran hoy tiene una dinámica diferente”. 

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