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Caleños indocumentados en su tierra

Al menos 160 mil personas no portan la cédula nueva, según la Registraduría. De esa cifra, 140.000 corresponde a personas que no han reclamado su nuevo documento que está listo en los anaqueles de la Registraduría y los otros 20.000 a ciudadanos no han tramitado la renovación.

9 de agosto de 2010 Por: Redacción de El País

Al menos 160 mil personas no portan la cédula nueva, según la Registraduría. De esa cifra, 140.000 corresponde a personas que no han reclamado su nuevo documento que está listo en los anaqueles de la Registraduría y los otros 20.000 a ciudadanos no han tramitado la renovación.

A ocho días de haber entrado en vigencia la cédula de ciudadanía amarilla con hologramas, todavía hay 160.000 caleños indocumentados. De esa cifra, 140.000 corresponde a personas que no han reclamado su nuevo documento que está listo en los anaqueles de la Registraduría y los otros 20.000 a ciudadanos no han tramitado la renovación.Además de que no figuran como ciudadanos, sus vidas están bloqueadas al no poder realizar algunos trámites bancarios y comerciales, ni comprar carro ni casa. Incluso viajar o cobrar las pensiones. De hecho, la Personería adelanta un gestión para que el pensionado Florentino Shud, de 80 años, habitante del corregimiento de Golondrinas, pueda reclamar su jubilación. La semana pasada un banco le negó el pago cuando él se presentó con la cédula antigua. Shud tuvo que recurrir al organismo de derechos humanos dado que es un hombre solo sin familia. Asimismo, unos cinco usuarios que diligenciaban la licencia de conducción fueron devueltos en la Secretaría de Tránsito y a otras cinco personas que intentaban sacar el pasado judicial en el DAS, les ocurrió lo mismo. La registradora Carmenza Lores les solicitó a los bancos un poco de flexibilidad con usuarios que tienen la contraseña.Hasta el momento Asobancaria ni la Superintendencia Financiera han medido el impacto de la nueva ley. No se ha determinado cuántos transacciones económicas se habrían dejado de hacer por falta del documento amarillo. “Entendemos que las entidades financieras se tienen que cuidar, pero si tienen dudas nosotros le podemos colaborar verificando los datos de la persona”, dijo Lores. Sin embargo, recalcó que lo ideal es que los ciudadanos tengan su documento moderno. Aunque dice estar sorprendida porque dos semanas antes del 31 de julio la aglomeración de personas renovando la tarjeta en la sede principal y en la antigua Licorera del Valle era impresionante. En esos días fueron tramitados más de seis mil documentos. Ahora las sedes están casi desiertas y se diligencian 1.500 cédulas para renovación. “No sé por que la gente ha bajado la guardia y hay 140.000 documentos que faltan por reclamar”, agregó la Registradora Especial.Pero mientras que a algunos se les han cerrado las puertas, otros tienen mejor suerte. Gloria López pudo tramitar el miércoles pasado su pasaporte en la Oficina de la Gobernación del Valle. “Hace un año perdí la cédula cuando la billetera se me quedó en un taxi. Voy de turismo a Chile y por un momento pensé que me quedaba del viaje”, afirmó la empleada de una firma de confecciones. En esa oficina a diario le reciben los papeles a 20 personas que cargan contraseña y otras 10 son devueltas por no cumplir con los requisitos. Igualmente, la red pública de hospitales está brindando la atención a los usuarios. “La gente presenta el documento que tenga, independiente del proceso que adelante con la Registraduría. De unos 100 usuarios, 10 tienen la cédula vieja, en su mayoría son campesinos o adultos mayores”, explicó César Silva, jefe de Facturación y admisión del Hospital Universitario del Valle.Sueños a punto de esfumarseLos sueños de Ana, una estudiante de último grado de Mercadeo y Publicidad de la Universidad Icesi, están a punto de esfumarse por portar una contraseña. A principios del 2011 la joven de 21 años debe estar en un aula clase de una universidad de Australia, donde hará una maestría en Marketing, pero todavía le falta tramitar la visa y comprar los pasajes para su viaje al exterior. “No sé ni siquiera si pueda viajar con la contraseña”, expresó la universitaria que fue admitida en la institución australiana y donde canceló $14 millones. Recordó que hace cuatro años fue a diligenciar la cédula en la Registraduría, “pero se perdieron los papeles y como había tanta congestión, no lo hice, ahora tengo que hacer todo de nuevo”.Ana asegura que hasta el año pasado, no tuvo inconvenientes con la contraseña. Lo único era que en los establecimientos nocturnos sí le pedían el documento. “Mi maestría está en espera. Porque la cédula nueva se demora mucho, he invertido dinero y tiempo”, concluyó.Un descuido que sale costosoAna Bolaños, una licenciada en idiomas de la Universidad del Valle, admite que por negligencia no diligenció el nuevo documento de identificación. “Veía que siempre anunciaban prórrogas, las dejaba pasar y cuando la quise sacar, no pude”. Pero confiesa que su descuido le ha costado bastante caro. “Antier fue a afiliarme a una EPS y me negaron la inscripción. Tengo una tarjeta de crédito, pero me he abstenido de utilizarla, porque sé que no me la van a recibir”, explicó la profesional de 27 años. Señaló que en 1994 tramitó la cédula café y desde ese año no tuvo complicaciones para identificarse, ni con la entidad bancaria donde tiene su cuenta de ahorros. “Estoy comprando lo básico, mis cosas personales, pero el día que se me pierda la tarjeta débito quedaré fregada porque no podría retirar plata por ventanilla, afortunadamente el sueldo me lo consignan a mi cuenta bancaria”, aseveró la licenciada.Además está arrepentida de que por su actitud relajada, no puede comprarle un carro Corsa a un amigo suyo, ni tomar clases de conducción. “Me acerqué a la Secretaría de Tránsito, pero me devolvieron, me dijeron que para sacar la licencia de conducción debo tener la cédula original”.Advertencia oficial en InmigraciónPedro se sonríe cuando le dicen que está indocumentado. Sabe que por física pereza no tramitó a tiempo su documento de identificación “por ‘jartera’ de hacer largas colas”. Reconoce que no le dio al tema la seriedad que se merecía. Ahora depende de su esposa para hacer las transacciones financieras y comerciales. “Ella es la que pone la cédula cuando pedimos un crédito”, expresa. Recordó que hace un mes cuando hizo un viaje de trabajo al exterior, en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón un funcionario de Inmigración del DAS le advirtió que era hora de cambiar la cédula vieja. “Cambiéla o sino no lo dejo viajar a otro país”, le manifestó minutos antes de que tomara su rumbo hacia Miami. En la última semana con la avalancha de noticias y de saber que es de las pocas personas que tiene la cédula con fondo blanco, siente un poco de vergüenza.“Trato de no hacer vueltas porque sé que no sirve de nada, espero iniciar el proceso de renovación en pocos días”, afirmó el ingeniero civil.

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