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A sus 34 años, un científico caleño hace historia en EE.UU.

El Gobierno estadounidense lo premió financiando sus investigaciones en microbiología. Esta es la historia.

21 de agosto de 2015 Por: Lina Uribe | Reportera de El País

El Gobierno estadounidense lo premió financiando sus investigaciones en microbiología. Esta es la historia.

[[nid:455901;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/08/calib4agosto21-15n1photo02.jpg;full;{En total, siete jóvenes provenientes de distintas partes del mundo hacen parte del grupo de investigación que lidera Sebastián en el Whitehead Institute. Especial para El País}]] Cada vez que inicia una investigación, Sebastián  recuerda que su carrera en la ciencia empezó con ‘coquitos’ y ‘mosquitas’. Cuando era niño visitaba con frecuencia el laboratorio de su mamá, la científica Carolina Isaza, y observaba la célula con todas sus partes: “el núcleo era redondito como un coquito y los cromosomas se veían como unas mosquitas”, dice.  Otro de sus recuerdos  sobresalientes es el de aquella vez que se interesó por conocer el funcionamiento del cerebro, y su madre, a quien le gustaba tanto enseñar como aprender, lo puso en contacto con un profesor de Medicina de la Universidad del Valle para que le explicara todos los procesos. Con cerebro en mano, el doctor Pimienta le contó detalladamente cómo funcionaba.   Actualmente, a sus 34 años, Sebastián Lourido Isaza hace parte del Whitehead Institute en Cambridge, Estados Unidos. Tras haber obtenido el título de doctor en Microbiología, este caleño ha enfocado sus investigaciones en un parásito llamado toxoplasma, causante de la toxoplasmosis y perteneciente a la familia de parásitos que transmiten la malaria.  A finales del 2012 Sebastián logró hacer parte de un programa que promueve dicha institución y que está diseñado para jóvenes científicos que quieran liderar grupos de investigación sin necesidad de hacer un entrenamiento previo de cuatro años, lo que es un requisito en este país.  Como otra recompensa a su esfuerzo y disciplina, en el 2013 recibió un subsidio del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos para prolongar sus investigaciones hasta el 2018 y continuar en la búsqueda de curas para enfermedades infecciosas que aquejen al mundo entero. Entre la creatividad y la ciencia [[nid:455896;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2015/08/calib4agosto21-15n1photo01_0.jpg;left;{Sebastián Lourido Isaza hace parte del Whitehead Institute. Allí adelanta investigaciones sobre el parásito que transmite la toxoplasmosis.Especial para El País}]]A mediados del año 2000, cuando viajó a Estados Unidos a iniciar sus estudios superiores en la Universidad de Tulane (Nueva Orleans), Sebastián estaba inscrito en dos pregrados simultáneos: Artes Plásticas y Biología Celular. Su pasión siempre había sido la ciencia, pero si algo daba por cierto era que en su carrera como científico necesitaría mucha creatividad. “Haber combinado esas carreras fue muy importante para mi vida, siempre estoy pensando en cómo comunicar el trabajo que hago de una forma creativa y sencilla para que la gente pueda entenderlo”, dice.  En algún momento de su juventud se interesó especialmente en las ciencias básicas para aplicarlas a los problemas de salud del entorno en el que creció y por eso se enfocó en las enfermedades infecciosas. Su planteamiento es sencillo: “la gente enferma no puede trabajar, los niños enfermos se mueren. Uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo es la salud y las enfermedades infecciosas siguen siendo la causa número uno de muertes entre los menos privilegiados”. Tras investigar la estructura celular del toxoplasma ha podido avanzar en la comprensión de cómo funciona la malaria. La esperanza, dice Sebastián, es utilizar ese parásito como un modelo para descifrar la genética de muchos otros organismos.  No obstante, sabe que está ante algo bastante complejo: “Si una persona es infectada por el parásito que causa la malaria, lo más seguro es que le dé fiebre y todos los demás síntomas de la malaria. En el caso del toxoplasma, la persona no presenta síntomas y queda infectada de manera latente por el resto de su vida. Si su sistema inmune se debilita con enfermedades como el VIH, tratamientos contra el cáncer o trasplante de órganos, estas infecciones latentes pueden reactivarse y causar mucho daño, hasta la muerte. En madres embarazadas, por ejemplo, algunas infecciones pueden cruzar la placenta, infectar al feto y dejarlo ciego”. Enfermedades que viven en el aire Es difícil explicar de dónde surgió el toxoplasma, incluso para científicos tan estudiados como Sebastián. Lo único seguro es que el parásito lo transmiten los gatos, quienes lo albergan en sus heces y pueden contaminar el agua, el pasto y el ambiente en general.  Estos felinos lo contraen de los ratones,  que previamente tuvieron que haber sido infectados por las heces de un gato.  Algo similar sucede con la malaria: una persona se contagia porque la pica un mosquito infectado que ha contraído el parásito de otra persona infectada por la picadura de otro mosquito. Desafortunadamente, todavía no se ha encontrado la manera de romper este ciclo por completo y las alarmas están encendidas pues recientemente se han descubierto grupos de toxoplasmas capaces de causar enfermedad en individuos que tienen un sistema inmune intacto.  “En países latinoamericanos como Brasil y Colombia es común encontrar toxoplasmosis ocular, una infección de la retina en la que el parásito va dañando la parte que detecta la luz y puede causar ceguera en individuos perfectamente saludables”, dice Sebastián. Aunque a veces pueden frenarse con droga, los daños que produce esta infección son irreversibles.  El medicamento disminuye la velocidad de replicación de la bacteria, pero siempre quedan los organismos ahí latentes.  “Lo que a mí me apasiona de esta área es que hay varias razones por las cuales tenemos que estudiar los procesos del toxoplasma: por un lado, en ciertos pacientes es una enfermedad muy grave y aún tenemos muy pocos  tratamientos; por otro lado, mediante la biología del toxoplasma podemos entender la de otros parásitos relacionados como la malaria gracias a que hemos desarrollado muy buenas herramientas”, puntualiza. Sus investigaciones le han permitido descubrir cómo ingresa el parásito a las células humanas y de qué manera las infecta. Junto al resto de científicos que conforman su grupo también encontró una forma de mutar el genoma del toxoplasma de una manera eficiente mediante una tecnología aplicable a otros organismos, lo que ha cambiado la forma de manipularlos para entender el funcionamiento de sus genes. Por ahora Sebastián planea seguir sus investigaciones en Estados Unidos y aplicar nuevas técnicas al estudio de enfermedades infecciosas. Ya no comparte el laboratorio con su mamá y no ha vuelto a reunirse con ella para ver ‘coquitos’ y ‘mosquitas’.

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