Así sobrevivió al terremoto en Ecuador colombiana que llegó a Cali
Enoe Osorio, sobreviviente, da testimonio de fuerza. Dolientes de Martha Eliana Vanegas le dieron su adiós.
Enoe Osorio, sobreviviente, da testimonio de fuerza. Dolientes de Martha Eliana Vanegas le dieron su adiós.
Cuando Enoe Osorio se vio sola, en piyama y en un país extraño, lúcida, pero sin poder moverse porque sus piernas quedaron atrapadas entre muros que le cayeron encima, se aferró a lo único que no perdió: la fe en Dios y el celular.
He oído decir que el celular puede salvar vidas, dijo ayer a El País, antes de ir al médico para que le observara la pierna magullada y con herida expuesta que se le estaba hinchando.
Ella quedó con lo único que tenía en la mano porque estaba chateando cuando el sismo de 7,8 en la escala de Ritcher le movió la vida a ella y a más de seis mil ecuatorianos y unos 600 colombianos el sábado pasado.
Entonces guardó el teléfono en el techo. Y agarró un pedazo de muro y comenzó a moler piedra -literalmente- para poder quitarse de encima los escombros que la ataban al cuarto piso del Hotel Miami, donde se hospedaba.
Gracias a Dios quedé lúcida y con todas las partes de mi cuerpo, porque pensándolo bien, pude haber quedado mutilada o fracturada; entonces comencé a desmoronar escombros, así liberé una pierna y después la otra, recuerda más tranquila esta madre de familia de 52 años que viajó a Manta a hacer un mandado a un amigo, favor que casi le cuesta la vida.
Como pudo salió por un boquete de lo derruido y afuera había gente. Entre ellos, colombianos que sin conocerla se volvieron como su familia. Como estaba como a dos metros de altura y con su pierna golpeada, uno de ellos le puso los hombros para ayudarla a bajar.
La llevaron a casa de amigos de ellos, que entre las limitaciones de no tener agua ni luz, le prestaron los primeros auxilios y el celular para avisarle a su hija Jessica. Durmió algo, pero querían ir hacia la loma temiendo un tsunami, porque estaban muy cerca de la playa.
[[nid:529055;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/04/relatos-sobrevivientes.jpg;full;{Doce colombianos repatriados desde Ecuador llegaron a Cali para reencontrarse con sus familias y empezar de nuevo. ¿Cómo se salvaron del potente sismo?, conozca sus relatos.Videógrafo: Álvaro Pío Fernández | El País}]]
Del grupo que la auxilió, una pareja de colombianos y su hijo de 7 años, planeó irse a la frontera el domingo y la llevaron. Ellos pagaron un taxi hasta Guayaquil, como que sí tenían platica, y me dejaron en el Consulado, pero yo quedé en la caridad pública, sin una moneda, cuenta.
Pero el Consulado cometió lo que a su juicio es un error: la llevaron a una Fundación de internas de madres maltratadas y violencia intrafamiliar. La generala directora me decomisó el celular, pero le dije que no me podían dar el mismo trato que a sus internas, si yo venía de un evento traumático, lo necesitaba para llamar a mis hijos y que ellos supieran qué pasó conmigo. Me llevaron al médico, pero con guardia, me sentí prisionera. Esto fue más traumático que el mismo terremoto, afirmó la mujer.
Enoe, quien había ido a Ecuador en 2003, dice que saqué mi carácter de colombiana y le dije: ¡Hasta que no me llamen a la Embajada de Colombia no me muevo de esta oficina!. Le llevaron un libro, pero ella había perdido sus gafas. Finalmente, el lunes la llamaron de la Cancillería para avisarle del vuelo de repatriación que la trajo vía Manta-Pereira- Cali.
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Ahí empezó otra tragedia para Enoe. De Guayaquil la devolvieron de nuevo a Manta, de donde saldría el vuelo de la Fuerza Aérea de Colombia. El día del temblor era de noche, no vi nada a la luz del día, no fui consciente de lo que había pasado, pero el lunes cuando vi a los rescatistas sacando cuerpos, sí lloré mucho, todo lo que no había llorado esa noche; ver la gente deambulando sin comida, sin agua, fue terrible, narra.
Ahí la fue a saludar el amigo al que le fue a hacer el mandado y le dijo: Enoe, si a usted le hubiera pasado algo, yo hubiera quedado con ese cargo de conciencia. Pero estoy bendecida por Dios y sigo recibiendo bendiciones, dice la sobreviviente del sismo.